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Devocional Diario: Aunque ande en valle de sombra de muerte,...

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento” (Salmos 23:4).

El alma obediente no depende de las circunstancias para estar segura — depende del Señor. Cuando todo a su alrededor parece incierto, permanece firme porque ha transformado cada situación, buena o mala, en una oportunidad para lanzarse en los brazos de Dios. Fe, confianza y entrega no son solo conceptos para esa alma, son actitudes diarias. Y eso es lo que trae verdadera estabilidad: vivir para agradar a Dios, cueste lo que cueste. Cuando esa entrega es real, no existe crisis capaz de sacudir el corazón que reposa en la voluntad del Padre.

Esa alma, dedicada y enfocada, no pierde tiempo con distracciones ni excusas. Vive con el propósito claro de pertenecer completamente al Creador. Y por eso, todo coopera a su favor. La luz la lleva a la alabanza; la oscuridad la lleva a la confianza. El sufrimiento no la paraliza; la impulsa. La alegría no la engaña; la lleva a agradecer. ¿Por qué? Porque ya ha entendido que todo — absolutamente todo — puede ser usado por Dios para acercarla a Él, siempre que continúe obedeciendo Su poderosa Ley.

Si la cercanía con el Creador es lo que deseas, entonces la respuesta está delante de ti: obedece. No mañana. No cuando todo sea más fácil. Obedece ahora. Cuanto más fiel seas a los mandamientos del Señor, más paz, protección y dirección experimentarás. Eso es lo que hace la Ley de Dios — sana, guarda, conduce a la salvación. No hay motivo para posponerlo. Comienza hoy mismo y experimenta el fruto de la obediencia: liberación, bendición y la vida eterna en Cristo Jesús. -Adaptado de William Law. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te agradezco porque la seguridad de mi alma no depende de lo que sucede a mi alrededor, sino de mi obediencia a Tu voluntad. Tú eres mi refugio en tiempos de luz y mi sustento en tiempos de oscuridad. Enséñame a transformar cada momento de mi vida en una nueva oportunidad de lanzarme en Tus manos con fe y confianza.

Señor, deseo pertenecerte por completo. Que nada en este mundo me distraiga de Tu presencia, y que mi fidelidad a Tu Ley sea constante, incluso en los días difíciles. Dame un corazón resuelto, que vea en Tus mandamientos el camino más seguro. Que no posponga más esta entrega. Que elija obedecer con alegría y firmeza.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser el ancla de las almas fieles. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una muralla inquebrantable que protege el corazón que te obedece. Tus mandamientos son ríos de paz que corren hacia la vida eterna. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Hazme saber tus caminos, Señor; enséñame tus sendas...

“Hazme saber tus caminos, Señor; enséñame tus sendas” (Salmos 25:4).

No hay nada tan puro, tan impactante, como los primeros susurros de la voz de Dios a nuestro corazón. Es en esos momentos cuando el deber es claro — sin confusión, sin sombra de duda. Pero, muchas veces, nosotros complicamos lo que es simple. Permitimos que sentimientos, miedos o deseos personales se interpongan en el camino, y con eso perdemos la claridad de la dirección divina. Comenzamos a "considerar", "reflexionar", "esperar un poco más"... cuando, en realidad, solo estamos buscando una excusa para no obedecer. La obediencia retrasada es, en la práctica, desobediencia disfrazada.

Dios no nos ha dejado en la oscuridad. Desde el Edén, Él dejó claro lo que espera de Sus criaturas: fidelidad, obediencia, santidad. Su poderosa Ley es el manual de la verdadera felicidad. Pero el corazón rebelde intenta argumentar, intenta torcer las Escrituras, intenta justificar el error — y pierde tiempo. Dios no se deja engañar. Él ve el corazón. Él conoce lo íntimo. Y no bendice a los que se niegan a obedecer. La bendición está sobre los que se rinden, sobre los que dicen: “No mi voluntad, sino la Tuya, Señor.”

Si quieres paz, si deseas ser restaurado y encontrar un propósito verdadero, el camino es solo uno: obediencia. No esperes sentirte listo, no esperes entender todo — simplemente comienza. Comienza a obedecer, comienza a seguir los mandamientos del Creador con un corazón sincero. Dios verá esa disposición y vendrá a tu encuentro. Él aliviará tu sufrimiento, transformará tu corazón y te enviará a Su Hijo amado para el perdón y la salvación. El tiempo de dudar se acabó. El tiempo de obedecer es ahora. -Adaptado de Frederick William Robertson. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre eterno, gracias porque Tú aún hablas al corazón de los que Te buscan con sinceridad. Tu voz es clara para los que desean obedecer. Ya no quiero racionalizar, ni posponer lo que el Señor ya me ha mostrado. Dame un corazón humilde, que responda con prontitud a Tu dirección. Enséñame a obedecer mientras el llamado aún está fresco, antes de que mis sentimientos interfieran en Tu verdad.

Señor, reconozco que muchas veces fui deshonesto conmigo mismo, intentando justificar mi desobediencia con excusas. Pero hoy me presento ante Ti con un corazón quebrantado. Quiero abandonar mi voluntad, mi orgullo, y seguir Tus caminos con temor y amor. Guíame en Tu Ley, fortaléceme para cumplir todo lo que el Señor ha ordenado, y purifícame con Tu verdad.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser justo, santo e inmutable. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un faro encendido en medio de la oscuridad, guiando a los fieles por caminos de vida. Tus mandamientos son como piedras firmes bajo los pies, que sostienen a los que confían en Ti y revelan el camino de la verdadera paz. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: El Dios eterno es tu refugio, y sus brazos eternos te sostienen...

“El Dios eterno es tu refugio, y sus brazos eternos te sostienen” (Deuteronomio 33:27).

Hay momentos en los que todo lo que necesitamos es descanso — un descanso que va más allá del cuerpo, que alcanza el alma. Y es en ese lugar donde los brazos eternos de Dios nos acogen. No hay imagen más poderosa del cuidado divino que esta: brazos que nunca se cansan, nunca se rinden, nunca sueltan. Incluso cuando enfrentamos el peso de las batallas y las dudas, Él sostiene con ternura a aquellos que eligieron obedecer. Los brazos del Señor son refugio, son fuerza, son vida — pero solo para los que viven según Su voluntad.

La promesa de descanso y cuidado no es para todos — es para los fieles. Dios se revela y derrama Su favor sobre aquellos que guardan Sus mandamientos. Su poderosa Ley es la tierra fértil donde Su bondad habita, y fuera de ella solo queda tristeza. Cuando decides vivir según esa Ley, incluso en medio de las dificultades, demuestras que dependes solamente de Él — y eso alegra profundamente el corazón del Padre. La obediencia es el lenguaje que Él entiende; es la alianza que Él honra.

Así que, la próxima vez que te sientas exhausto o perdido, recuerda: hay brazos eternos extendidos para los fieles. Esos brazos no solo ofrecen consuelo, sino también poder para seguir adelante. Dios no sostiene al rebelde — Él sostiene al obediente. Él guía y fortalece a los que se deleitan en Su Ley. Obedece, confía, y verás — la paz que viene del Señor es real, el descanso es profundo, y el amor que Él derrama sobre los Suyos es eterno e invencible. -Adaptado de Adeline D. T. Whitney. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, cuán precioso es saber que Tus brazos eternos sostienen a los que Te obedecen. En días difíciles, en noches de silencio, es Tu cuidado el que me guarda y Tu fidelidad la que me renueva. Gracias por envolverme con Tu presencia y por mostrar que aquellos que guardan Tus mandamientos jamás estarán solos. Enséñame a descansar en Ti, con un corazón firme en la obediencia.

Señor, renueva en mí el santo temor que lleva a la fidelidad. Quita de mí todo orgullo y todo deseo de seguir mis propios caminos. Yo elijo agradarte. Quiero andar en rectitud, porque sé que es ahí donde Tu bendición se manifiesta. Que mi vida sea una prueba viva de que seguir Tu Ley es el único camino para la verdadera paz y la verdadera salvación.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser refugio para los justos y Fuego Consumidor para los rebeldes. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un muro de justicia que protege a los que te temen y rechaza a los que te desprecian. Tus mandamientos son como estrellas fijas en el cielo: firmes, inmutables y llenos de gloria. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Ora para que el Señor, tu Dios, nos muestre lo que debemos...

“Ora para que el Señor, tu Dios, nos muestre lo que debemos hacer y a dónde debemos ir” (Jeremías 42:3).

La felicidad no es algo que se conquista con esfuerzo humano ni se impone a otros con consejos vacíos. Es una consecuencia natural de elecciones bien hechas — elecciones que no siempre agradan en el momento, pero que honran a Dios. El placer pasajero puede seducir, pero siempre cobra un alto precio al final. En cambio, la obediencia, aunque exija renuncia, trae consigo paz, sentido y, sobre todo, aprobación divina. Cuando elegimos seguir la voz de Dios en vez de nuestros impulsos, damos un paso hacia una felicidad real, duradera y eterna.

Aquí es donde entra la fórmula de Dios: la obediencia a Su poderosa Ley. Puede parecer anticuado para algunos, pero es el secreto de la verdadera felicidad. Dios no nos pide nada imposible. Sus mandamientos no son una carga, son protección. Son senderos seguros para almas sinceras. Lo que Él espera de nosotros es solo el primer paso — la decisión de obedecer. Cuando ese paso se da con fe y sinceridad, Él interviene. Él fortalece, anima y sostiene. Dios nunca abandona a quien elige el camino de la obediencia.

¿Y el final de ese viaje? Es glorioso. El Padre nos acompaña, nos bendice, abre puertas, sana heridas, transforma nuestra historia y nos conduce al mayor regalo: Jesús, nuestro Salvador. Nada se compara con la alegría de vivir en alianza con Dios, cumpliendo Sus mandamientos con alegría y confianza. La fórmula está a nuestro alcance — y funciona. Obedece, y lo verás. -Adaptado de George Eliot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre, te agradezco por no esconder de nosotros el camino de la verdadera felicidad. Sé que el mundo ofrece atajos que parecen buenos, pero solo Tu Palabra es segura. Hoy renuncio al placer momentáneo que me aleja de Ti y elijo obedecerte, porque creo que Tu voluntad es siempre mejor. Enséñame a confiar en Tu fórmula, incluso cuando mi corazón vacile.

Señor, reconozco que necesito Tu ayuda. A veces, los deseos de la carne hablan más fuerte, pero no quiero vivir esclavizado por ellos. Quiero ser libre — libre para obedecer, libre para agradarte, libre para vivir en comunión Contigo. Crea en mí un corazón firme, que Te ame más de lo que ama sus propios deseos. Y que esa obediencia me acerque más a Tu plan y a Tu presencia.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por revelar un camino tan claro hacia la verdadera felicidad. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un perfume celestial que purifica el alma y llena la vida de propósito. Tus mandamientos son como rayos de sol que calientan el corazón e iluminan cada paso en medio de las tinieblas. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad...

“Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad para los que guardan su pacto y sus testimonios” (Salmos 25:10).

Si Dios nos ha colocado en determinado lugar, con ciertos desafíos, es porque allí mismo Él quiere ser glorificado a través de nuestra vida. Nada es por casualidad. Muchas veces queremos huir, cambiar de escenario, esperar que todo se resuelva para entonces obedecer. Pero Dios nos llama a obedecer ahora, exactamente donde estamos. El lugar del dolor, de la frustración, de la lucha — allí es el altar donde podemos ofrecerle nuestra fidelidad. Y cuando elegimos obedecer en medio de la adversidad, es allí donde el reino de Dios se manifiesta con poder.

Hay personas que viven en constante desánimo, atrapadas en ciclos de sufrimiento, pensando que todo está perdido. Pero la verdad es simple y transformadora: lo que falta no es fuerza, dinero o reconocimiento. Falta obediencia. Obediencia a la poderosa Ley de Dios — ese es el secreto de los hombres y mujeres que marcaron la historia en la Biblia. No era ausencia de luchas, sino presencia de fidelidad. Cuando obedecemos, Dios actúa. Cuando obedecemos, Él cambia el curso de nuestra historia.

Puedes experimentar ese cambio hoy. No es necesario entender todo, ni tener todo resuelto. Basta decidir, en el corazón, obedecer los mandamientos del Señor. Así como sucedió con Abraham, Moisés, David, Juan el Bautista y María, Dios comenzará a obrar en tu vida. Él te liberará, te bendecirá y, sobre todo, te enviará a Jesús para perdón y salvación. Obedecer es el camino. -Adaptado de John Hamilton Thom. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Dios, reconozco que no siempre entiendo Tus caminos, pero confío en que todo tiene un propósito. Sé que el lugar donde estoy hoy no es por casualidad. Por eso, te pido que me ayudes a ser fiel y obediente aun en las situaciones difíciles. Que no desperdicie las oportunidades que Tú me das para manifestar Tu reino a través de mi vida.

Padre amado, quita de mí todo desánimo, toda ceguera espiritual. Dame un corazón obediente, dispuesto a cumplir Tu voluntad aun cuando sea difícil. No quiero andar más en círculos ni vivir en la estancación. Quiero vivir Tu propósito y experimentar el cambio que solo Tu Palabra puede producir.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser un Padre tan sabio y misericordioso. Aun cuando no entiendo, Tú estás obrando por mí. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de justicia que purifica, fortalece y conduce a la vida. Tus mandamientos son senderos de luz en un mundo de tinieblas, guías perfectos para quien desea vivir en Ti. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Los justos claman, el Señor los oye y los libra de todas...

“Los justos claman, el Señor los oye y los libra de todas sus tribulaciones.” (Salmo 34:17).

En medio de una rutina acelerada, es fácil descuidar lo que realmente importa: nuestra comunión con Dios. Pero no te engañes, querido hermano o hermana: no existe santificación sin tiempo de calidad con el Señor. Esa comunión diaria no es un lujo para los superespirituales, sino una necesidad para todos nosotros. Es en ella donde encontramos fuerzas para continuar, sabiduría para decidir y paz para soportar. Y todo esto comienza con una elección: la obediencia. Antes de buscar palabras bonitas en la oración o consuelo en la meditación, necesitamos estar dispuestos a obedecer lo que Dios ya nos ha revelado.

No sirve de nada intentar saltar etapas. La obediencia a los mandamientos del Señor no es un accesorio de la fe: es el propio fundamento. Muchos piensan que pueden relacionarse con Dios a su manera, ignorando Sus instrucciones, como si Él fuera un padre permisivo que acepta todo. Pero la Palabra es clara: Dios se revela a quienes Le obedecen. Cuando demostramos, a través de acciones concretas, que tomamos en serio Su voluntad, Él responde. No ignora corazones obedientes. Al contrario, actúa con rapidez para sanarnos, transformarnos y guiarnos hacia Jesús.

Si deseas una vida transformada, debes comenzar por la obediencia. No es fácil, lo sé. A veces significa renunciar a algo que nos gusta o enfrentar la crítica de los demás. Pero no hay recompensa mayor que sentir a Dios cerca, obrando en nuestra vida con poder. Él no se revela en medio de la rebeldía, sino en la entrega sincera. Cuando elegimos obedecer, incluso sin entenderlo todo, el cielo se mueve. Y es ahí donde el proceso de santificación comienza de verdad: con los actos de fidelidad que tocan el corazón del Padre. -Adaptado de Henry Edward Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre querido, en este mundo lleno de distracciones y presiones, reconozco que necesito volver al centro: a Tu presencia. Ayúdame a hacer de la obediencia el primer paso de mi jornada diaria. Que no me engañe con formas vacías de religiosidad, sino que mi corazón esté siempre dispuesto a seguir Tus mandamientos con sinceridad. Enséñame a priorizar el tiempo contigo y a no negociar Tu voluntad por nada en este mundo.

Señor, fortaléceme para vivir con fidelidad, incluso cuando eso signifique ir contra la corriente. Sé que Te agradas de quienes Te obedecen de corazón, y eso es lo que quiero ser: alguien que alegra Tu corazón con actitudes, no solo con palabras. Moldéame, transfórmame, líbrame de toda terquedad espiritual y condúceme a la verdadera comunión contigo, esa que refresca y restaura.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser fiel, justo y paciente. Tu sabiduría es perfecta y Tus caminos son más altos que los míos. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una fuente de luz en medio de las tinieblas, que revela el camino de la vida. Tus mandamientos son como joyas preciosas, que adornan el alma y conducen a la paz verdadera. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: El Señor es quien va delante de ti; él estará contigo...

“El Señor es quien va delante de ti; él estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te atemorices” (Deuteronomio 31:8).

Cuando la vida parezca demasiado pesada, recuerda: no estás enfrentando nada solo. Dios nunca abandona a los Suyos. Incluso cuando no lo ves, Su mano sigue firme, guiándote a través de las dificultades. En vez de dejarte hundir por el dolor o el miedo, ancla tu alma en la confianza de que Él está en control. Lo que hoy parece insoportable será, en el momento adecuado, transformado por Él en algo bueno. Él trabaja entre bastidores con perfección, y tu fe es lo que te mantendrá firme, incluso cuando todo a tu alrededor parezca desmoronarse.

¿Pero alguna vez te has preguntado cuál es exactamente esa obra que Dios está realizando en tu vida? La respuesta es simple e inmutable: Dios te está conduciendo a obedecer Su poderosa Ley. Esa es la obra que Él realiza en todos los que lo aman de verdad. Él no obliga a nadie, sino que atrae con amor a aquellos que tienen el corazón dispuesto a escuchar. Y para estos, Él revela Su magnífica Ley — una Ley que transforma, que libera, que protege, que bendice y que conduce a la salvación. Es por medio de la obediencia que la criatura comienza a entender su propósito.

Y cuando esa decisión por la obediencia sucede, todo cambia. Dios envía esa alma fiel a Su Hijo, y finalmente la vida comienza a tener sentido. El vacío se va, llega la dirección, y el corazón empieza a caminar en paz. Por eso nada es más importante en esta vida que escuchar la voz de Dios y seguir cada mandamiento que Él reveló por medio de los profetas y de Jesús. Ese es el camino estrecho, pero seguro. Al final de él, está la vida eterna. -Adaptado de Isaac Penington. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Dios, cuando la vida parezca pesada y mis pasos vacilen, ayúdame a recordar que Tú estás conmigo. Incluso cuando mis ojos no Te ven, quiero confiar en que Tu mano me está guiando con amor y fidelidad. No permitas que el dolor o el miedo me dominen. Fortalece mi fe, para que permanezca firme aun en medio de las tormentas. Sé que nada escapa a Tu control, y que estás usando cada dificultad para moldearme y conducirme a Tu voluntad.

Revelame, Padre, la obra que estás realizando en mi vida. Sé que comienza con la obediencia a Tu santa Ley — esa Ley poderosa que transforma, libera, protege y salva. Quiero tener un corazón dócil a Tu voz, listo para escuchar y dispuesto a obedecer. Aparta de mí todo orgullo, toda resistencia, y dame la alegría de vivir según Tus mandamientos. Sé que en ese camino encontraré paz, propósito y la verdadera dirección.

Condúceme, Señor, a Tu amado Hijo. Que mi fidelidad a Ti me lleve a conocer más profundamente al Salvador, aquel que da sentido a la vida y abre las puertas de la eternidad. Que nunca me desvíe de ese camino estrecho, sino que siga con perseverancia, con amor y con total entrega. En el nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Que todos guarden silencio ante el Señor (Zacarías 2:13).

“Que todos guarden silencio ante el Señor” (Zacarías 2:13).

Rara vez hay un silencio completo dentro de nosotros. Incluso en los días más confusos, siempre hay un susurro que viene de lo alto: la voz de Dios, suave y constante, tratando de guiarnos, consolarnos y orientarnos. El problema no es que Dios guarde silencio, sino que la prisa, los ruidos y las distracciones del mundo ahogan ese susurro divino. Estamos tan ocupados intentando resolverlo todo a nuestra manera que olvidamos detenernos, escuchar y rendirnos. Pero cuando el caos pierde fuerza y damos un paso atrás —cuando desaceleramos y dejamos que el corazón se calme— es entonces cuando logramos oír lo que Dios siempre ha estado diciendo.

Dios ve nuestro dolor. Él conoce cada lágrima, cada angustia, y se complace en ofrecernos alivio. Pero hay una condición que no se puede ignorar: Él jamás actuará con poder a favor de quienes insisten en desobedecer lo que Él ya ha revelado con tanta claridad. Los mandamientos que el Señor entregó por medio de Sus profetas y por medio de Jesús en los Evangelios son eternos, santos e innegociables. Despreciarlos es caminar hacia la oscuridad, aunque pensemos que estamos en el camino correcto. La desobediencia nos aleja de la voz de Dios y profundiza el sufrimiento.

Pero el camino de la obediencia lo cambia todo. Cuando elegimos ser fieles —cuando escuchamos la voz del Señor y la seguimos con valentía— abrimos espacio para que Él actúe con libertad en nuestra vida. Es en ese suelo fértil de la fidelidad donde Dios siembra liberación, derrama bendiciones y revela el camino de la salvación en Cristo. No te engañes: solo oye la voz de Dios quien obedece. Solo es libre quien se rinde a Su voluntad. Y solo es salvo quien camina por el sendero estrecho de la obediencia a la poderosa Ley del Altísimo. -Adaptado de Frederick William Faber. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor, en medio de los ruidos de este mundo y la confusión de mis propios pensamientos, enséñame a silenciar todo lo que me impide oír Tu voz. Sé que Tú no dejas de hablar —eres constante, fiel, presente—, pero yo, tantas veces, me pierdo en las distracciones. Ayúdame a desacelerar, a hacer una pausa ante Tu presencia y a reconocer el suave susurro de Tu Espíritu guiándome con amor. Que no huya de Tu voz, sino que la desee más que cualquier otra cosa.

Padre, reconozco que Tu voluntad ya ha sido revelada con claridad, por medio de los profetas y de Tu amado Hijo. Y sé que no puedo pedir dirección, consuelo o bendición si continúo ignorando Tus mandamientos. No permitas que me engañe, creyendo que te sigo, mientras desobedezco Tu Ley. Dame un corazón humilde, firme y fiel —dispuesto a obedecer sin reservas, a caminar por el sendero estrecho que conduce a la vida.

Actúa con libertad en mí, Señor. Planta en mi corazón Tu verdad, riega con Tu Espíritu y haz fructificar fidelidad, paz y salvación. Que mi vida sea un suelo fértil para Tu obra, y que la obediencia sea mi sí diario a Tu voluntad. Habla, Señor —quiero oírte, quiero seguirte. En el nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Por lo tanto, si ustedes sufren porque cumplen la voluntad...

“Por lo tanto, si ustedes sufren porque cumplen la voluntad de Dios, sigan haciendo lo que es correcto y confíen su vida a aquel que los creó, pues él es fiel” (1 Pedro 4:19).

No te aferres a tu dolor. Por más real y pesado que parezca, no es mayor que Aquel que puede liberarte. La tristeza, el miedo y las aflicciones de este mundo intentan robarte la visión, haciendo que todo parezca perdido. Pero hay un camino mejor. En vez de enfocarte en el sufrimiento, levanta los ojos y mira más allá de él. Dios no solo ve tu lucha — Él sabe cómo usarla para tu bien. Tu Libertador tiene poder sobre todo lo que hoy parece imposible.

La respuesta a los problemas de la vida no está en teorías humanas ni en consejos de líderes que rechazan las instrucciones ya reveladas por Dios, que son sus santas y eternas leyes. Toda dificultad, sin excepción, encuentra solución cuando nos rendimos de todo corazón a la poderosa Ley del Creador. Hay un poder real, profundo y transformador en la obediencia que solo conoce quien ha decidido obedecer. El alma que se alinea con la voluntad de Dios descubre una fuerza nueva, una paz inesperada y una dirección que nadie en la tierra jamás podrá ofrecer.

Por eso, deja de sufrir innecesariamente. Rechazar la intervención del Creador es seguir caminando en tinieblas aun cuando la luz está encendida delante de ti. Decide hoy mismo rechazar a los falsos maestros que sutilmente predican contra los mandamientos del Señor y vuelve con sinceridad a la obediencia. Sigue cada mandamiento que Dios entregó a Sus profetas y a Jesús en los Evangelios. Ese es el camino de la sanidad, de la liberación y de la vida eterna. No hay otro. -Adaptado de Isaac Penington. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor, hoy te entrego todo mi dolor. Sé que es real, pero reconozco que tu poder es mucho mayor que cualquier sufrimiento que yo pueda sentir. No quiero seguir viviendo enfocado en las aflicciones, ni ser guiado por la tristeza o el miedo. Quiero levantar los ojos y ver tu mano extendida, lista para liberarme. Tú eres mi Libertador, y confío en que estás obrando incluso en las luchas que no entiendo.

Ayúdame, Padre, a rechazar los consejos del mundo y de los líderes que hablan en contra de tu Ley. Enséñame a confiar en tus instrucciones, ya reveladas por los profetas y Jesús, pues sé que en ellas está la respuesta para todo lo que enfrento. Quiero obedecer cada mandamiento que has revelado, con fe y sinceridad. Aun cuando sea difícil, aun cuando parezca solitario, que mi corazón permanezca firme en tus caminos.

Espíritu Santo, guíame con tu luz. Quita de mí toda resistencia, todo engaño y toda rebeldía. Que nunca más camine en tinieblas, ahora que conozco la verdad. Dame fuerzas para seguir con fidelidad, paso a paso, hasta el día en que vea tu rostro y te adore para siempre. En el nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú,...

“Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan” (Salmos 9:10).

Las almas que más crecen en intimidad con Dios son aquellas que no se esconden detrás de excusas. No viven atadas al pasado ni pierden tiempo quejándose de las circunstancias. Al contrario, miran hacia atrás con discernimiento espiritual, reconociendo que incluso en los tiempos difíciles, Dios estaba allí — acercándose, llamando, extendiendo la mano. Estas personas no niegan sus errores, pero tampoco los usan como escudo. Tienen la humildad suficiente para admitir que fallaron, que muchas veces ignoraron las bendiciones y despreciaron las señales de Dios.

Este tipo de corazón es el que oye claramente el llamado del Espíritu Santo. Es un corazón que no se justifica, sino que se rinde. Que no busca excusas, sino dirección. Al reconocer su condición de criatura, esta alma entiende que la bendición, el rescate y la salvación solo vienen por la obediencia. La obediencia a las mismas leyes que el Padre entregó a Israel — y que Jesús, con su vida y enseñanzas, confirmó como eternas, justas y buenas.

Estas almas no serán engañadas por argumentos falsos, ni se inclinarán ante líderes que predican contra la santa Ley de Dios. Saben que desobedecer nunca fue, ni será, un camino de bendición. Y por eso, con fe y valentía, se vuelven al Creador con todas sus fuerzas, decididas a obedecer — cueste lo que cueste. Porque saben que solo existe un camino que lleva a la vida: la fidelidad al Padre, expresada en cada mandamiento que Él nos dio. Ese es el camino que el Espíritu Santo revela a los humildes y obedientes. -Adaptado de James Martineau. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor, hoy me presento ante Ti con un corazón abierto y humilde. Ya no quiero esconderme detrás de excusas, ni justificar mis fallas con argumentos vacíos. Sé que en muchos momentos ignoré Tus bendiciones, desprecié Tus señales y caminé en dirección contraria a Tu voluntad. Pero ahora, con sinceridad, reconozco mis fallas y me rindo a Tu llamado.

Espíritu Santo, háblame con claridad. No quiero resistirme a Tu voz ni endurecer mi corazón. Enséñame a obedecer las leyes que el Padre reveló a Su pueblo y que Jesús confirmó con Su vida. Quiero andar en ese camino santo, aunque el mundo lo rechace, aunque me cueste comodidad, aprobación o seguridad. Tu voluntad es mejor que cualquier otra cosa.

Señor, líbrame de las falsas enseñanzas que desprecian Tu Ley. Dame discernimiento para reconocer el error, valentía para oponerme a la mentira y fuerza para permanecer firme en la verdad. Que mi vida esté marcada por la fidelidad al Padre, en cada pensamiento, actitud y elección. Muéstrame, en cada paso, que la verdadera paz, el verdadero rescate y la verdadera salvación están en la obediencia. Y que nada vale más que estar en el centro de Tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.