Devocional Diario: "Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa,...

"Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31).

La verdad es que cada tarea de nuestro día, cuando se realiza de forma correcta y justa, forma parte de nuestra obediencia al Señor. Nada de lo que es lícito y aprobado por Dios debe ser visto como una carga o un obstáculo para una vida santa. Incluso los trabajos más cansados y rutinarios pueden transformarse en actos de devoción cuando entendemos que el Padre nos ha colocado en esas responsabilidades como parte de nuestra fidelidad a Él.

Por eso necesitamos recordar constantemente la magnífica Ley de Dios y Sus extraordinarios mandamientos. Ellos nos muestran que la verdadera santidad no se vive solo en momentos de oración o culto, sino también en la vida cotidiana, en las elecciones simples, en la forma en que tratamos a las personas y cumplimos nuestras obligaciones. El Padre revela Sus planes a los obedientes y utiliza incluso nuestras tareas diarias para moldear nuestro carácter y prepararnos para la vida eterna.

Así que no veas tus responsabilidades como barreras, sino como oportunidades para ser moldeado por el Señor. El Padre bendice y envía al Hijo a quienes guardan Su brillante Ley en todos los aspectos de la vida. Camina en obediencia, y descubrirás que cada detalle de tu rutina puede ser un camino de santificación y salvación en Jesús. Adaptado de Henry Edward Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, consagro delante de Ti cada detalle de mi vida. Sé que nada es demasiado pequeño para ser hecho en obediencia al Señor.

Señor, ayúdame a vivir cada día de acuerdo con Tu magnífica Ley y Tus extraordinarios mandamientos. Que incluso las tareas más simples sean instrumentos para acercarme a Ti y fortalecer mi santificación.

Oh, Dios querido, Te agradezco porque cada parte de la vida puede ser vivida para Ti. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es una guía brillante para mi vida. Tus mandamientos son peldaños firmes que me conducen al cielo. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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