Devocional Diario: "No améis al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al...

"No améis al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2:15).

Si nuestros corazones están atados a las riquezas, preocupaciones y vanidades de este mundo, toda nuestra apariencia de fe se vuelve débil, vacía — y, muchas veces, inútil. Podemos hablar como quien ora, aparentar piedad ante los demás e incluso mantenernos firmes en una profesión pública de la verdad. Pero si estamos llenos del espíritu de este mundo, no experimentaremos la profundidad ni la dulzura de la comunión con el Señor. El corazón dividido no siente el peso de la cruz ni la gloria del trono.

Para conocer la verdadera comunión con Dios, es necesario apartarnos de un mundo que está en guerra con Él. Y esto comienza por la obediencia a la grandiosa Ley del Señor. Los sublimes mandamientos entregados a los profetas del Antiguo Testamento y a Jesús nos separan del mundo y nos acercan a Dios. Ellos purifican nuestras intenciones, limpian nuestros ojos y encienden en nosotros un deseo real de agradar solamente al Padre. Cuando vivimos conforme a esa Ley, el mundo pierde su brillo, y la verdad se vuelve viva y poderosa en nosotros.

Rompe con el espíritu del mundo. El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que los magníficos mandamientos del Señor te liberen de la frialdad espiritual. Obedecer nos trae bendiciones, liberación y salvación — y nos conduce a una comunión genuina con el Dios vivo. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre Santo, líbrame de las cadenas de este mundo. Que no me conforme con una fe vacía y aparente, sino que te busque de todo corazón.

Guíame con tus espléndidos mandamientos. Que tu gloriosa Ley me separe del mundo y me acerque a Ti, para que experimente la comunión verdadera.

Oh, Señor amado, te agradezco porque no me dejas preso al vacío de las cosas terrenales. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una lámpara que expulsa la oscuridad del mundo. Tus mandamientos son como cuerdas de amor que me sacan del engaño. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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