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Devocional Diario: Levanta los ojos a los cielos y mira. ¿Quién creó todas estas cosas?

“Levanta los ojos a los cielos y mira. ¿Quién creó todas estas cosas?” (Isaías 40:26).

Dios no nos llama a vivir encerrados en pequeñas tiendas de pensamiento o de fe limitada. Él desea llevarnos afuera, como hizo con Abraham, y enseñarnos a mirar al cielo — no solo con los ojos, sino con el corazón. Quien camina con Dios aprende a ver más allá de lo inmediato, más allá de sí mismo. El Señor nos conduce a espacios amplios, donde Sus planes son mayores que nuestras preocupaciones, y donde nuestra mente puede alinearse con la grandeza de Su voluntad.

Esto vale para nuestro amor, para nuestras oraciones e incluso para nuestros sueños. Cuando vivimos atrapados en un corazón estrecho, todo se vuelve pequeño: nuestras palabras, nuestras acciones, nuestras esperanzas. Pero cuando obedecemos los hermosos mandamientos de Dios y abrimos el alma a lo que Él quiere hacer, nuestra vida se expande. Amamos más, oramos por más personas, deseamos ver bendiciones más allá de nuestro pequeño círculo. Dios no nos creó para vivir hacia adentro, sino para que reflejáramos el cielo aquí en la tierra.

El Padre solo revela Sus planes a los obedientes. Si queremos caminar con Él, debemos salir de la tienda, levantar los ojos y vivir como verdaderos compañeros del Altísimo — con fe amplia, amor generoso y una vida guiada por la voluntad de Dios. -Adaptado de John Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor Dios, cuántas veces me he acomodado en la tienda, limitado por mis propios pensamientos y miedos. Pero hoy escucho Tu voz diciendo: “¡Mira a los cielos!” — y deseo salir hacia donde Tu propósito me llama.

Ensánchame el corazón, para que ame como Tú amas. Amplía mi visión, para que ore con intensidad y alcance vidas más allá de la mía. Dame valor para obedecer y andar en lugares amplios, con el alma orientada a Tu querer.

Oh, mi Dios amado, Te agradezco por sacarme de la tienda y mostrarme los cielos. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el mapa que me guía hacia horizontes eternos. Tus mandamientos son estrellas firmes que iluminan mi camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Te instruiré y te enseñaré el camino que debes...

“Te instruiré y te enseñaré el camino que debes seguir; te guiaré con mis ojos” (Salmos 32:8).

La vida espiritual más elevada no es aquella marcada por un esfuerzo constante, sino por la fluidez —como el río profundo que Ezequiel vio en visión. Quien se sumerge en ese río aprende a dejar de luchar contra la corriente y pasa a ser conducido por su fuerza. Dios desea que vivamos así: guiados con naturalidad por Su presencia, impulsados por hábitos santos que brotan de un corazón entrenado para obedecer.

Pero esa ligereza no nace por casualidad. Los hábitos espirituales que nos sostienen necesitan ser formados con intención. Comienzan con pequeñas elecciones, decisiones firmes de andar en el camino que Dios ha mostrado. Cada paso obediente fortalece el siguiente, hasta que la obediencia ya no parece una carga, sino una alegría. Los magníficos mandamientos del Señor, practicados con constancia, se transforman en senderos internos por los cuales nuestra alma camina con firmeza y paz.

El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Por eso, comienza con fidelidad, aunque aún sientas dificultad. El Espíritu Santo está dispuesto a moldear en ti una vida de obediencia estable, tranquila y llena de la fuerza que viene de lo alto. -Adaptado de A. B. Simpson. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mío, deseo andar Contigo con ligereza y constancia. Que mi vida espiritual no esté marcada por altibajos, sino por un fluir continuo de Tu presencia en mí. Enséñame a entregarme a la corriente de Tu Espíritu.

Ayúdame a formar, con valentía, los hábitos santos que el Señor desea. Que cada acto de obediencia, aunque sea pequeño, fortalezca mi corazón para los próximos pasos. Dame firmeza hasta que obedecer se convierta en mi naturaleza transformada.

Oh, Dios amado, te agradezco porque Tu Espíritu trabaja pacientemente en mí. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el lecho profundo por donde corre el río de la vida. Tus mandamientos son impulsos santos que me conducen a la paz. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador...

“El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; mi Dios, mi fortaleza, en quien confío; mi escudo, la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Salmos 18:2).

Aquellos que verdaderamente caminan con Dios saben, por experiencia, que la salvación no es solo un evento pasado. Es una realidad diaria, una necesidad constante. Quien conoce, aunque sea en parte, la debilidad de su propio corazón, la fuerza de las tentaciones y la astucia del enemigo, sabe que sin la ayuda continua del Señor, no hay manera de vencer. La lucha entre la carne y el espíritu no es una señal de fracaso, sino una marca de los que pertenecen a la familia celestial.

Es en este combate diario que los sublimes mandamientos de Dios se revelan como instrumentos de vida. Ellos no solo señalan el camino — fortalecen el alma. La obediencia no es una prueba aislada, sino un ejercicio continuo de fe, de elección, de dependencia. Cristo resucitado no solo murió por nosotros; Él vive para sostenernos ahora, momento a momento, mientras caminamos por este mundo lleno de peligros.

El Padre solo revela Sus planes a los obedientes. Y la salvación que Él ofrece, cada día, está disponible para aquellos que eligen seguir con fidelidad, incluso en medio de la batalla. Que hoy reconozcas tu necesidad y busques, en obediencia, esa salvación viva y presente. -Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mío, te alabo porque me muestras que la salvación no es solo algo que recibí en el pasado, sino algo que necesito hoy — aquí, ahora. Cada mañana descubro cuánto dependo de Ti para permanecer firme.

Ayúdame a reconocer mi debilidad sin desesperación, y a volverme siempre hacia Tu socorro. Que Tu presencia me sostenga en medio del conflicto y que la obediencia a Tu Palabra me guíe con seguridad.

Oh, Dios amado, te agradezco por ofrecerme una salvación viva, presente y poderosa. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el escudo que me protege en las batallas diarias. Tus mandamientos son corrientes de vida que me mantienen unido a la victoria. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Por la fe, Abraham, siendo llamado, obedeció, y salió hacia...

“Por la fe, Abraham, siendo llamado, obedeció, y salió hacia un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8).

La fe verdadera no exige mapas detallados ni promesas visibles. Cuando Dios llama, el corazón que confía responde con obediencia inmediata, aun sin saber lo que vendrá después. Así fue con Abraham: él no pidió garantías, ni exigió conocer el futuro. Simplemente dio el primer paso, guiado por un impulso noble y fiel, y dejó los resultados en las manos de Dios. Ese es el secreto de caminar con el Señor: obedecer en el presente, sin ansiedad por lo que está por venir.

Y es en ese paso obediente que los magníficos mandamientos del Señor se convierten en nuestra brújula. La fe no se construye en el razonamiento humano, sino en la práctica de la fidelidad a lo que Dios ya ha revelado. No necesitamos entender todo el plan; basta con seguir la luz que Él enciende ahora. Cuando el corazón se somete con sinceridad a la voluntad divina, la dirección y el destino quedan en manos del Padre, y eso es suficiente.

El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Hoy, la invitación es simple: da el siguiente paso. Confía, obedece y deja el resto en manos de Dios. La fe que agrada al Señor es aquella que actúa con fidelidad, aun cuando todo a nuestro alrededor sigue siendo invisible. -Adaptado de John Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor, ayúdame a confiar en Ti sin necesidad de ver todo el camino. Que mi fe no dependa de respuestas, sino que se fortalezca en la obediencia a lo que Tú me muestras hoy.

Que nunca posponga la fidelidad por querer controlar el mañana. Enséñame a escuchar Tu voz y a andar en Tus caminos con firmeza y paz, aun sin entender el destino.

Oh, amado Padre, te agradezco por llamarme a caminar contigo como lo hiciste con Abraham. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el sendero seguro bajo mis pies. Tus mandamientos son las luces que iluminan cada paso hacia Tu plan. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: ¿Quién subirá al monte del Señor? ¿O quién estará en Su...

“¿Quién subirá al monte del Señor? ¿O quién estará en Su lugar santo? Aquel que es limpio de manos y puro de corazón” (Salmos 24:3–4).

El cielo no es un lugar al que se entra por casualidad o por conveniencia. Es un hogar preparado por Dios, reservado para aquellos que realmente Le aman — y que han sido amados y transformados por Él. Las moradas celestiales no se entregan a corazones indiferentes, sino a aquellos que, aún aquí, han aprendido a alegrarse con las cosas de lo alto. El Señor prepara el cielo, pero también prepara el corazón de quien va a habitarlo, moldeando el alma para que desee, anhele y se deleite en lo que es eterno.

Esa preparación ocurre cuando, obedeciendo los sublimes mandamientos del Padre, pasamos a amar lo que Él ama. La mente se vuelve más noble, el corazón más ligero, y el alma comienza a respirar la atmósfera santa como si ya estuviera allí. Esta verdadera espiritualidad no es algo forzado — nace de la obediencia diaria, del deseo sincero de agradar al Padre, y del abandono de lo que es terrenal y vacío.

El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Y son estos, ya moldeados por dentro, quienes habitarán en las moradas eternas con alegría. Que tu alma se prepare aquí, para que esté lista para el hogar que el Señor ha separado. -Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre santo, prepara mi corazón para habitar Contigo. No quiero solo saber sobre el cielo — quiero desear el cielo, vivir para el cielo, ser moldeado para el cielo. Enséñame a amar lo que es eterno.

Que Tu presencia me transforme de adentro hacia afuera, y que encuentre placer en las cosas de lo alto. Aparta de mí todo lo que me ata al mundo y lléname con la dulzura de Tu santidad.

Oh, mi Dios amado, Te agradezco por preparar tanto el cielo como mi corazón. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el molde que me afina al ambiente celestial. Tus mandamientos son como brisas puras que me elevan a Tu presencia. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Guíame por la senda de la justicia por amor de tu nombre....

“Guíame por la senda de la justicia por amor de tu nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo” (Salmos 23:3–4).

Cuando elegimos vivir en obediencia y devoción, algo precioso comienza a crecer en nuestro corazón: una fe constante, silenciosa pero firme — que transforma la presencia de Dios en algo real, incluso cuando es invisible. Él se vuelve parte de todo. Y aun cuando el camino se vuelve difícil, lleno de sombras y dolores que nadie más ve, Él sigue allí, firme a nuestro lado, guiando cada paso con amor.

Este viaje no está hecho de facilidades. A veces, pasamos por angustias profundas, cansancios ocultos, dolores silenciosos que ni los más cercanos perciben. Pero quien sigue los hermosos mandamientos del Señor encuentra en ellos dirección, consuelo y fuerza. El Padre guía con ternura a los obedientes, y cuando nos desviamos, Él nos corrige con firmeza, pero siempre con amor. En todo, Su objetivo es el mismo: conducirnos al descanso eterno junto a Él.

El Padre no envía rebeldes al Hijo. Pero a los que se dejan guiar, incluso en medio del dolor, Él promete presencia, dirección y victoria. Que hoy te entregues de corazón al camino del Señor — pues, con Él, incluso las sendas más oscuras conducen a la luz. -Adaptado de Henry Edward Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mío, aun cuando el camino parece largo y solitario, confío en que estás conmigo. Tú ves mis luchas secretas, mis dolores callados, y en todo tienes un propósito de amor.

Dame un corazón manso y obediente, que sepa escucharte en la brisa suave o en el sonido firme de Tu corrección. Que nunca me pierda en mi voluntad, sino que me rinda a Tu dirección, sabiendo que Tu fin es siempre descanso y paz.

Oh, Dios amado, te agradezco por guiarme con tanto cuidado, incluso cuando no entiendo. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el cayado que me sostiene en los caminos difíciles. Tus mandamientos son el camino seguro que me lleva a Tu descanso. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán...

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

El cielo no es solo un destino lejano: es el lugar donde la presencia de Dios será plenamente percibida, en toda Su hermosura y majestad. Aquí en la tierra, experimentamos destellos de esa gloria, pero allí, se manifestará sin limitaciones. La promesa de un día estar delante del Creador, viéndolo tal como es, no solo nos consuela, sino que también nos eleva. Saber que fuimos creados para presentarnos ante el Rey de reyes, lado a lado con seres celestiales, cambia la forma en que vivimos aquí.

Y es por eso que necesitamos vivir desde ahora con el corazón alineado a los hermosos mandamientos del Señor. La obediencia a lo que Dios ha revelado no solo nos convierte en mejores personas, sino que nos prepara para ese glorioso día de audiencia eterna. El cielo no es para los curiosos, sino para los obedientes. Aquellos que buscan al Padre con sinceridad, caminando en los caminos que Él mismo ha establecido, serán elevados del polvo de este mundo para contemplar la gloria del Altísimo.

El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que tu vida hoy sea una preparación consciente para ese encuentro eterno. Vive como alguien que ha sido llamado a presentarse ante el trono: con humildad, reverencia y fidelidad. -Adaptado de H. Melvill. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: ¡Señor Altísimo, cuán grande es la promesa de un día estar delante de Ti! Aunque no comprenda cómo será, mi corazón se llena de esperanza al saber que veré Tu gloria plenamente revelada.

Enséñame a vivir como quien Te espera. Que cada decisión que tome aquí en la tierra refleje el deseo de estar Contigo. Que mi obediencia hoy sea la señal de la esperanza que tengo en el mañana.

Oh, mi amado Dios, te agradezco por llamarme a este destino glorioso. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino que me prepara para el encuentro con Tu rostro. Tus mandamientos son los peldaños que me conducen a la eternidad contigo. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino...

“No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Hay algo que todos necesitamos aprender: nuestras ideas, teorías e interpretaciones humanas sobre Dios son limitadas y pasajeras. Ningún sistema teológico es, en sí mismo, la verdad eterna — son solo estructuras temporales, útiles por un tiempo, como el antiguo Templo. Lo que permanece y toca el corazón de Dios no son nuestras opiniones, sino la fe viva y la obediencia práctica. La verdadera unión entre los hijos de Dios no vendrá de la concordancia doctrinal, sino de la entrega sincera y del servicio al Señor, hecho con amor y reverencia.

Jesús no nos llamó para ser maestros de ideas, sino practicantes de la voluntad del Padre. Él enseñó una fe que va más allá de las palabras, que se prueba en el día a día, que se construye sobre la roca de la obediencia. Y esa fe, firme en los magníficos mandamientos de Dios, es la que une, transforma y conduce al verdadero cristianismo. Cuando dejamos de defender nuestras opiniones y comenzamos a vivir la verdad revelada, la luz de Dios brilla con fuerza en nuestras pequeñas comunidades, trayendo unidad real y vida abundante.

El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que hoy elijas no solo creer con la mente, sino obedecer con el corazón y servir con las manos. -Adaptado de J. M. Wilson. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor Dios, líbrame de la vanidad de las opiniones y llévame a buscar la esencia de lo que es eterno. Que no confunda conocimiento con santidad, ni discurso con obediencia. Enséñame a valorar lo que realmente importa.

Ayúdame a promover la unión donde estoy, no por exigir que todos piensen igual, sino por vivir con humildad y servir con amor. Que mi testimonio sea mayor que cualquier argumento, y que mi vida hable de Tu verdad.

Oh, amado Padre, te agradezco por mostrarme que el verdadero cristianismo está en obedecer y amar. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento que sostiene la fe verdadera. Tus mandamientos son los puentes que unen a los que desean vivir para Ti. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Todo lo hizo hermoso en su tiempo; también puso el mundo en...

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; también puso el mundo en el corazón del hombre” (Eclesiastés 3:11).

No fue el azar, ni el enemigo, quien nos colocó exactamente en este tiempo. Fue el propio Dios quien determinó esta generación como nuestro campo de batalla, nuestra porción de historia. Si Él nos puso aquí, es porque aquí somos llamados a vivir, a luchar y a obedecer. No serviría de nada desear días más fáciles, pues el tiempo correcto es este — y la gracia está en enfrentarlo con valentía, reverencia y verdad. Cada dificultad es una herramienta divina para despertar en nosotros una fe más profunda, más seria, más real.

Es en estos días difíciles que aprendemos a dejar de confiar en nosotros mismos y nos rendimos a la dirección de los magníficos mandamientos del Señor. Cuando la creencia fácil se desvanece, la fe verdadera es revelada. Y es obedeciendo lo que Dios ya ha dicho, caminando por donde Él ya ha trazado, que somos fortalecidos para continuar. El tiempo en que vivimos exige firmeza y discernimiento — y es precisamente eso lo que la obediencia a la Ley del Padre produce en nosotros.

El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que hoy elijas vivir este tiempo con valentía y humildad, confiando no en tu fuerza, sino en la sabiduría de Dios que te llamó para este exacto momento de la historia. -Adaptado de John F. D. Maurice. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Dios eterno, Tú conoces los tiempos y las estaciones, y sé que este tiempo fue escogido por Ti para mí. No quiero huir de la responsabilidad de vivir hoy, aquí, de la manera que el Señor desea.

Ayúdame a no desear un pasado más fácil, sino a volverme firme y fiel en este presente que el Señor preparó. Enséñame a creer con madurez, a obedecer con valentía, y a caminar con los ojos fijos en Tu voluntad.

Oh, Señor amado, te agradezco por ponerme en este tiempo con un propósito. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el timón que me guía aun en vientos contrarios. Tus mandamientos son el suelo firme donde puedo andar, incluso cuando todo alrededor parece incierto. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados casa...

“Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual, para ser un sacerdocio santo” (1 Pedro 2:5).

La vida que vivimos aquí es el taller de algo mucho más grande y glorioso. Mientras caminamos en esta tierra, somos como piedras en bruto en una cantera, siendo moldeadas, talladas y preparadas con un propósito. Cada golpe de aflicción, cada injusticia sufrida, cada desafío enfrentado es parte de la obra divina — pues nuestro lugar no está aquí, sino en la grandiosa estructura celestial que el Señor está levantando, invisible a los ojos, pero cierta y eterna.

Es en este proceso de preparación que la obediencia a los hermosos mandamientos de Dios se vuelve esencial. Él nos mide con precisión, como con una plomada, y desea que nuestro corazón se alinee completamente a Su voluntad. Lo que hoy parece solo dolor o incomodidad es, en realidad, un ajuste hecho por las manos del Creador para que un día seamos encajados en la perfecta armonía de Su templo eterno. Aquí aún estamos separados, dispersos — pero allá, seremos un solo cuerpo, en perfecta unidad, cada uno en su debido lugar.

Dios solo revela Sus planes a los obedientes. Que recibas con fe la obra del Padre en tu vida y elijas ser moldeado según Su voluntad. Porque aquellos que se dejan preparar serán llevados, en el tiempo correcto, para formar parte del templo celestial — donde habita la plenitud de Dios. -Adaptado de J. Vaughan. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor glorioso, aun cuando no entiendo Tus propósitos, confío en Tus manos que me moldean. Sé que cada momento difícil tiene valor eterno, pues estás preparando mi alma para algo mucho más grande de lo que veo ahora.

Dame paciencia y fe para aceptar la obra de Tu Espíritu. Que yo sea como una piedra viva, lista para ser ajustada a Tu proyecto. Enséñame a obedecer y a rendirme totalmente a Tu voluntad, incluso cuando ella me hiere antes de sanarme.

Oh, Dios amado, Te agradezco por incluirme en la construcción de Tu templo eterno. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es la medida que me alinea con el cielo. Tus mandamientos son herramientas fieles que me labran con perfección. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.