Escribir sobre la Ley de Dios es, posiblemente, la tarea más noble al alcance de un simple ser humano. La Ley de Dios no es simplemente un conjunto de mandamientos divinos, como muchos la consideran, sino una manifestación de dos de Sus atributos: amor y justicia. La Ley de Dios revela Sus exigencias en el contexto de la realidad humana para la restauración de aquellos que desean ser restituidos al estado original antes de la entrada del pecado.
LA LEY COMO CAMINO DE RESTAURACIÓN Y RECONCILIACIÓN
Contrario a lo que se enseña en muchas iglesias, cada mandamiento es literal e inflexible, diseñado para cumplir el propósito supremo: la salvación de las almas rebeldes. Nadie está obligado a obedecer, pero solo quienes obedecen serán restaurados y reconciliados con el Creador. Escribir sobre esta Ley, entonces, es compartir un destello de lo divino, un privilegio raro que exige humildad y reverencia.
LA IMPORTANCIA DE ESTOS ESTUDIOS
En estos estudios, abordaremos todo lo realmente importante sobre la Ley de Dios, para que quienes así lo deseen puedan realizar los cambios necesarios en su vida aquí en la tierra y alinearse perfectamente con las directrices establecidas por el propio Dios. Aquellos que sean valientes y realmente deseen ser enviados a Jesús por el Padre, para recibir perdón y salvación, acogerán estos estudios con alivio y alegría (Juan 6:37, 39, 44-45, 65; 10:29).
ALIVIO Y ALEGRÍA AL DESCUBRIR LA VERDAD
Alivio, porque, tras dos mil años de enseñanzas equivocadas sobre la Ley de Dios y la salvación, Dios ha dispuesto que produzcamos este material, reconociendo que contradice casi todas las enseñanzas existentes sobre el tema. Alegría, porque los beneficios de estar en armonía con la Ley del Creador van más allá de lo que las palabras humanas pueden expresar. Beneficios espirituales, emocionales y físicos. Los seres humanos fueron creados para obedecer a Dios.
LA LEY DE DIOS NO NECESITA JUSTIFICACIONES
Estos estudios no tienen como enfoque principal las argumentaciones o defensas doctrinales, pues la Ley de Dios, entendida de manera correcta, no necesita justificaciones, dada su origen sagrado. De hecho, involucrarse en discusiones interminables sobre algo que nunca debió ser cuestionado es una afrenta al propio Dios. El simple acto de una criatura finita, un pedazo de barro (Isaías 64:8), de desafiar las reglas de su Creador —quien en cualquier momento puede desecharla entre los pedazos sin valor— señala algo profundamente preocupante en esa criatura. Esta es una actitud que debe ser corregida con urgencia, para su propio beneficio.
LA NECESIDAD DE EXPLICAR EL DAÑO DOCTRINAL
Aunque defendemos que la Ley del Padre debería simplemente ser obedecida por todo aquel que se autodenomina seguidor de Jesús, tal como Jesús mismo y Sus apóstoles lo hacían, reconocemos que se ha causado un daño tan grande dentro del cristianismo respecto a Su Ley que se ha vuelto necesaria una explicación sobre lo ocurrido en casi dos mil años desde la ascensión de Cristo.
LA TRANSICIÓN DEL JUDAÍSMO MESIÁNICO AL CRISTIANISMO MODERNO
Muchos desean entender cómo ocurrió la transición del judaísmo mesiánico (judíos que eran fieles a las leyes de Dios en el Antiguo Testamento y aceptaron que Jesús era el Mesías de Israel enviado por el Padre) al cristianismo actual, cuyo entendimiento de la Ley es que buscar obedecerla equivale a “rechazar a Cristo”, lo que, obviamente, significa la perdición. La Ley, que antes se consideraba como algo de lo cual “bienaventurado es el hombre que medita en ella de día y de noche” (Salmos 1:3), pasó a ser vista, en la práctica, como un conjunto de reglas cuya obediencia lleva al lago de fuego. Todo esto, sin una sola gota de respaldo en lo que leemos en el Antiguo Testamento y en las palabras de Jesús en los cuatro Evangelios.
LOS MANDAMIENTOS MÁS DESOBEDECIDOS Y CÓMO RESTAURARLOS
En esta serie, también abordaremos en detalle los mandamientos de Dios que son más desobedecidos en las iglesias de todo el mundo, prácticamente sin excepción, como la circuncisión, el sábado, los alimentos impuros, el cabello y la barba, y el tzitzit. Explicaremos no solo cómo estos mandamientos claros de Dios dejaron de ser obedecidos en la nueva religión que se distanció del judaísmo mesiánico, sino también enseñaremos cómo deben ser correctamente obedecidos, según las instrucciones de las Escrituras y no según el judaísmo rabínico, que, desde los días de Jesús, ha insertado sus tradiciones humanas dentro de la santa, pura y eterna Ley de Dios.
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