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Devocional Diario: "De cierto, de cierto te digo: todo aquel que comete pecado es...

"De cierto, de cierto te digo: todo aquel que comete pecado es esclavo del pecado" (Juan 8:34).

Jesús habló con firmeza sobre la diferencia entre vivir según la carne y vivir según Dios. El hombre que entrega su vida a los deseos corruptos, que miente, engaña y destruye, muestra a quién realmente sirve. Esto no es un juicio humano, sino la verdad divina. Solamente cuando el corazón es transformado por el poder del Altísimo y el hombre nace de nuevo, pasa a formar parte de la familia de Dios. La fe no es un título, es una nueva naturaleza que rechaza las obras de las tinieblas.

Esta nueva vida nace en la obediencia a los magníficos mandamientos del Señor. Es en ellos donde el Espíritu Santo moldea el carácter y destruye los impulsos que alejan el alma de Dios. Vivir de manera santa no es una opción para el creyente — es la señal de que ha sido liberado del dominio del mal y ahora pertenece al reino de la luz.

Así que examina si tu vida refleja al Dios que confiesas. El Padre acoge con amor al pecador que se arrepiente y lo conduce al Hijo, donde hay perdón y verdadera transformación. Sólo entonces el hombre deja de ser esclavo de la carne y pasa a ser heredero de la vida eterna. Adaptado de D. L. Moody. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque me llamaste de las tinieblas a tu luz. Líbrame de todo deseo que me aparte de Ti y purifica mi corazón.

Señor, ayúdame a vivir según tus magníficos mandamientos, para que cada una de mis actitudes revele que pertenezco a tu casa y no al dominio del pecado.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me haces nacer de nuevo para una vida pura y verdadera. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el límite santo que me protege. Tus mandamientos son la herencia que me confirma como tu hijo. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Alabad al Señor, porque él es bueno; porque su benignidad dura para...

"Alabad al Señor, porque él es bueno; porque su benignidad dura para siempre" (Salmos 106:1).

A menudo, agradecemos con voz vacilante por las bendiciones espirituales que recibimos, pero ¡cuán vasto es el campo de misericordias que Dios nos concede al librarnos de lo que no hicimos o no llegamos a ser! No podemos ni imaginar todo lo que Él, en Su bondad, nos ha evitado. Cada día es un regalo de Su protección contra males que nunca conocimos.

Esta verdad nos llama a obedecer la gloriosa Ley de Dios. Sus maravillosos mandamientos son un escudo, guiándonos lejos del pecado y cerca de Su voluntad. Obedecer es abrazar la protección del Creador, permitiendo que Él nos mantenga en el camino de la rectitud.

Amado, vive en obediencia para recibir las bendiciones de Dios. El Padre guía a los obedientes a Su Hijo, Jesús, para salvación. Da gracias por Su protección y sigue Sus caminos, como hacía Jesús, para encontrar la verdadera paz. Adaptado de Frances Ridley Havergal. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te alabo por Tu bondad que me guarda. Enséñame a valorar Tus misericordias.

Señor, guíame a seguir Tus maravillosos mandamientos. Que camine en Tu amor.

Oh Dios amado, gracias por librarme de lo que nunca vi. Tu Hijo es mi Príncipe y Salvador. Tu gloriosa Ley es el refugio que protege mi alma. Tus mandamientos son estrellas que guían mi camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Derramo mi queja delante de él; ante él expongo mi angustia..."

"Derramo mi queja delante de él; ante él expongo mi angustia" (Salmos 142:2).

Dios no da ayuda en pequeñas dosis. Él derrama bendiciones hasta rebosar, llenando nuestro vacío. Su generosidad es ilimitada, pero nuestra capacidad de recibir es lo que la restringe. Él daría infinitamente si nuestra fe fuera mayor. La pequeñez de la fe es el único obstáculo para las bendiciones plenas de Dios.

Esta verdad nos llama a obedecer la encantadora Ley de Dios. Sus incomparables mandamientos amplían nuestra fe, abriendo espacio para Sus bendiciones. Obedecer es confiar en el Creador, alineándonos con Su plan. La obediencia expande nuestro corazón para recibir las riquezas divinas.

Amado, vive en obediencia para acoger las bendiciones de Dios. El Padre guía a los obedientes a Su Hijo, Jesús, para salvación. No limites a Dios con poca fe. Obedece, como Jesús, y recibe bendiciones sin medida. Adaptado de J. R. Miller. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te alabo por tu bondad sin fin. Enséñame a confiar en Ti plenamente.

Señor, guíame a seguir Tus insuperables mandamientos. Que mi fe crezca para recibir Tus promesas.

Oh Dios amado, agradezco por Tu generosidad que me sostiene. Tu Hijo es mi Príncipe y Salvador. Tu brillante Ley es la llama que ilumina mi camino. Tus mandamientos son tesoros que guían mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "He aquí que yo soy el Señor, el Dios de toda carne; ¿habrá algo...

"He aquí que yo soy el Señor, el Dios de toda carne; ¿habrá algo demasiado difícil para mí?" (Jeremías 32:27).

La fe de Abraham se afirmaba en la convicción de que nada es imposible para Dios. Incluso ante lo improbable, él miraba al cielo y veía, por encima de toda limitación humana, el poder, la sabiduría y el amor del Creador. Esta certeza lo sostenía cuando todo parecía contrario, pues creía que el corazón amoroso de Dios deseaba lo mejor, que Su mente infinita trazaba el plan perfecto y que Su brazo poderoso cumpliría todo lo que había prometido.

Esa fe inquebrantable también florece en aquellos que caminan de acuerdo con los magníficos mandamientos del Altísimo. La obediencia fortalece la confianza y nos enseña a percibir el carácter fiel de Dios en cada detalle. Cuando seguimos Sus instrucciones, aprendemos a descansar en la certeza de que el mismo poder que creó los cielos y la tierra actúa hoy para sostener a los que Le temen.

Así, mira las imposibilidades como oportunidades para que el Señor muestre Su poder. Cuando la fe se une a la obediencia, el alma encuentra descanso y alegría en medio de la espera. El Padre honra a los que confían y los conduce al Hijo, donde cada promesa se cumple con perfección. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque nada es imposible para Ti. Dame la fe de Abraham, que confía aun cuando no ve salida.

Señor, enséñame a andar según Tus magníficos mandamientos, para que mi fe sea firme y mi corazón permanezca en paz, sabiendo que Tu poder cumple cada promesa.

Oh, Dios querido, te agradezco porque Tu brazo es fuerte para realizar lo que prometes. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento de mi confianza. Tus mandamientos son las columnas que sostienen mi fe. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "En su nombre se predicara el arrepentimiento y la remisión...

“En su nombre se predicara el arrepentimiento y la remisión de los pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

Hay conversiones que no resisten al paso del tiempo porque nacieron sin convicción de pecado. Cuando el corazón no es quebrantado, la semilla cae en un suelo superficial —y basta con el primer viento de oposición para arrancar lo que parecía fe. El arrepentimiento verdadero es el fundamento de la vida espiritual; sin él, la emoción inicial se desvanece y la persona vuelve a las antiguas prácticas, como si nada hubiera sucedido. Es el dolor del pecado lo que prepara el alma para recibir el perdón y permanecer firme.

Esa firmeza crece en quienes eligen andar en los magníficos mandamientos del Altísimo. La obediencia protege el corazón contra la superficialidad y lo conduce a la raíz de la fe viva. Quien oye la Palabra y la pone en práctica no se tambalea ante las tormentas, pues tiene sus raíces firmes en la roca —y el fruto aparece, incluso en medio de las pruebas.

Así que, examina tu corazón y permite que Dios te convenza de lo que necesitas dejar atrás. El Padre no desprecia al arrepentido sincero, sino que lo fortalece y lo conduce al Hijo, donde la fe se vuelve profunda, constante y fructífera. Adaptado de D. L. Moody. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque tu verdad me llama al arrepentimiento y me enseña lo que es la fe genuina.

Señor, ayúdame a vivir según tus magníficos mandamientos, para que mi fe tenga raíces profundas y produzca frutos que te glorifiquen.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me concedes un corazón quebrantado y verdadero. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el suelo fértil donde crece mi fe. Tus mandamientos son las raíces que me mantienen firme en medio de las tormentas. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Bienaventurados los que guardan sus testimonios...

"Bienaventurados los que guardan sus testimonios y lo buscan de todo corazón" (Salmos 119:2).

Un alma llena de grandes ideas ejecuta mejor las pequeñas tareas. La visión divina de la vida ilumina incluso las situaciones más humildes. Lejos de que principios mezquinos sean adecuados para las pequeñas pruebas, solo un espíritu celestial habitando en nosotros puede sostener los trabajos diarios. Ese espíritu soporta con paz las humillaciones de nuestra condición.

Esta verdad nos llama a obedecer la celestial Ley de Dios. Sus magníficos mandamientos elevan nuestra alma, dando propósito a las tareas más simples. Obedecer es permitir que el Creador habite en nosotros, transformando lo común en sagrado y sosteniéndonos en cada desafío.

Amado, vive en obediencia para llevar el espíritu celestial de Dios. El Padre guía a los obedientes a Su Hijo, Jesús, para salvación. Sigue Sus caminos, como lo hacía Jesús, y encuentra paz en las cosas más pequeñas. Adaptado de James Martineau. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te alabo por dar sentido a mis tareas. Enséñame a vivir con Tu visión.

Señor, guíame a seguir Tus magníficos mandamientos. Que mi corazón permanezca en Ti.

Oh Dios amado, agradezco por Tu presencia que me eleva. Tu Hijo es mi Príncipe y Salvador. Tu celestial Ley es la luz que guía mi alma. Tus mandamientos son alas que me hacen volar. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Porque el Señor es bueno; su misericordia es para siempre, y su...

"Porque el Señor es bueno; su misericordia es para siempre, y su fidelidad de generación en generación" (Salmos 100:5).

¡Cuán grande es la diferencia entre el mal que cometemos y el mal que somos capaces de hacer, a veces estando al borde de realizarlo! Si mi alma produjo cizaña cuando estaba llena de semillas venenosas, ¡cuán agradecido debo estar! ¡Y que la cizaña no haya ahogado completamente el trigo, qué milagro es eso! Debemos agradecer a Dios diariamente por los pecados que no cometimos.

Esta verdad nos invita a obedecer la sublime Ley de Dios. Sus extraordinarios mandamientos nos protegen, guiándonos lejos del mal y acercándonos a Su bondad. Obedecer es elegir el camino del Creador, permitiendo que Él purifique nuestro corazón. La obediencia es el escudo que nos guarda de las semillas del error.

Amado, vive en obediencia para recibir la protección y las bendiciones de Dios. El Padre guía a los obedientes a Su Hijo, Jesús, para salvación. Agradece y sigue Sus caminos, como lo hacía Jesús, para encontrar la verdadera paz. Adaptado de Frederick William Faber. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te alabo por Tu misericordia que me libra del mal. Guarda mi corazón en Ti.

Señor, guíame a seguir Tus extraordinarios mandamientos. Que yo camine en Tu amor.

Oh Dios amado, gracias por preservarme del pecado. Tu Hijo es mi Príncipe y Salvador. Tu sublime Ley es el fundamento que sostiene mi alma. Tus mandamientos son rayos que iluminan mi camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Yo te saqué de la sepultura y te haré subir de tus sepulcros, oh...

"Yo te saqué de la sepultura y te haré subir de tus sepulcros, oh pueblo mío; y pondré en vosotros mi Espíritu, y viviréis" (Ezequiel 37:13–14).

Dios no despierta un alma para dejarla atrapada en la oscuridad de la duda y el miedo. Así como Cristo fue sacado del sepulcro, todo aquel que pertenece a Su cuerpo espiritual es llamado a resucitar con Él — libre de culpa, desesperación y de las cadenas de la incredulidad. El mismo poder que levantó al Hijo actúa también en Sus hijos, derramando perdón, paz y amor en el corazón. Esta liberación es parte inseparable de la nueva vida en Cristo, promesa segura para todos los que pertenecen al pacto eterno del Señor.

Pero esa libertad se fortalece en la obediencia a los magníficos mandamientos del Altísimo. Es en el caminar fiel donde el corazón experimenta la verdadera paz y la alegría del Espíritu. La obediencia nos saca de la prisión interior, aclara los pensamientos y nos hace percibir la presencia constante de Dios, transformando el miedo en confianza y la culpa en comunión.

Así que, no aceptes permanecer entre las sombras cuando el Señor ya te ha llamado a la luz. Levántate con Cristo, vive en libertad y anda de manera digna de la nueva vida que el Padre te ha concedido. Quien obedece a la voz divina experimenta la plena restauración y es conducido al Hijo para disfrutar de la verdadera paz. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque no me dejas atrapado en las tinieblas de la duda y el miedo. Tu poder me llama a la luz de la vida en Cristo.

Señor, enséñame a vivir según tus magníficos mandamientos, para que permanezca libre, en comunión contigo, lleno de la paz y el amor que vienen de tu Espíritu.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me liberas del sepulcro de la culpa y me haces vivir en tu presencia. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino que me conduce a la libertad. Tus mandamientos son la luz que disipa el miedo y llena mi corazón de paz. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Bendice, oh alma mía, al Señor, y todo lo que hay en mí bendiga Su...

"Bendice, oh alma mía, al Señor, y todo lo que hay en mí bendiga Su santo nombre" (Salmos 103:1).

Hay algo poderoso cuando la alabanza se vuelve personal. Es fácil hablar sobre lo que otros deberían hacer — como el rey Nabucodonosor, que reconoció el poder de Dios, pero no se volvió a Él de corazón. Pero cuando la alabanza brota de la experiencia individual, cuando un hombre o una mujer comienza a exaltar al Señor por convicción propia, eso es señal de verdadera vida espiritual. El corazón que alaba es un corazón que ha sido tocado y transformado por la presencia divina.

Esa alabanza genuina nace en la vida de quienes caminan en los magníficos mandamientos del Altísimo. La obediencia abre el corazón para reconocer la bondad de Dios en cada detalle, y el amor por Su Ley despierta gratitud espontánea. Cuanto más caminamos en fidelidad, más percibimos que la alabanza no es una obligación, sino un desbordamiento del alma ante la majestad del Creador.

Así que, no esperes que otros den el ejemplo — comienza tú mismo. Alaba a Dios por todo lo que Él ha hecho y por quien Él es. El Padre se agrada de quienes Lo honran con amor sincero y los conduce al Hijo, donde la alabanza nunca se apaga y el corazón encuentra su alegría eterna. Adaptado de D. L. Moody. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque pones en mis labios un cántico nuevo, una alabanza verdadera que viene del corazón.

Señor, ayúdame a vivir según Tus magníficos mandamientos, para que cada paso de mi vida sea una expresión de gratitud y amor.

Oh, Dios querido, te agradezco porque me enseñas a alabarte con sinceridad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el motivo de mi cántico. Tus mandamientos son la melodía que alegra mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: "Buscad al Señor y su fuerza; buscad su rostro continuamente"...

"Buscad al Señor y su fuerza; buscad su rostro continuamente" (Salmos 105:4).

Las muchas preocupaciones del hombre, no sus muchos trabajos, alejan la presencia de Dios. Aquieta tus vanidades febriles y pensamientos agitados. En silencio, busca el rostro de tu Padre, y la luz de Su semblante brillará sobre ti. Él creará un lugar secreto en tu corazón, donde lo encontrarás, y todo a tu alrededor reflejará Su gloria.

Esta verdad nos llama a obedecer la grandiosa Ley de Dios. Sus maravillosos mandamientos nos enseñan a silenciar el corazón y buscar Su presencia. Obedecer es entregar nuestras obras a Él, alineándonos con Su propósito. La obediencia nos lleva a un encuentro íntimo con el Creador, incluso en medio de las tareas diarias.

Amado, vive en obediencia para encontrar a Dios en tu corazón. El Padre guía a los obedientes a Su Hijo, Jesús, para salvación. Búscalo, como lo hacía Jesús, y vive en la paz de Su presencia. Adaptado de Edward B. Pusey. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te alabo por Tu presencia que me acoge. Enséñame a aquietar mi corazón.

Señor, guíame a seguir Tus maravillosos mandamientos. Que te encuentre en cada momento.

Oh Dios amado, gracias por llamarme a Tu presencia. Tu Hijo es mi Príncipe y Salvador. Tu grandiosa Ley es el refugio que guarda mi alma. Tus mandamientos son faros que iluminan mi camino. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.