Devocional Diario: Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú,...

“Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan” (Salmos 9:10).

Las almas que más crecen en intimidad con Dios son aquellas que no se esconden detrás de excusas. No viven atadas al pasado ni pierden tiempo quejándose de las circunstancias. Al contrario, miran hacia atrás con discernimiento espiritual, reconociendo que incluso en los tiempos difíciles, Dios estaba allí — acercándose, llamando, extendiendo la mano. Estas personas no niegan sus errores, pero tampoco los usan como escudo. Tienen la humildad suficiente para admitir que fallaron, que muchas veces ignoraron las bendiciones y despreciaron las señales de Dios.

Este tipo de corazón es el que oye claramente el llamado del Espíritu Santo. Es un corazón que no se justifica, sino que se rinde. Que no busca excusas, sino dirección. Al reconocer su condición de criatura, esta alma entiende que la bendición, el rescate y la salvación solo vienen por la obediencia. La obediencia a las mismas leyes que el Padre entregó a Israel — y que Jesús, con su vida y enseñanzas, confirmó como eternas, justas y buenas.

Estas almas no serán engañadas por argumentos falsos, ni se inclinarán ante líderes que predican contra la santa Ley de Dios. Saben que desobedecer nunca fue, ni será, un camino de bendición. Y por eso, con fe y valentía, se vuelven al Creador con todas sus fuerzas, decididas a obedecer — cueste lo que cueste. Porque saben que solo existe un camino que lleva a la vida: la fidelidad al Padre, expresada en cada mandamiento que Él nos dio. Ese es el camino que el Espíritu Santo revela a los humildes y obedientes. -Adaptado de James Martineau. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor, hoy me presento ante Ti con un corazón abierto y humilde. Ya no quiero esconderme detrás de excusas, ni justificar mis fallas con argumentos vacíos. Sé que en muchos momentos ignoré Tus bendiciones, desprecié Tus señales y caminé en dirección contraria a Tu voluntad. Pero ahora, con sinceridad, reconozco mis fallas y me rindo a Tu llamado.

Espíritu Santo, háblame con claridad. No quiero resistirme a Tu voz ni endurecer mi corazón. Enséñame a obedecer las leyes que el Padre reveló a Su pueblo y que Jesús confirmó con Su vida. Quiero andar en ese camino santo, aunque el mundo lo rechace, aunque me cueste comodidad, aprobación o seguridad. Tu voluntad es mejor que cualquier otra cosa.

Señor, líbrame de las falsas enseñanzas que desprecian Tu Ley. Dame discernimiento para reconocer el error, valentía para oponerme a la mentira y fuerza para permanecer firme en la verdad. Que mi vida esté marcada por la fidelidad al Padre, en cada pensamiento, actitud y elección. Muéstrame, en cada paso, que la verdadera paz, el verdadero rescate y la verdadera salvación están en la obediencia. Y que nada vale más que estar en el centro de Tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.



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