Devocional Diario: "Porque este mi hijo estaba muerto y ha revivido; se había perdido y...

"Porque este mi hijo estaba muerto y ha revivido; se había perdido y fue hallado" (Lucas 15:24).

¡Qué estado tan terrible es estar muerto en pecado y no darse cuenta! Vivir ajeno a la presencia de Dios, sin sentir la gravedad de la propia condición, es como caminar en tinieblas pensando que se está en la luz. El alma muerta no siente dolor, no teme el peligro y no busca socorro. Esta insensibilidad es lo que hace que la muerte espiritual sea tan aterradora: es el preludio de la segunda muerte, la separación eterna del Creador.

Pero hay esperanza para quien aún escucha el llamado del Altísimo. Cuando el corazón se vuelve hacia los magníficos mandamientos del Señor, la luz comienza a romper la oscuridad. La obediencia despierta la conciencia, revela el pecado y conduce el alma a la presencia viva de Dios. Es el toque del Padre el que devuelve el aliento a lo que parecía perdido, y el Espíritu sopla nueva vida sobre quien se somete a Su voluntad.

Así, si hay frialdad o indiferencia en el corazón, clama por liberación. El Padre tiene poder para resucitar a los que duermen en la muerte espiritual y traerlos de vuelta a la comunión con Él. Quien obedece y despierta a la vida de la fe es enviado al Hijo para encontrar perdón, santidad y eterna salvación. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque eres poderoso para restaurar lo que parecía muerto y perdido. Despierta en mí toda sensibilidad espiritual que el pecado intentó apagar.

Señor, enséñame a vivir según tus magníficos mandamientos, para que nunca me acostumbre a la oscuridad y permanezca despierto en tu luz.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me llamas de la muerte a la vida. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el soplo que reaviva mi alma. Tus mandamientos son la luz que me guía de regreso a tu corazón. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



Compartir