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Devocional Diario: "Estableceré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré grandemente"...

"Estableceré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré grandemente" (Génesis 17:2).

Las promesas del Señor son fuentes que jamás se secan. No se retraen en tiempos de escasez; al contrario, cuanto mayor es la necesidad, más evidente se hace la abundancia de Dios. Cuando el corazón se apoya en las palabras del Altísimo, cada momento difícil se transforma en una oportunidad para experimentar el cuidado divino de manera más profunda y real.

Pero para beber de esa plenitud, es necesario venir con el “cáliz” de la obediencia. Quien camina en los espléndidos mandamientos del Señor aprende a confiar, pedir y recibir en proporción a su compromiso. Cuanto más fiel se es, mayor es la medida con la que uno se acerca a la fuente, y mayor la porción de fuerza y gracia que lleva para su vida diaria.

Así que acércate a las promesas de Dios con un corazón obediente. El Padre desea llenar tu vida de bendiciones y sustento, preparándote para la eternidad con el Hijo. Cada día vivido en fidelidad es una oportunidad de experimentar la riqueza que solo el Señor puede dar. Adaptado de John Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, vengo delante de Ti con un corazón confiado, creyendo que Tus promesas son eternas y nunca fallan.

Señor, ayúdame a andar en Tus espléndidos mandamientos, trayendo un “cáliz” mayor de obediencia para recibir todo lo que has preparado para mí. Enséñame a depender de Ti en cada necesidad.

Oh, Dios querido, te agradezco porque Tus promesas son fuentes inagotables. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es un río perenne de vida. Tus mandamientos son manantiales de abundancia que sacian mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Tú guardarás en perfecta paz a aquel cuyo propósito...

"Tú guardarás en perfecta paz a aquel cuyo propósito es firme, porque en ti confía" (Isaías 26:3).

La vida es mucho más que simplemente existir o disfrutar de comodidad. El Señor nos llama a crecer, a ser moldeados en el carácter de Cristo, a hacernos fuertes en virtud, íntegros y disciplinados. Él desea formar en nosotros una paz que no se quiebra con las circunstancias, una confianza interior que transforma cada desafío en una victoria silenciosa. Esta es la verdadera vida: no solo sobrevivir, sino madurar espiritualmente.

Ese crecimiento ocurre cuando elegimos caminar según los sublimes mandamientos del Altísimo. Funcionan como una guía para llevarnos a la madurez, desarrollando paciencia, dominio propio, compasión y firmeza. Cada acto de obediencia es una construcción en el carácter eterno que el Señor desea formar en nosotros, preparándonos para enfrentar las pruebas con serenidad.

Así que mira la vida con nuevos ojos. No te conformes solo con lo necesario; busca lo que es eterno. El Padre moldea y guía a aquellos que se entregan a Su voluntad, transformando cada etapa en peldaños hacia la imagen de Su Hijo y conduciéndolos a la paz victoriosa que solo Jesús puede dar. Adaptado de J. R. Miller. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, me pongo delante de Ti reconociendo que la vida es mucho más que comodidad. Quiero crecer en el carácter de Tu Hijo y ser moldeado a Tu voluntad.

Señor, guíame para que viva según Tus sublimes mandamientos, desarrollando virtudes, disciplina y madurez espiritual en cada momento de mi jornada.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me llevas más allá de lo básico para transformarme a la imagen de Tu Hijo. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino de crecimiento para mi alma. Tus mandamientos son peldaños que me elevan a Tu paz. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Los ojos del Señor están sobre toda la tierra, para...

"Los ojos del Señor están sobre toda la tierra, para mostrarse fuerte a favor de aquellos cuyo corazón es completamente de Él" (2 Crónicas 16:9).

Todos los días nos enfrentamos a lo desconocido. Nadie sabe qué experiencias vendrán, qué cambios surgirán o qué necesidades aparecerán. Pero el Señor ya está allí, antes que nosotros, cuidando de cada detalle. Él nos asegura que Sus ojos están sobre nuestros días desde el principio hasta el fin del año, sosteniéndonos con aguas que jamás se secan y fuentes que nunca fallan. Es esta certeza la que transforma el miedo en confianza y la ansiedad en paz.

Para vivir con esa seguridad, necesitamos alinear nuestra vida a los sublimes mandamientos del Altísimo. Ellos nos enseñan a depender de Dios como la única fuente, en vez de confiar en los recursos inestables del mundo. Cada paso de obediencia es como beber de las fuentes eternas, recibiendo fuerzas para enfrentar lo que aún no conocemos y encontrando equilibrio incluso en tiempos de prueba.

Así que, avanza hacia este nuevo día confiando en el Señor. El Padre no deja faltar lo necesario para quienes Le pertenecen. Quien camina en fidelidad descubre que lo desconocido no es un enemigo, sino un escenario donde Dios revela Su cuidado, guiándonos con seguridad y preparándonos para la vida eterna en Jesús. Adaptado de Lettie B. Cowman. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque tus ojos están sobre cada nuevo día aun antes de que comience. Confío en que el Señor ya ha preparado todo lo que necesito.

Señor, ayúdame a vivir según tus sublimes mandamientos, para que dependa solamente de Ti en cada momento de mi camino.

Oh, Dios querido, te agradezco porque tus fuentes nunca se secan. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es un río constante que me sostiene. Tus mandamientos son corrientes de vida que renuevan mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "El Señor es mi pastor; nada me faltará" (Salmos...

"El Señor es mi pastor; nada me faltará" (Salmos 23:1).

La vida trae batallas, desafíos y momentos de gran solemnidad. Pero quien cree en el Pastor de sus almas encuentra fuerza para avanzar, cumplir con el deber y vencer cada prueba. La fe en el Señor sostiene la obediencia, y la obediencia alimenta la fe, creando un círculo de confianza y victoria. Al final de la jornada, cuando cesen las luchas de la tierra, esa misma fe se transformará en cántico de conquista.

Para caminar así, es necesario seguir los magníficos mandamientos del Altísimo, que nos guían como un bastón seguro en las sendas del día a día. Cada acto fiel, cada paso obediente construye firmeza interior y nos prepara para la eternidad. De esta manera, incluso ante las luchas, sentimos la paz del Pastor conduciéndonos con cuidado y propósito.

Así que avanza sin miedo. El Pastor celestial guía a los obedientes por aguas tranquilas y, al final del camino, contemplan la luz del cielo reflejada en las aguas eternas. Quien persevera en la voluntad del Señor descubre que la muerte es solo un paso hacia la radiante paz de Su presencia. Adaptado de Stopford A. Brooke. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, me acerco a Ti con el corazón dispuesto a seguir Tu camino, incluso ante las batallas de esta vida.

Señor, guíame para que camine fielmente en Tus magníficos mandamientos. Que mi fe sea fortalecida por la obediencia, y mi obediencia, sostenida por la fe.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me conduces como un Pastor perfecto. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el cayado que guía mis pasos. Tus mandamientos son aguas tranquilas que refrescan mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Luego lo llevó fuera y le dijo: Mira...

“Luego lo llevó fuera y le dijo: ‘Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes hacerlo’” (Génesis 15:5).

Como Abraham, muchas veces estamos encerrados en nuestras “tiendas”: nuestros límites mentales, nuestros miedos y ansiedades. Pero el Señor nos llama a salir, a levantar los ojos al cielo y ver más allá. Nos invita a cambiar los espacios estrechos por una visión amplia, a vivir con los pies firmes en Su voluntad y el corazón abierto a lo que Él ha planeado. Cuando miramos hacia arriba, nos damos cuenta de que los pensamientos de Dios son mucho más altos que los nuestros, y que Sus caminos siempre son mayores de lo que imaginamos.

Para experimentar esa vida más amplia, es necesario caminar según la majestuosa Ley del Altísimo. Ella nos libera de las prisiones internas, rompe los límites que nos hemos impuesto y nos enseña a confiar en la dirección del Padre. Cada paso de obediencia es una invitación a ver el mundo y la vida desde la perspectiva de Dios, cambiando la visión corta del hombre por la visión eterna del Creador.

Así que sal de la “tienda” de la limitación y entra en el “cielo” de las promesas de Dios. Él desea que vivas con horizontes abiertos, guiado por Sus grandiosos mandamientos, siendo preparado para heredar la vida eterna en Jesús. Adaptado de John Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, me presento delante de Ti pidiendo que me saques de los espacios estrechos y me lleves a ver el cielo de Tus promesas. Abre mis ojos para ver Tus planes más grandes.

Señor, guíame para que camine en obediencia a Tu majestuosa Ley, cambiando pensamientos pequeños por una visión amplia de Tu propósito. Que viva cada día confiando en Tu cuidado.

Oh, Dios querido, Te agradezco porque me llamas a salir de mis limitaciones. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es un horizonte sin fin para mi alma. Tus mandamientos son estrellas que me guían en el camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Mucha paz tienen los que aman tu ley; y nada los hará tropezar..."

"Mucha paz tienen los que aman tu ley; y nada los hará tropezar" (Salmos 119:165).

Hay momentos en los que, al abrir las Escrituras, sentimos que una suave paz desciende sobre el alma. Las promesas de Dios brillan como estrellas en el cielo nocturno, cada una trayendo luz y seguridad al corazón. Y, cuando nos acercamos en oración, el Señor derrama un consuelo profundo, como aceite sobre las olas agitadas, calmando incluso los levantamientos secretos de rebeldía dentro de nosotros.

Este dulce consuelo solo se vuelve duradero cuando elegimos andar en fidelidad a la espléndida Ley del Señor. Es ella la que preserva nuestra mente de la inconstancia y afirma nuestros pasos en medio de las luchas. La obediencia abre los oídos para escuchar las promesas y el corazón para experimentar la paz que viene del Altísimo, incluso en medio de las pruebas.

Así que haz de las palabras eternas del Señor tu refugio. Quien vive en obediencia descubre que cada promesa es viva y eficaz, y que el Padre conduce a Sus fieles al Hijo, donde hay perdón, esperanza y salvación. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre querido, me acerco a Ti recordando cuántas veces Tu Palabra ha traído paz a mi alma. Gracias porque me muestras que no estoy solo.

Señor amado, enséñame a andar en Tu espléndida Ley, para que viva sensible a Tus promesas y en paz, incluso frente a las tormentas.

Oh, Dios amado, Te agradezco porque Tu Palabra es consuelo y fortaleza para mí. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como estrellas que iluminan la noche. Tus mandamientos son bálsamo que calma las olas de la vida. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Bien sé que todo lo puedes, y que ningún plan tuyo puede ser...

"Bien sé que todo lo puedes, y que ningún plan tuyo puede ser frustrado" (Job 42:2).

La vida trae dolores, pruebas y caídas interiores que parecen más pesadas que cualquier sufrimiento externo. Aun así, la fe nos lleva a terminar cada capítulo del camino con gratitud al Creador. No solo por los beneficios que recibimos, sino por todo lo que compone la existencia: alegrías y tristezas, salud y enfermedad, victorias y fracasos. Cada parte, incluso la más difícil, es usada por Dios para nuestro bien.

Esta visión solo es posible cuando aprendemos a vivir según la grandiosa Ley del Señor. Ella nos muestra que nada es en vano, que incluso la tentación puede convertirse en oportunidad de fortalecimiento, y que el Padre gobierna cada detalle con sabiduría. Obedecer a esta voluntad santa nos ayuda a ver el propósito detrás de las circunstancias, y a descansar en el cuidado de Aquel que moldea nuestra vida para la eternidad.

Así, sé agradecido en todo tiempo. Quien se somete a la voluntad del Altísimo entiende que tanto la alegría como el dolor son instrumentos de preparación. El Padre guía a los obedientes y los conduce al Hijo, donde encontramos perdón, salvación y la certeza de que todo coopera para la vida eterna. Adaptado de Orville Dewey. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor amado, me presento ante Ti con un corazón agradecido, no solo por las bendiciones visibles, sino por toda mi vida y por cada experiencia que me has dado.

Padre, enséñame a obedecer Tu grandiosa Ley y a ver en cada situación —sea de alegría o de dolor— Tu mano obrando para mi bien. Que nunca pierda la confianza en Tu propósito.

Oh, Dios querido, te agradezco porque todo en mi vida tiene sentido en Ti. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es un fundamento que sostiene cada etapa de mi jornada. Tus mandamientos son instrumentos divinos que transforman todo en preparación para la eternidad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Después del fuego vino un susurro suave y delicado; y...

"Después del fuego vino un susurro suave y delicado; y Elías, al oírlo, cubrió su rostro con el manto" (1 Reyes 19:12-13).

La voz de Dios no se impone con estruendo, sino que susurra suavemente al corazón dispuesto a escuchar. Él habla en secreto, de espíritu a espíritu, y esa comunión solo es percibida por quienes se apartan del ruido del mundo. Si llenamos nuestra vida de vanidades, rivalidades y ansiedades, ¿cómo podremos distinguir el toque silencioso del Señor? El peligro está en tapar los oídos del alma y perder la dirección que solo Él puede dar.

Para oír con claridad, es necesario vivir en fidelidad a los sublimes mandamientos de Dios. Ellos nos enseñan a separar lo puro de lo vacío, a buscar la santidad en vez de las distracciones del mundo. Cuando elegimos la obediencia, aprendemos a silenciar los ruidos externos e internos, y la voz del Altísimo se vuelve viva y transformadora.

Así, haz del silencio ante Dios un hábito santo. El Padre habla a los obedientes y guía con ternura a quienes guardan Su voluntad. Quien se inclina para oír será conducido a la vida plena en Jesús, con paz, dirección y salvación. Adaptado de Edward B. Pusey. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre santo, me acerco a Ti pidiendo oídos atentos y un corazón sensible a Tu voz suave. Aparta de mí las distracciones que me impiden escucharte.

Señor amado, enséñame a guardar Tus sublimes mandamientos y a apartarme del tumulto vacío de este mundo. Que Tu voz sea siempre más clara que cualquier otra.

Oh, Dios querido, te agradezco porque aún hablas de forma suave a mi corazón. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es un susurro de vida para mi alma. Tus mandamientos son melodías santas que me conducen por el camino correcto. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "En paz me acuesto y pronto me duermo, porque solo tú, Señor...

"En paz me acuesto y pronto me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir seguro" (Salmos 4:8).

Cuando entregamos la vida al cuidado del Señor, encontramos verdadero descanso. El alma que confía en Sus misericordias no se pierde en ansiedad ni en impaciencia, sino que aprende a reposar sabiendo que está exactamente donde Dios la colocó. Es en ese abandono al Padre donde descubrimos una paz que el mundo no puede ofrecer — la certeza de que estamos en los brazos del Todopoderoso.

Esa confianza florece cuando elegimos vivir según los magníficos mandamientos del Altísimo. Ellos nos recuerdan que no caminamos al azar, sino que somos guiados por una mano sabia y amorosa. Obedecer es confiar en que cada paso de nuestro camino ha sido ordenado por Dios y que, en cualquier lugar, estamos seguros bajo Su protección.

Por eso, abandona los temores y abraza la fidelidad. El Padre guía y sostiene a quienes se rinden a Su santa voluntad. Quien vive en obediencia descansa en seguridad y es conducido al Hijo para heredar la vida eterna. Adaptado de F. Fénelon. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Amado Señor, me pongo en Tus brazos, entregándote mis preocupaciones e incertidumbres. Sé que solo Tú puedes dar el descanso que mi alma necesita.

Padre, enséñame a confiar en cada detalle de la vida, obedeciendo Tus magníficos mandamientos y aceptando el lugar donde me has puesto. Que yo descanse en paz en la certeza de Tu presencia.

Oh, querido Dios, te agradezco porque me haces vivir seguro. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un lecho de paz para mi alma. Tus mandamientos son brazos firmes que me sostienen en el camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia...

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados" (Mateo 5:6).

Las realidades del cielo solo son deseadas por aquellos que han nacido de lo alto. Para estos, la santidad se convierte en placer, la adoración sincera es alegría, y las cosas de Dios son alimento para el alma. Esta es la verdadera señal de la vida espiritual: encontrar contentamiento no en lo que el mundo ofrece, sino en todo lo que viene del Señor.

Y esa vida solo es posible cuando recibimos el Espíritu de obediencia, que nos lleva a guardar los espléndidos mandamientos del Altísimo. No es una carga, sino una elección de amor y reverencia. Quien busca al Señor de esta manera pasa a valorar cada orden divina como un tesoro que fortalece el corazón y lo prepara para la eternidad.

Así que, examínese: ¿dónde está su placer? Si está en la fidelidad al Señor, usted está en el camino de la vida. El Padre revela Sus planes y concede bendiciones eternas a aquellos que andan según Su santa Ley, conduciéndolos al Hijo para encontrar perdón y salvación. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre santo, reconozco que solamente aquellos que nacen de lo alto pueden disfrutar de Tu presencia como el mayor placer de la vida. Dame un corazón enfocado en lo que es eterno.

Señor amado, guíame a obedecer fielmente Tus espléndidos mandamientos. Que mi mente se ocupe de las cosas del cielo y que mi alma encuentre alegría en andar en Tu voluntad.

Oh, Dios querido, Te agradezco porque me enseñas a desear lo que es santo y eterno. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es delicia para mi alma. Tus mandamientos son como miel que endulza mi camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.