Devocional Diario: "He aquí que te he purificado, pero no como a la plata; te he...

"He aquí que te he purificado, pero no como a la plata; te he probado en el horno de la aflicción" (Isaías 48:10).

El “fuego de la prueba” no es algo extraño ni reservado solo para unos pocos siervos de Dios. Al contrario, es parte del camino de todos los que han sido escogidos. La propia voz del Señor declara que los Suyos son probados en el horno de la aflicción. Esto significa que toda alma llamada por Dios experimentará, en mayor o menor grado, momentos en los que será purificada a través del sufrimiento —no por casualidad, sino por designio divino.

Por eso la espléndida Ley del Señor es tan necesaria en la vida del fiel. Los majestuosos mandamientos entregados a los profetas del Antiguo Testamento y a Jesús nos preparan para reconocer que el sufrimiento forma parte del proceso. La obediencia constante nos fortalece para permanecer firmes cuando el calor del horno aumenta. Quien vive bajo la dirección de la Ley de Dios no se sorprende por la prueba, sino que la entiende como un sello de pertenencia y un medio de perfeccionamiento.

Si estás atravesando el fuego, no te desanimes. El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Deja que los extraordinarios mandamientos del Señor sean el fundamento que te sostiene en medio del dolor. Obedecer nos trae bendiciones, liberación y salvación —y nos prueba como oro refinado en el fuego. -Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor purificador, cuando el fuego de la aflicción me rodea, ayúdame a recordar que Tú mismo me has escogido para ser Tuyo. Que no rechace el horno, sino que te glorifique en él.

Enséñame a obedecer Tu magnífica Ley aun en las horas más difíciles. Que Tus mandamientos me den fuerzas para permanecer firme mientras soy moldeado por Tu mano.

Oh, Señor amado, te agradezco porque me pruebas no para destruirme, sino para perfeccionarme. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como el fuego que purifica sin consumir. Tus mandamientos son como herramientas celestiales que me forman según Tu voluntad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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