Devocional Diario: Confiamos en Dios, que resucita a los muertos (2 Corintios...

“Confiamos en Dios, que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:9).

Las situaciones difíciles tienen un poder especial: nos despiertan. La presión de las pruebas elimina el exceso, corta lo innecesario y nos hace ver la vida con más claridad. De repente, aquello que parecía garantizado se muestra frágil, y pasamos a valorar lo que realmente importa. Cada prueba se convierte en una oportunidad de comenzar de nuevo, una ocasión para acercarnos más a Dios y vivir con mayor propósito. Es como si Él nos dijera: “¡Despierta! El tiempo es corto. Tengo algo mejor para ti.”

Nada de lo que enfrentamos es por casualidad. Dios permite que pasemos por luchas no para destruirnos, sino para refinarnos y recordarnos que esta vida es solo un paso. Pero Él no nos dejó sin dirección. A través de Sus profetas y de Su Hijo, Jesús, nos entregó Su poderosa Ley — un manual perfecto de cómo vivir en esta tierra pasajera para que podamos vivir eternamente con Él. El problema es que muchos eligen seguir la presión del mundo, pero los que deciden obedecer los increíbles mandamientos del Padre experimentan algo extraordinario: la verdadera cercanía con el propio Dios.

Cuando elegimos vivir en obediencia, Dios se mueve en nuestra dirección. Él ve nuestra decisión firme, nuestra entrega verdadera, y responde con bendiciones, dirección y paz. Nos envía al Hijo — al único que puede perdonar y salvar. Ese es el plan: obediencia que lleva a la presencia, presencia que lleva a la salvación. Y todo comienza cuando, incluso en medio del dolor, elegimos decir: “Padre, seguiré Tu Ley. Cueste lo que cueste.” -Adaptado de A. B. Simpson. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Dios, te agradezco por las pruebas que me despiertan a lo que realmente importa. Cada dificultad me ha hecho ver la vida con más claridad y buscar más profundamente Tu presencia. No quiero desperdiciar los dolores con quejas, sino usarlos como peldaños hacia la madurez espiritual.

Padre, sé que la vida aquí es corta, y por eso decido vivir conforme a Tus instrucciones eternas, entregadas por Tus profetas y por Jesús, Tu amado Hijo. Quiero andar según Tu poderosa Ley, aunque eso vaya en contra de la opinión del mundo. Dame valor para obedecer Tus increíbles mandamientos con fidelidad, incluso cuando sea difícil, porque sé que eso atrae Tu favor y Tu presencia.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque eres fiel en todo tiempo, y bueno con los que te obedecen. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es una antorcha que nunca se apaga en la noche oscura, mostrando el camino seguro para quien desea la vida eterna. Tus mandamientos son como joyas incorruptibles, llenas de gloria y poder, que adornan el alma de los que te aman de verdad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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