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La Ley de Dios: Devocional Diario: Descansa en el Señor y espera en Él (Salmos 37:7).

“Descansa en el Señor y espera en Él” (Salmos 37:7).

Descubrí que estar en comunión con Dios va mucho más allá de alejarse del ruido del mundo — es aprender a silenciar la mente, aquietar el corazón y simplemente estar delante de Él con una atención tranquila y reverente. Es en ese lugar de quietud interior que el alma comienza a recibir el alimento espiritual que el Señor decide ofrecer. A veces es mucho, a veces es poco a nuestros ojos, pero nunca es nada. Dios nunca nos deja con las manos vacías cuando nos presentamos delante de Él con sinceridad y humildad.

Esta espera silenciosa profundiza algo precioso dentro de nosotros: la humildad y la obediencia. El alma que aprende a esperar en Dios se vuelve más sensible, más sumisa y más llena de fe. Comienza a percibir que no está sola. Los obedientes del Señor llevan dentro de sí una seguridad real — la certeza de que Dios está cerca. Es como si Su presencia pudiera sentirse en el aire, al caminar, al respirar. Y esa presencia constante es, sin duda, la mayor de todas las bendiciones para quien ama al Señor y ama Su poderosa Ley.

Entonces, ¿por qué resistir? ¿Por qué no obedecer a este Dios tan fiel, tan amoroso y tan digno? Él es el único camino hacia la verdadera felicidad — aquí y en la eternidad. Cada mandamiento que Él nos da es una expresión de Su cuidado, una invitación para vivir la realidad del cielo, aún en la tierra. -Adaptado de Mary Anne Kelty. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco porque me has mostrado que la verdadera comunión Contigo es una entrega interior, un reposo del alma en Tu presencia. Cuando aquieto el corazón y silencio la mente, percibo que Tú estás allí, listo para alimentar mi alma con lo que necesito en ese momento. Eres un Dios fiel, que nunca deja de tocar el corazón sincero que se coloca delante de Ti con reverencia.

Mi Padre, hoy Te pido que me enseñes a esperar en silencio, con humildad y fe. Quiero ser un alma sensible a Tu voz, sumisa a Tu voluntad, obediente a Tu poderosa Ley. Que no me distraiga con ruidos o prisas, sino que aprenda el valor de esta espera que me transforma por dentro. Dame esa seguridad que solo Tus siervos fieles conocen — la certeza profunda de que Tú estás cerca, de que caminas conmigo y me sostienes en cada paso. Que nunca pierda el privilegio de sentirte tan presente.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque Tu presencia es la mayor bendición que puedo tener en esta vida. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como el soplo del cielo que refresca el alma cansada y orienta el corazón perdido. Tus mandamientos son como notas de una canción eterna, que acunan el alma en paz y conducen a Tu perfecto amor. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: Nadie puede servir a dos señores (Mateo 6:24)....

“Nadie puede servir a dos señores” (Mateo 6:24).

Considere la verdadera paz que nace cuando entregamos, de hecho, todo nuestro corazón a Dios. Cuando dejamos de lado esas reservas secretas — voluntades propias, planes personales — y confiamos en Él tanto el presente como el futuro, algo extraordinario sucede: somos invadidos por una alegría serena y una tranquilidad duradera. La obediencia deja de ser una carga y pasa a ser un privilegio. Nuestros sacrificios se transforman en fuentes de fuerza interior, y el camino con Dios, antes lleno de dudas, se vuelve suave y lleno de propósito.

Vivir con libertad y paz no es una utopía — es posible, y está al alcance de quien decide entregar todo a Dios. Cuando entregamos nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes en las manos del Señor, abrimos espacio para que Él nos purifique, nos transforme y nos lleve a nuestro verdadero propósito. No existe realización mayor que ser moldeado por Dios y guiado por Su voluntad. Es en ese lugar de entrega que descubrimos quién realmente somos: hijos amados siendo conducidos a la gloria.

Las personas más felices en este mundo son aquellas que dejaron el “yo” atrás y decidieron vivir en completa obediencia a la poderosa Ley de Dios. ¿Y sabes qué les sucede? Dios se acerca. Él pasa a caminar lado a lado con ellas, como un amigo fiel que nunca falla. Él guía cada paso, consuela en las dificultades y fortalece en los desafíos, hasta que, un día, estas almas alcancen la vida eterna en Cristo — el destino final de toda alma que elige obedecer. -Adaptado de Frances Cobbe. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco porque la verdadera paz que tanto busco está disponible cuando entrego completamente mi corazón a Ti. Cuántas veces intenté caminar cargando reservas ocultas — mis propios planes, miedos y deseos — y todo eso solo me alejó de la paz. Pero ahora comprendo que, cuando Te confío mi presente y mi futuro, algo extraordinario sucede: la obediencia deja de ser difícil, y mi alma es invadida por una alegría serena y duradera. Tú transformas hasta los sacrificios en fuentes de fuerza interior.

Mi Padre, hoy Te pido que recibas todo lo que soy. Mis pensamientos, sentimientos y actitudes — pongo todo en Tus manos. Purifícame y moldéame conforme a Tu voluntad. No quiero vivir más para mí, sino para Ti. Sé que, al hacer esto, estaré más cerca de descubrir mi verdadero propósito, aquel que creaste especialmente para mí. Llévame a ese lugar de entrega total, donde pueda vivir con libertad, paz y una fe inquebrantable. Que nunca dude en obedecerte, pues sé que es en este camino que me convierto en quien realmente fui creado para ser.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por acercarte a todos aquellos que Te obedecen con amor y verdad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una canción suave que arrulla el alma cansada y renueva la esperanza día tras día. Tus mandamientos son como senderos iluminados, seguros y firmes, que conducen cada paso hasta el destino eterno preparado para Tus hijos fieles. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: Le respondió: Mi presencia irá contigo, y te daré...

“Le respondió: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso” (Éxodo 33:14).

¿Cómo podemos realmente descansar en Dios? La respuesta está en la entrega total. Mientras ofrezcamos solo partes de nuestro corazón, siempre habrá inquietud dentro de nosotros. Aquella parte que retengamos — por miedo, orgullo o desconfianza — continuará siendo una fuente silenciosa de agitación. Pero cuando nos rendimos por completo, sin reservas, comenzamos a experimentar un descanso profundo, aquel que solo el Señor puede dar. Muchos hombres y mujeres fieles a lo largo de la historia experimentaron ese descanso incluso en medio del dolor, la soledad o cargas pesadas. Y todo lo que Dios fue para ellos, Él desea ser para ti también.

Ese descanso viene cuando entregamos a Dios no solo palabras o intenciones, sino nuestra vida práctica: con disciplina, con conciencia limpia y con un compromiso verdadero de obedecer Su poderosa Ley. Es en ese lugar de fidelidad donde el alma respira alivio. La paz de Dios comienza a ocupar cada espacio antes dominado por la ansiedad. No se trata de perfección, sino de sinceridad y decisión. Obedecer los mandamientos del Señor no es una carga — es la llave que abre la puerta del verdadero descanso.

Desafortunadamente, muchos continúan sufriendo innecesariamente porque se niegan a usar esta llave tan simple. Buscan soluciones en todos los lugares, menos en la obediencia. Pero la verdad es clara: el alma solo encuentra descanso cuando camina en el centro de la voluntad de Dios. Y esa voluntad ya ha sido revelada — en las Escrituras, a través de los profetas y del propio Jesús. Quien decide obedecer, descubre un descanso que el mundo jamás podrá ofrecer. -Adaptado de Jean Nicolas Grou. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco porque en Ti existe un descanso real, profundo y accesible a todos los que eligen confiar por completo. Durante tanto tiempo, intenté descansar parcialmente, entregando solo partes de mi corazón, pero siempre había una inquietud escondida. Ahora entiendo que solo cuando me rindo por entero — sin miedo, sin reservas — puedo experimentar la paz que viene de Ti.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a entregarte no solo palabras o intenciones, sino toda mi vida — con disciplina, sinceridad y un compromiso firme de obedecer Tu poderosa Ley. No quiero más buscar alivio donde no existe, ni vivir guiado por mis propios caminos. Muéstrame, día tras día, cómo andar en el centro de Tu voluntad, pues sé que es allí donde el alma encuentra descanso verdadero. Que Tu paz ocupe cada espacio dentro de mí, sustituyendo la ansiedad por la confianza y el miedo por la esperanza.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque ofreces descanso a todos los que deciden vivir para Ti con fidelidad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un lecho de aguas tranquilas, donde mi alma cansada reposa en seguridad. Tus mandamientos son como alas suaves que me levantan por encima de las tribulaciones, conduciéndome al refugio de Tu amor. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: El Señor es bueno, es fortaleza en el día de la...

“El Señor es bueno, es fortaleza en el día de la angustia y conoce a los que en él se refugian” (Nahúm 1:7).

¿Cómo se santifica nuestra voluntad? Cuando decidimos, con sinceridad, alinear cada deseo, cada plan, cada intención a la voluntad de Dios. Esto significa querer solo lo que Él quiere y rechazar con firmeza todo aquello que Él no desea. Es una elección diaria e intencional de unir nuestra voluntad limitada y débil a la voluntad poderosa y perfecta del Creador, que siempre cumple lo que determina. Cuando esta unión ocurre, nuestra alma encuentra descanso, porque nada más nos afecta fuera de lo que Dios mismo permitió.

Muchos piensan que la voluntad de Dios es un misterio inaccesible, difícil de comprender. Pero la verdad es que ya ha sido revelada con claridad en las Escrituras, por medio de la Ley de Dios anunciada por los profetas y confirmada por Jesús. La voluntad de Dios está escrita, visible, concreta. Quien quiera conocer la voluntad del Padre solo necesita volverse hacia Su Ley, obedecer con fe y caminar con humildad. No hay secretos — hay dirección, hay luz, hay verdad.

Cuando entregamos nuestros deseos y planes a la voluntad de Dios, comenzamos a experimentar algo que va más allá de la lógica humana: la fuerza y la sabiduría divinas fluyen en nosotros. El alma se fortalece. Las decisiones se vuelven más acertadas. La paz se instala. Estar dentro de la voluntad de Dios es vivir en el centro del propósito eterno — y no existe lugar más seguro, más sabio y más bendecido que ese. -Adaptado de François Mothe-Fénelon. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por mostrarme que la santificación de mi voluntad comienza con una decisión sincera de alinearme completamente a la Tuya. Qué privilegio es poder renunciar a mis propios deseos para abrazar lo que Tú quieres para mí. Tú no eres un Dios distante — eres un Padre amoroso que revela con claridad el camino correcto a través de Tu Palabra.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a unir mi voluntad frágil a Tu voluntad perfecta. Que no me deje engañar por pensamientos confusos o por la idea de que Tu voluntad es inalcanzable. Ya la has revelado por medio de Tu santa Ley, confirmada por Tu amado Hijo. Enséñame a obedecer con fe, a caminar con humildad y a confiar en que Tú siempre cumples lo que determinas.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque elegiste revelar Tu voluntad con amor y claridad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una llama pura que consume todo egoísmo y purifica los deseos del alma. Tus mandamientos son como brújulas fieles, apuntando con firmeza hacia el centro de Tu voluntad, donde habita la paz, la fuerza y la verdadera sabiduría. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: "...en su ley medita de día y de noche, y todo...

"...en su ley medita de día y de noche, y todo lo que hace prosperará" (Salmos 1: 2-3).

Cuando el alma aprende a confiar plenamente en Dios, deja de desgastarse con planes interminables y ansiedades sobre el mañana. En lugar de eso, se rinde al Espíritu Santo que habita en su interior y a la orientación clara que nos fue dejada por los profetas y por Jesús en las Escrituras. Este tipo de entrega trae ligereza. Ya no hay necesidad de medir constantemente el progreso, ni de mirar atrás intentando evaluar cuánto se ha conquistado. El alma simplemente sigue adelante, con firmeza y serenidad, y precisamente por no estar centrada en sí misma, progresa aún más.

El siervo fiel que anda en este camino no vive bajo el peso de la preocupación o del desánimo. Si por casualidad tropieza, no se hunde en culpa — se humilla, se levanta y continúa con el corazón fortalecido. Esta es la belleza de obedecer a la poderosa Ley de Dios: nada se pierde. Incluso los errores se transforman en aprendizaje, y cada paso dado en fidelidad se convierte en bendición.

El rey David declaró con sabiduría que aquel que medita en la Ley del Señor día y noche prospera en todo lo que hace. Y esta promesa sigue viva. Cuando elegimos escuchar la voz de Dios y andar en Sus caminos, el alma florece, la vida se alinea y la paz nos acompaña. No porque todo será fácil, sino porque todo comienza a tener sentido. La verdadera prosperidad está en vivir para agradar al Creador — con un corazón firme, humilde y lleno de fe. -Adaptado de Jean Nicolas Grou. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por mostrarme que puedo confiar plenamente en Ti y descansar en Tu voluntad. Cuando me rindo a Tu dirección y dejo de lado la ansiedad por el mañana, mi corazón se llena de paz. No necesito medir mi progreso ni cargar el peso de las expectativas humanas. Basta seguir Tu voz con serenidad y fidelidad, sabiendo que Tú estás conmigo en cada paso. Gracias por recordarme que, al entregar el control a Ti, encuentro ligereza y verdadera libertad.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a caminar con humildad, incluso cuando tropiece. No quiero vivir atrapado en la culpa, sino aprender de mis errores y seguir adelante con el corazón renovado. Que nunca olvide Tu poder restaurador, que transforma fallas en crecimiento y obediencia en bendiciones. Enséñame a amar Tu poderosa Ley y a confiar en que nada se pierde cuando ando en Tus caminos.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque Tu Palabra es viva y continúa transformando vidas. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un árbol plantado junto a las aguas, que da fruto en el tiempo adecuado y cuyas hojas nunca se marchitan. Tus mandamientos son como miel en la boca y fuerza en el corazón. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: El Señor es quien te guarda; el Señor es tu sombra...

“El Señor es quien te guarda; el Señor es tu sombra a tu derecha” (Salmos 121:5).

Una de las mayores señales de que realmente estamos alineándonos con el tiempo y el mover de Dios es la presencia constante de calma y paz en el corazón. Las circunstancias pueden cambiar, los desafíos pueden surgir, pero aquel que reconoce la presencia del Señor en cada momento permanece firme. Si Dios viene con la luz del sol, sentimos alegría y alivio. Si Él viene en medio de la tormenta, recordamos que Él es el Señor sobre todas las cosas.

Cuando nos colocamos ante la presencia del Altísimo, el alma encuentra lo que más desea: un lugar seguro, silencioso y lleno de vida. Pero esa presencia no se alcanza de cualquier forma. Existe un camino, y fue revelado en las Escrituras. La única forma de acercarnos verdaderamente al Señor es mediante la obediencia a Su santa Ley. Ese es el camino que Él mismo estableció. Y cuando elegimos seguirlo, las puertas del cielo se abren, y tenemos acceso al Trono de gracia y misericordia.

Es ante ese Trono que encontramos todo lo que tanto buscamos: consuelo para los dolores, paz para el alma, liberación de los lazos y salvación eterna. Allí está el Padre, esperándonos con amor. Y a su lado está el Hijo, nuestro Salvador, que nos conduce a ese lugar sagrado cuando decidimos obedecer. No hay otro camino. La verdadera paz y seguridad vienen de la decisión de vivir en fidelidad a la voluntad de Dios. -Adaptado de Thomas C. Upham. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por ser mi paz constante, incluso cuando todo a mi alrededor parece inestable. Cuando reconozco Tu presencia en cada momento, mi corazón encuentra descanso. Gracias por enseñarme que la verdadera calma no viene de la ausencia de problemas, sino de la certeza de que Tú eres Señor sobre todas las cosas — incluso sobre cada desafío que enfrento.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a vivir en fidelidad al camino que revelaste en las Escrituras. Sé que solo por la obediencia a Tu santa Ley puedo realmente acercarme a Tu presencia. Abre mis ojos para entender la profundidad de esta verdad y fortalece mi corazón para recorrer este camino con firmeza. Que no busque atajos, ni intente alcanzarte con fórmulas humanas, sino que elija seguirte como Tú determinaste — con reverencia, entrega y fidelidad.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque abriste, por Tu misericordia, el camino que me conduce a Tu Trono de amor. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un puente de luz que une el alma cansada al cielo glorioso. Tus mandamientos son como un río de paz que corre por dentro de mí, alimentando mi fe y sosteniendo mi espíritu. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo...

“Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (Romanos 8:25).

Nuestro Padre Celestial desea algo grandioso para cada uno de nosotros: un alma hermosa, perfecta y llena de gloria, que un día habitará un cuerpo espiritual eterno. Si tuviéramos al menos un vislumbre de esa realidad futura, veríamos de forma diferente los desafíos y procesos que estamos enfrentando ahora. Lo que hoy parece esfuerzo, disciplina y renuncia, en realidad es el cuidado amoroso de un Padre que nos está preparando para algo infinitamente mayor de lo que podemos imaginar. Él tiene un ideal para nosotros — y es mucho más alto que los sueños que creamos por nuestra cuenta.

Sabemos que Dios no tiene prisa. Transformar un ser frágil y mortal en un hijo inmortal y glorioso es una obra profunda — y lleva tiempo. Pero hay algo que puede hacer este camino más ligero: escuchar y seguir las instrucciones que el Creador ya nos ha dado. Él habló claramente por los profetas y por Su Hijo, y dejó registrada la dirección segura en las Escrituras. Ignorar esto es como rechazar la brújula en medio de un largo viaje.

Cuando tomamos la firme decisión de seguir la poderosa Ley de Dios con fidelidad, algo maravilloso sucede: el cielo comienza a moverse a nuestro favor. Sentimos a Dios más cerca, Su mano guiándonos y bendiciéndonos. Comenzamos a aprender de Él de manera más clara, y los primeros rayos de la luz de la eternidad tocan nuestro camino. Es la señal de que estamos en el rumbo correcto — y que la gloria que nos espera ya ha comenzado a brillar. -Adaptado de Annie Keary. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por soñar algo tan grandioso para mí. Aunque no vea toda esa realidad ahora, elijo confiar en Ti. Ayúdame a ver los desafíos del presente como parte de Tu cuidado amoroso, moldeando mi carácter para algo que está mucho más allá de mis sueños terrenales. Gracias por no desistir de mí y por continuar trabajando, incluso cuando no comprendo todo.

Mi Padre, hoy Te pido que me des paciencia para aceptar Tu tiempo y humildad para seguir las instrucciones que ya dejaste a través de los profetas y de Tu amado Hijo. No quiero rechazar Tu dirección, ni caminar en vano por esta vida. Enséñame a valorar cada enseñanza contenida en Tu poderosa Ley, pues sé que es la brújula segura que me conduce a la vida eterna. Que no me distraiga con mis propios planes, sino que permanezca atento a Tu voz, firme en la fe y constante en la obediencia.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque elegiste trabajar en mí con paciencia, como un alfarero que da forma a su obra con amor y perfección. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una escalera de luz, que me eleva día tras día hacia la gloria eterna. Tus mandamientos son como llamas purificadoras, que queman lo que es vano y revelan la belleza del alma que Te obedece. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: Le dijo su señor: Bien, buen siervo y fiel… entra...

“Le dijo su señor: Bien, buen siervo y fiel… entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23).

Imagina cómo sería vivir un amor sin reservas por Dios — entregarle a Él cada pensamiento, cada actitud, cada deseo del corazón. Este tipo de entrega nos llevaría a una felicidad real, profunda, que no depende de las circunstancias. Y lo más increíble: esa alegría no se detiene, crece con cada paso de obediencia y entrega.

Cada sacrificio hecho por amor al Señor abre puertas espirituales que antes estaban cerradas. Cuando elegimos negarnos algo a nosotros mismos para agradar a Dios, damos un paso más cerca del cielo. Es como si cada renuncia sincera acercara nuestra alma al paraíso eterno. Pero, lamentablemente, muchos aún resisten obedecer la poderosa Ley de Dios porque no pueden ver los beneficios. Hay bendiciones que ya se manifiestan aquí en la tierra, pero el mayor regalo es recibir el perdón de los pecados por medio de Jesús y heredar la vida eterna.

Detente y piensa: ¿qué en este mundo puede compararse con la eternidad de completa alegría en la presencia de Dios? Los placeres temporales de este mundo son pequeños, frágiles y pasajeros. Prometen mucho, pero entregan poco. Ya el Señor cumple todo lo que promete y ofrece una felicidad que no se desgasta con el tiempo. Por eso, vale la pena renunciar a lo que es momentáneo por aquello que es eterno. Obedecer a Dios es el único camino que nos lleva a la verdadera realización. -Adaptado de Frances Cobbe. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por llamarme a vivir un amor sin reservas, un amor que entrega cada pensamiento, cada elección y cada deseo a Ti. Qué privilegio es poder amarte de verdad — no con palabras vacías, sino con una vida entera rendida a Tu voluntad. Y cuanto más Te obedezco, más Te amo, más Te conozco y más me siento transformado por ese amor que cura y fortalece.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a renunciar a todo lo que me aleja de Ti. Muéstrame las áreas de mi vida donde aún resisto a Tu Ley, y dame coraje para obedecer con sinceridad. Sé que las recompensas de la obediencia son inconmensurables — algunas ya las percibo aquí, pero la mayor de todas es el perdón que recibo en Jesús y la promesa de la vida eterna a Tu lado.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque solo Tú ofreces una alegría que no se desgasta y una paz que no se quiebra. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un camino luminoso que conduce al alma cansada hasta el trono de la misericordia. Tus mandamientos son como semillas de vida plantadas en el corazón, generando frutos eternos de paz, fidelidad y esperanza. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: Para que tengamos una vida de paz y tranquilidad (1...

“Para que tengamos una vida de paz y tranquilidad” (1 Timoteo 2:2).

Cada mañana, elige comenzar el día con la decisión de mantener la paz en el corazón. Prepara tu mente con calma y tu alma con confianza en Dios. A lo largo del día, cuando las situaciones intenten robar esa paz, vuelve tu atención al propósito que has establecido. Si caes, no te desesperes. En lugar de eso, reconoce lo ocurrido, humíllate con dulzura ante el Señor y busca, con serenidad, reencontrar tu estabilidad interior. Dite a ti mismo: “Está bien, me equivoqué, pero me levantaré y seré más vigilante de ahora en adelante.”

Quien camina en obediencia a la poderosa Ley de Dios no está exento de fallas. Incluso los grandes hombres y mujeres de la Biblia tropezaron. Pero hay una diferencia esencial: el justo se levanta. Sabe que la sangre del Cordero es suficiente para lavarlo y fortalecerlo. Continúa el camino, aprendiendo de los errores y confiando en la misericordia divina. Es ese espíritu humilde y determinado el que lo mantiene firme en el camino de la salvación y la comunión con Dios.

Ahora, para quien conoce la Ley de Dios y decide ignorarla, la situación es muy diferente. Esa elección cierra puertas e impide la acción del Señor. Por eso, es esencial mantener el corazón alineado con la voluntad de Dios y atento a Su Ley. Solo así tendremos acceso real al Reino, experimentando la verdadera paz, la liberación que transforma y el perdón que restaura. Todo comienza con la decisión de obedecer — y Dios honra a quien elige andar por ese camino. -Adaptado de F. de Sales. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por darme un día más y por recordarme que la paz comienza con una elección. Esta mañana, decido preparar mi mente con calma y mi corazón con confianza en Ti. Cuando tropiece, ayúdame a no desesperarme, sino a humillarme ante Ti con dulzura, reconociendo mis fallas y buscando reencontrar el equilibrio en Tu presencia.

Mi Padre, hoy Te pido que me des un corazón vigilante, sensible a Tu voz y listo para obedecer Tu Ley. Sé que incluso los justos fallan, pero lo que los diferencia es que se levantan con humildad y aprenden de los tropiezos. Que ese también sea mi espíritu — humilde, perseverante y totalmente dependiente de Tu perdón y Tu misericordia.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque no escondes de mí el camino de la vida, sino que lo revelas con amor a través de Tu santa Ley. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como el cimiento firme que sostiene mi día, incluso cuando todo a mi alrededor vacila. Tus mandamientos son como un faro constante, guiando mis pasos hacia la paz que libera y al perdón que transforma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: Escúchame, Señor, porque grande es tu misericordia;...

“Escúchame, Señor, porque grande es tu misericordia; mira hacia mí según tu inmensa compasión” (Salmos 69:16).

Ah, si pudieras realmente percibir esto con el corazón: el Señor ve cada uno de tus sufrimientos con ojos llenos de compasión. Él no solo está a tu lado en los momentos difíciles, sino que es poderoso para transformar incluso el dolor en bendición. Por eso, no te entregues a la tristeza. No alimentes el descontento. En lugar de fijarte en la dificultad, levanta los ojos y míralo a Él.

Él es paciente. Él espera por ti. Espera el momento en que finalmente dejes de correr tras tus propios sueños, tus deseos, y decidas confiar en el plan perfecto que Él tiene. Porque la verdad es que, mientras seguimos solo lo que creemos correcto, continuamos frustrados. Pero cuando nos rendimos a la voluntad de Dios y comenzamos a obedecer Su poderosa Ley, algo sobrenatural sucede — el cielo se abre y Su ayuda se vuelve constante en nuestra vida.

Es en ese lugar de obediencia donde las bendiciones comienzan a caer como lluvia. La paz que el mundo no puede ofrecer comienza a habitar en ti. Y, más que eso, comienzas a experimentar una comunión real con el Padre — una ayuda diaria, constante, firme. Obedecer a Dios no es perder libertad; es encontrar la verdadera libertad de vivir con propósito, sostenido por un amor que nunca falla. -Adaptado de Isaac Penington. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por mirarme con compasión, incluso cuando estoy abatido y sin fuerzas. En medio de los dolores, las luchas y las tormentas que enfrento, Tú no solo permaneces a mi lado — Tú eres mi refugio seguro. Que nunca me olvide de esto. Ayúdame a levantar los ojos y fijar mi corazón en Ti, en lugar de aferrarme a la tristeza o al desánimo.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a dejar de correr tras mis propios deseos y a confiar plenamente en Tus caminos. Sé que has esperado pacientemente que me rinda, que deje de insistir en lo que creo correcto y comience a vivir según Tu plan perfecto. Dame fuerzas para obedecer Tu Ley con alegría, incluso cuando confronta mis deseos. Abre los cielos sobre mí, Señor, y haz que experimente esa ayuda constante que solo viene cuando me coloco en el centro de Tu voluntad.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque en Ti encontré la verdadera libertad — no la libertad de hacer todo lo que quiero, sino la de vivir con propósito y paz, sostenido por Tu amor fiel. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como lluvia que riega la tierra seca de mi alma, haciendo brotar nueva vida. Tus mandamientos son como raíces profundas que me mantienen firme, incluso en los días de tormenta. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.