Devocional Diario: Cantaré al Señor, porque él es bueno conmigo (Salmos...

“Cantaré al Señor, porque él es bueno conmigo” (Salmos 13:6).

Con un corazón verdaderamente entregado a Dios y lleno de Su presencia, no hay necesidad de buscarlo en lugares lejanos ni en experiencias extraordinarias. No es necesario buscarlo en los cielos, en las profundidades de la tierra o en señales externas, pues Él está en todas partes, en todo, revelándose continuamente, momento tras momento. Dios es la gran realidad del universo, y Su presencia se manifiesta en el ahora eterno: un fluir constante que ni siquiera la propia eternidad puede agotar. Cada instante es una nueva oportunidad de encontrarse con Él, de conocerlo más y de experimentar Su presencia viva y actual.

Pero, ¿cómo vivir esta realidad con claridad, sin confusión ni ilusiones? La clave es simple y profunda: alinearse con Dios mediante la obediencia a Su santa, eterna y poderosa Ley. Esta es el puente entre el alma y el Creador. Muchos desean una relación íntima con Dios, pero ignoran Sus mandamientos, y eso es un engaño fatal. Es imposible caminar con Dios mientras se resiste a aquello que Él mismo ha establecido como expresión de Su voluntad. La desobediencia cierra los ojos del alma e impide percibir la presencia viva del Señor en el día a día.

Por otro lado, cuando el alma tiene el valor de rechazar la inclinación común —que prefiere el camino fácil de la desobediencia— y se vuelve con sinceridad para obedecer la voluntad de Dios, todo cambia. La vida espiritual florece. La comunión con Dios se vuelve palpable, viva, constante. El alma experimenta una relación con el Creador que antes parecía distante o imposible. Lo que era seco se vuelve fértil; lo que era oscuro se llena de luz. Obedecer es el secreto, no solo para agradar a Dios, sino para vivir verdaderamente con Él. -Thomas Cogswell Upham. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco porque estás presente en todas partes, en cada instante, y no necesito buscarte en experiencias grandiosas o distantes. Cuando mi corazón está entregado a Ti y lleno de Tu presencia, percibo que siempre estás aquí, revelándote de manera viva, constante y silenciosa.

Padre mío, hoy te pido que me ayudes a vivir esta verdad con claridad y fidelidad. Que no caiga en la ilusión de querer estar cerca de Ti mientras ignoro tus mandamientos. Enséñame a alinear mi alma a Tu santa, eterna y poderosa Ley, que es el puente seguro entre nosotros. Dame valor para rechazar el camino fácil de la desobediencia y fuerza para elegir, día tras día, Tu voluntad. Que mi obediencia sea sincera, firme y llena de amor.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque, cuando te obedezco, todo a mi alrededor cambia. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de luz que atraviesa mi alma, haciendo florecer lo que era seco e iluminando lo que era oscuro. Tus mandamientos son como peldaños firmes que me conducen a una relación viva, constante y real Contigo. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



Compartir