Devocional Diario: El reino de Dios está dentro de vosotros (Lucas 17:21).

“El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lucas 17:21).

La tarea que Dios ha confiado a cada alma es la de cultivar la vida espiritual dentro de sí misma, independientemente de las circunstancias que la rodean. Sea cual sea nuestro entorno, nuestra misión es transformar nuestra esfera personal en un verdadero reino de Dios, permitiendo que el Espíritu Santo tenga pleno dominio sobre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Este compromiso debe ser constante — ya sea en los días de alegría o en los días de tristeza — porque la verdadera estabilidad del alma no depende de lo que sentimos, sino de nuestra conexión con el Creador.

La alegría o tristeza que llevamos dentro de nosotros está profundamente conectada con la calidad de nuestra relación con Dios. El alma que rechaza las instrucciones del Señor, entregadas a través de los profetas y de Jesús, jamás encontrará verdadera paz. Puede incluso buscar la felicidad en cosas externas, pero nunca será completa. Es imposible encontrar descanso mientras resistimos la voluntad de Dios, pues fuimos creados para vivir en comunión y obediencia a Él.

Por otro lado, cuando la obediencia a la poderosa Ley de Dios se convierte en parte natural de nuestra vida diaria, algo glorioso sucede: tenemos acceso al trono divino. Y es de ese trono que fluyen la verdadera paz, la liberación profunda, la claridad de propósito y, sobre todo, la salvación que nuestras almas tanto anhelan. La obediencia abre las puertas del cielo para nosotros, y quien anda en ese camino nunca más se siente perdido — camina guiado por la luz eterna del amor del Padre. -Adaptado de John Hamilton Thom. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco por recordarme que la tarea más importante que me has confiado es la de cultivar una vida espiritual firme y viva, independientemente de lo que suceda a mi alrededor. Tú me llamas a transformar mi esfera personal en un verdadero reino tuyo, permitiendo que tu Espíritu Santo tenga pleno dominio sobre mis pensamientos, sentimientos y acciones.

Padre mío, hoy te pido que plantes en mí un compromiso sincero con tu voluntad, para que la obediencia a tu poderosa Ley se convierta en parte natural de mi día a día. No quiero buscar más la alegría en fuentes externas ni resistir tu llamado. Sé que la verdadera paz, la liberación y la claridad de propósito solo fluyen de tu trono, y que la única manera de mantenerme firme es andar en plena comunión y obediencia a ti. Fortaléceme, Señor, para que no me desvíe ni a la derecha ni a la izquierda.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque en ti encontré la luz que guía mi camino y la verdad que sostiene mi alma. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una fuente pura que riega el desierto interior, haciendo brotar vida donde antes había sequedad. Tus mandamientos son como corrientes de luz que me conducen, paso a paso, a la verdadera paz y a la alegría eterna preparada para los que te obedecen. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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