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Devocional Diario: Enséñame a hacer tu voluntad, pues tú eres mi Dios....

“Enséñame a hacer tu voluntad, pues tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un camino recto y seguro” (Salmos 143:10).

El bien no es una construcción humana. No es algo que podamos moldear según nuestras emociones o conveniencias. El bien fluye directamente del trono de Dios y recorre un camino claro: el de la obediencia. Por más que el mundo diga que podemos “elegir nuestro propio camino” o “definir nuestra verdad”, la realidad permanece inalterada — no le corresponde al hombre elegir sus deberes delante del Creador. Nuestro deber ya ha sido establecido: obedecer a Aquel que nos hizo.

Muchos intentan evitar este llamado, abandonando los mandamientos de Dios en busca de una vida más fácil, menos exigente. Pero, ¿qué encuentran al final de ese camino? Solo vacío. Sin la obediencia a la poderosa Ley de Dios, no hay verdadero sustento, ni paz duradera. Puede que haya un alivio pasajero, una falsa sensación de libertad, pero pronto llega el hambre espiritual, la inquietud del alma, el cansancio de vivir lejos de la fuente de la vida. Huir de la obediencia es alejarse de la propia razón de existir.

La verdadera satisfacción está en decir “sí” a Dios, incluso cuando eso exige sacrificio. Es cuando abrazamos los deberes que Él ha puesto delante de nuestros ojos —especialmente el deber de obedecer Sus santos mandamientos— que experimentamos aquello que es eterno: la bendición divina, el bien verdadero y la paz que no depende de las circunstancias. Es ahí donde todo cambia. Porque es en la obediencia donde el alma encuentra propósito, dirección y la vida abundante que solo el cielo puede dar. -Adaptado de George Eliot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre eterno, te agradezco por mostrarme lo que es el bien y dónde se encuentra. Reconozco que no nace de mí, sino que viene de Ti, como un río que fluye de Tu trono. Ya no quiero vivir eligiendo mis propios caminos ni definiendo mis propios deberes. Quiero obedecer lo que ya ha sido revelado por Ti.

Señor, fortaléceme para no huir de la santa responsabilidad de obedecerte. Sé que Tu poderosa Ley es el camino del verdadero bien, de la bendición y de la vida plena. Incluso cuando el mundo me ofrece atajos, ayúdame a permanecer firme en Tus santos mandamientos, confiando en que cada deber cumplido es una semilla de eternidad.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser la fuente de todo bien. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de pureza que riega el alma cansada y la hace florecer en fidelidad. Tus mandamientos son como senderos dorados en la oscuridad de este mundo, guiando con seguridad a los que te aman al hogar eterno. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; sin embargo,...

“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

Existe una paz y una alegría incomparables cuando nuestra voluntad finalmente se alinea con la voluntad de Dios. Ya no hay lucha interior, ya no hay resistencia — hay descanso. Cuando confiamos en que el Señor está en control y le entregamos a Él el gobierno total de nuestra vida, no solo encontramos alivio, sino que descubrimos el verdadero propósito de nuestra existencia. La voluntad de Dios es perfecta, y cuando nos unimos a ella, nada en este mundo puede detenernos, pues estaremos fluyendo con el Creador de todas las cosas.

Pero es esencial entender algo: solo hay una manera de alinearse con esa voluntad perfecta — obedeciendo la poderosa Ley de Dios. No se trata de emoción, ni de intenciones vagas. Lo que Dios quiere de nosotros ha sido revelado con claridad, a través de Sus profetas y de Su Hijo. La voluntad de Dios para cada ser humano es la obediencia. Y cuando finalmente dejamos de escuchar a los que rechazan esta verdad, cuando dejamos de seguir a la multitud y elegimos nadar contra la corriente, escuchando y obedeciendo los santos mandamientos del Señor, entonces llega la bendición.

Es en ese momento cuando el Padre se revela, cuando Él se acerca y Se complace. La obediencia abre las puertas del amor divino y nos conduce al Hijo — Jesús, nuestro Salvador. Cuando elegimos la fidelidad a la Ley del Señor, no importa cuántos se opongan, no importa cuánto seamos criticados, porque el cielo se mueve a nuestro favor. Esta es la verdadera vida: vivir en total alineamiento con la voluntad de Dios revelada en Su santa Ley. -Adaptado de Henry Edward Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre Santo, hoy reconozco que no hay camino mejor que el Tuyo. Quiero alinear mi voluntad a la Tuya, quiero encontrar alegría en estar completamente entregado a Ti. Ya no quiero luchar contra lo que el Señor ha determinado, sino descansar en la certeza de que Tu voluntad es perfecta y llena de amor.

Señor, muéstrame Tu camino y fortaléceme para seguir fielmente Tu poderosa Ley. Que no me deje llevar por la influencia de aquellos que ignoran Tu voluntad. Dame valor para nadar contra la corriente, para escuchar y obedecer todo lo que el Señor nos ha instruido a través de Tus profetas. Quiero vivir para agradarte y recibir desde lo alto Tu aprobación.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser inmutable en justicia y fiel con los que te obedecen. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una brújula divina que siempre apunta a la verdad y mantiene el alma firme en medio del caos. Tus mandamientos son como raíces profundas que sostienen a los que te temen, produciendo fruto de paz, bendición y salvación. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda en mi presencia...

“Yo soy el Dios Todopoderoso; anda en mi presencia y sé perfecto” (Génesis 17:1).

Es impresionante observar lo que sucede con un alma que se consagra verdaderamente al Señor. Aunque el proceso lleve tiempo, las transformaciones son profundas y hermosas. Cuando alguien se dedica a vivir en fidelidad a Dios, con el deseo sincero de agradarle, algo comienza a cambiar por dentro. La presencia de Dios se vuelve más constante, más viva, y las virtudes espirituales empiezan a brotar como flores en un suelo fértil. No se trata de un esfuerzo vacío, sino del fruto natural de una vida que ha decidido seguir el camino de la obediencia.

El secreto de esta transformación está en una decisión fundamental: obedecer la poderosa Ley del Creador. Cuando un alma elige vivir de acuerdo con los mandamientos entregados por Dios a través de Sus profetas, se vuelve maleable en las manos del Alfarero. Es como barro en las manos del Creador, listo para ser moldeado en un vaso de honra. La obediencia genera sensibilidad, humildad, firmeza, y abre el corazón para ser transformado por la verdad. El alma obediente no solo crece — florece.

¿Y qué produce esta obediencia? Bendiciones reales, liberaciones visibles y, sobre todo, la salvación a través del Hijo de Dios. No hay pérdida en este camino — solo hay ganancia. Lo que Dios reserva para los que le obedecen es mayor que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer. Por eso, no dudes: toma hoy la decisión de ser un hijo obediente. Porque cuando nos entregamos a la voluntad de Dios, descubrimos que es exactamente allí donde está la verdadera vida. -Adaptado de Hannah Whitall Smith. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre querido, te agradezco porque cada alma que te busca con sinceridad es transformada por Ti. Yo quiero ser esa alma, consagrada, obediente, dispuesta a vivir no según mis sentimientos, sino según Tu verdad. Que Tu presencia moldee en mí todo aquello que te agrada.

Señor, me entrego como barro en Tus manos. No quiero resistir a Tu voluntad, sino dejarme formar y transformar a través de la obediencia a Tu poderosa Ley. Que Tus santos mandamientos, entregados por los profetas, se conviertan en mi guía diaria, mi alegría y mi protección. Llévame a la madurez espiritual, para que viva como vaso de honra delante de Ti.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque eres fiel para recompensar a los que te obedecen. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de santidad que lava y moldea el alma con paciencia y amor. Tus mandamientos son como semillas eternas que, plantadas en un corazón sincero, florecen en virtudes y vida eterna. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: ¡Señor, no te alejes! Oh mi fuerza, ven pronto...

“¡Señor, no te alejes! Oh mi fuerza, ven pronto en mi ayuda!” (Salmos 22:19).

Muchas personas gastan tiempo y energía intentando vencer el mal interior con estrategias humanas: disciplina, esfuerzo propio, buenas intenciones. Pero la verdad es que existe un camino más sencillo, más poderoso y seguro: obedecer los mandamientos de Dios con toda la fuerza del alma. Cuando elegimos ese camino, no solo estamos luchando contra el mal, sino que nos estamos conectando con el Dios que nos da la victoria sobre él. Es la obediencia la que silencia los pensamientos impuros, elimina la duda y fortalece el corazón contra los ataques del enemigo.

La poderosa Ley de Dios es el antídoto para todo veneno espiritual. No solo prohíbe el mal, sino que nos fortalece contra él. Cada mandamiento es un escudo, una protección, una expresión del amor de Dios por nosotros. Y cuando nos dedicamos a obedecerle sinceramente, el propio Dios pasa a involucrarse personalmente en nuestra vida. Deja de ser solo una idea lejana y se convierte en un Padre presente, que guía, corrige, sana, fortalece y actúa con poder a nuestro favor.

Este es el punto de inflexión: cuando el corazón se entrega por completo a la obediencia, todo cambia. El Padre se acerca, el Espíritu Santo obra en nosotros y, en poco tiempo, somos conducidos al Hijo para el perdón y la salvación. No es complicado. Basta con dejar de luchar con nuestras propias armas y rendirnos a la voluntad de Dios expresada en Sus santos y eternos mandamientos. La victoria comienza ahí. -Adaptado de Arthur Penrhyn Stanley. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amoroso, reconozco que muchas veces intenté vencer el mal dentro de mí con mis propias fuerzas, y fallé. Pero ahora comprendo: el verdadero poder está en obedecer Tu Palabra. Quiero aferrarme a Tu voluntad, rechazar todo lo que me aleja de Ti y vivir según Tus santos mandamientos.

Señor, fortalece mi corazón para andar con fidelidad en Tu poderosa Ley. Que en ella encuentre protección, dirección y sanidad. Sé que, al obedecerte con sinceridad, Tú te acercas a mí, actúas en mi historia y me conduces a la verdadera libertad. Quiero vivir bajo Tu cuidado, guiado por Tu verdad.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque no nos has dejado sin defensa contra el mal. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una espada afilada que separa la luz de las tinieblas, protegiendo el alma contra todo mal. Tus mandamientos son como murallas de santidad, firmes e inquebrantables, que guardan a los que te obedecen con fidelidad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus...

“Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor” (Salmos 34:15).

Llegar al punto de la rendición total es un hito espiritual poderoso. Cuando finalmente decides que nada —ni opiniones, ni críticas, ni persecuciones— te impedirá obedecer todos los mandamientos de Dios, entonces estás listo para vivir un nuevo nivel de intimidad con el Señor. Desde ese lugar de entrega, puedes orar con confianza, pedir con valentía y esperar con fe, pues estás viviendo dentro de la voluntad de Dios. Y cuando oramos en obediencia, la respuesta ya está en camino.

Este tipo de relación con Dios, en la que las oraciones producen frutos reales, solo es posible cuando el alma deja de resistirse. Muchos quieren la bendición, pero sin la rendición. Quieren la cosecha, pero sin la semilla de la obediencia. Pero la verdad permanece: es cuando la persona se esfuerza de todo corazón por obedecer la poderosa Ley de Dios que el cielo se mueve con rapidez. Dios no ignora el corazón que se inclina con sinceridad —Él responde con liberación, paz, provisión y dirección.

¿Y lo más hermoso de todo? Cuando esa obediencia es verdadera, el Padre conduce esa alma directamente al Hijo. Jesús es el destino final de la fidelidad sincera. La obediencia abre puertas, cambia ambientes y transforma el corazón. Trae felicidad, estabilidad y, sobre todo, salvación. El tiempo de resistir ha terminado. El tiempo de obedecer y cosechar los frutos eternos ha llegado. Solo hay que decidir —y Dios hará el resto. -Adaptado de Lettie B. Cowman. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre Santo, te agradezco por mostrarme que la rendición total no es pérdida, sino el verdadero comienzo de la vida abundante. Hoy reconozco que nada en este mundo vale más que obedecerte con todo mi corazón. Ya no quiero resistirme a Tu voluntad. Quiero ser fiel, aunque el mundo se levante contra mí.

Señor, enséñame a confiar como quien ya ha recibido. Dame una fe viva, que ora y actúa basada en Tu promesa. Elijo obedecer Tu poderosa Ley, no por obligación, sino porque te amo. Sé que esa obediencia me acerca a Tu corazón y abre los cielos sobre mi vida. Que viva cada día bajo Tu dirección, listo para decir “sí” a todo lo que Tú ordenes.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser fiel con los que te obedecen de verdad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de vida que fluye directamente de Tu trono, regando los corazones que te buscan con sinceridad. Tus mandamientos son como luces eternas que guían el alma por el camino de la verdad, la libertad y la salvación. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Todo aquel que practica el pecado también transgrede...

“Todo aquel que practica el pecado también transgrede la ley, porque el pecado es la transgresión de la ley” (1 Juan 3:4).

El pecado no es un accidente. El pecado es una decisión. Es la transgresión consciente de aquello que sabemos que Dios ya ha dejado claro. La Palabra es firme: el pecado es la violación de la Ley de Dios. No es falta de información — es una elección deliberada. Vemos la cerca, leemos las advertencias, sentimos el toque de la conciencia… y aun así, elegimos saltar. En nuestros días, muchos intentan suavizar esto. Crean nuevos nombres, explicaciones psicológicas, discursos modernos para hacer que el pecado sea “menos pecado”. Pero la verdad sigue siendo la misma: no importa el nombre — el veneno aún mata.

La buena noticia — y realmente es buena — es que siempre hay esperanza mientras hay vida. El camino de la obediencia está abierto. Cualquier persona puede decidir hoy dejar de transgredir la poderosa Ley de Dios y comenzar a obedecerla con sinceridad. Esa decisión no depende de un diploma, de un pasado limpio ni de perfección. Depende solamente de un corazón quebrantado y dispuesto. Y cuando Dios ve ese deseo verdadero, cuando examina y encuentra sinceridad, Él responde enviando al Espíritu Santo para fortalecer, guiar y renovar esa alma.

A partir de ahí, todo cambia. No solo porque la persona se esfuerza, sino porque el cielo se mueve a su favor. Con el Espíritu viene el poder para vencer el pecado, viene la firmeza para mantenerse en pie, vienen las bendiciones, los libramientos y, sobre todo, la salvación en Cristo Jesús. El cambio comienza con una decisión — y esa decisión está a tu alcance ahora: obedecer la santa y eterna Ley de Dios con todo el corazón. -Adaptado de John Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Dios, reconozco que muchas veces vi las señales y aun así elegí el camino equivocado. Sé que el pecado es la transgresión de Tu Ley, y que ninguna excusa ni nombre más suave cambia esa verdad. Hoy ya no quiero engañarme. Quiero enfrentar mi pecado con seriedad y volverme a Ti con un arrepentimiento verdadero.

Padre, te pido: examina mi corazón. Mira si hay en mí un deseo genuino de obedecerte — y fortalece ese deseo. Quiero abandonar toda transgresión y vivir en obediencia a Tu poderosa Ley, siguiendo Tus santos mandamientos con fidelidad. Envía a Tu Espíritu Santo para guiarme, para darme fuerzas y para mantenerme firme en el camino de la santidad.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque aun ante mi culpa, Tú me ofreces redención. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un muro de protección alrededor de los que te obedecen, guardando sus pasos del error y de la destrucción. Tus mandamientos son como ríos de pureza que lavan el alma y conducen al trono de la gloria. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Ellos vagaban por el desierto, perdidos y sin hogar. Hambrientos...

“Ellos vagaban por el desierto, perdidos y sin hogar. Hambrientos y sedientos, llegaron al borde de la muerte. En su aflicción, clamaron al Señor, y él los libró de sus sufrimientos” (Salmos 107:4-6).

Seguir a Dios con fidelidad, muchas veces, significa elegir el camino solitario. Y sí, ese camino puede parecer un desierto: seco, difícil, sin aplausos. Pero es precisamente allí donde aprendemos las lecciones más profundas sobre quién es Dios y sobre quiénes realmente somos en Él. Buscar la aprobación humana es como beber veneno poco a poco. Eso agota el alma, porque nos obliga a vivir para agradar a personas inestables y limitadas, en vez de glorificar al Dios eterno e inmutable. El verdadero hombre o mujer de Dios debe estar dispuesto a caminar solo, sabiendo que la compañía del Señor vale más que la aceptación de todo el mundo.

Cuando decidimos caminar con Dios, escucharemos Su voz: firme, constante e inconfundible. No será el sonido de la multitud, ni el eco de las opiniones humanas, sino el dulce y poderoso llamado del Señor a confiar y obedecer. Y ese llamado siempre nos lleva al mismo punto: obediencia a Su poderosa Ley. Porque en ella está el camino de la vida. Dios nos dio Su Ley no como una carga, sino como un mapa fiel, que conduce a la bendición, a la protección y, sobre todo, a la salvación en Cristo. Seguirla es recorrer un camino seguro, aunque sea solitario.

Por lo tanto, si es necesario caminar solo, hazlo. Si es necesario perder la aprobación de los demás para agradar a Dios, que así sea. Pues obedecer los magníficos mandamientos del Padre es lo que trae paz duradera, liberación de las trampas del mundo y comunión real con el cielo. Y quien camina con Dios, incluso en silencio y soledad, nunca está verdaderamente solo. -Adaptado de A. B. Simpson. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te agradezco por tu presencia constante, incluso en los momentos en que todo parece un desierto. Sé que andar contigo muchas veces exige renunciar a ser comprendido, admirado o aceptado por los demás. Pero también sé que nada se compara a la paz de estar a tu lado. Enséñame a valorar más tu voz que cualquier otra.

Señor, líbrame del deseo de agradar a los hombres. Quiero caminar contigo incluso cuando eso signifique andar solo. Quiero escuchar tu voz, obedecer tu llamado y vivir según tu poderosa Ley, confiando en que es el camino correcto — el camino que lleva a la bendición, al rescate y a la salvación. Que mis pasos sean firmes, aunque solitarios, si están afirmados en tu verdad.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser fiel con los que caminan contigo en santidad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un sendero luminoso en medio de la oscuridad, que guía los corazones fieles hasta tu trono. Tus mandamientos son como anclas eternas, afirmando los pasos de aquellos que te obedecen, incluso cuando todo el mundo se aleja. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Señor, tú me examinas y me conoces. Sabes cuando me...

“Señor, tú me examinas y me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; desde lejos comprendes mis pensamientos” (Salmos 139:1-2).

No hay lugar donde podamos esconder nuestros pecados. Ninguna máscara es eficaz ante los ojos de Aquel que todo lo ve. Podemos engañar a las personas, aparentar piedad, parecer correctos por fuera — pero Dios conoce el corazón. Él ve lo que está oculto, lo que nadie más ve. Y esto debe llenarnos de temor. Porque nada escapa a Su mirada. Pero al mismo tiempo, hay algo profundamente consolador en esto: el mismo Dios que ve el pecado oculto también ve el más pequeño deseo de hacer lo correcto. Él percibe ese anhelo frágil de santidad, esa voluntad tímida de acercarse a Él.

Es por medio de ese deseo sincero, aunque todavía imperfecto, que Dios inicia algo grandioso. Cuando escuchamos Su llamado y respondemos con obediencia, sucede algo sobrenatural. La poderosa Ley de Dios, tan rechazada por muchos, comienza a operar dentro de nosotros con fuerza y transformación. Esa Ley tiene una energía divina — no solo exige, sino que fortalece, consuela, anima. La obediencia no nos lleva a la carga, nos lleva a la libertad. El alma que decide vivir según los magníficos mandamientos de Dios encuentra paz, encuentra propósito, encuentra al mismo Dios.

Por eso, la pregunta es simple y directa: ¿por qué postergar? ¿Por qué seguir intentando esconderse, intentando controlar la vida a tu manera? Dios ya está viendo todo — tanto los fallos como el deseo de acertar. Entonces, si Él ya te conoce por completo, ¿por qué no rendirse de una vez? Comienza hoy a obedecer. No esperes más. La paz y la felicidad que tanto buscas están en el lugar que quizás has evitado: en la obediencia a la poderosa y eterna Ley de Dios. -Adaptado de John Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, ante Tu santidad reconozco: no hay dónde esconderme. Tú conoces cada rincón de mi ser, cada pensamiento, cada intención. Esto me llena de temor, pero también de esperanza, porque sé que el Señor ve no solo mis pecados, sino también mi deseo de agradarte, incluso cuando ese deseo parece pequeño y frágil.

Señor, te pido: fortalece ese deseo dentro de mí. Que crezca y venza toda resistencia. Que no solo escuche Tu llamado a la obediencia, sino que responda con acciones reales, con entrega verdadera. Ayúdame a vivir según Tu poderosa Ley, a caminar con firmeza en la dirección de Tus magníficos mandamientos, porque sé que ahí están la paz, la alegría y el verdadero sentido de la vida.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por mirar con misericordia el más débil deseo de santidad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un viento celestial que barre toda mentira y establece la verdad en el corazón de quienes te obedecen. Tus mandamientos son como pilares eternos, sosteniendo el alma en medio de las tormentas y guiándola con luz firme hasta Tu corazón. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Daniel, en cuanto comenzaste a orar, hubo una respuesta...

“Daniel, en cuanto comenzaste a orar, hubo una respuesta, que te he traído porque eres muy amado” (Daniel 9:23).

Hay una paz profunda en saber que Dios escucha y responde a cada oración de un corazón obediente. No necesitamos gritar, repetir palabras ni tratar de convencer al cielo; basta con estar alineados con Su voluntad. ¿Y cuál es esa voluntad? Que obedezcamos lo que ya ha sido revelado a través de Sus profetas y por Jesús. Cuando oramos en nombre de Cristo, con fe y sumisión a la poderosa Ley de Dios, algo poderoso sucede: la respuesta ya es liberada incluso antes de terminar la oración. Ya está completa en el cielo, aunque aún esté en camino en la Tierra.

Pero, lamentablemente, muchas personas viven en un ciclo constante de dolor, frustración y silencio espiritual porque oran mientras permanecen en desobediencia. Quieren la ayuda de Dios sin someterse a lo que Él ya ha ordenado. Eso no funciona. Rechazar los increíbles mandamientos de Dios es lo mismo que rechazar Su voluntad, y no se puede esperar respuestas positivas de Él mientras vivamos en rebeldía. Dios no puede bendecir un camino que va en contra de lo que Él mismo ha declarado como santo y eterno.

Si deseas ver tus oraciones respondidas con claridad y poder, entonces el primer paso es alinearte con Dios a través de la obediencia. Comienza con lo que Él ya te ha mostrado: los mandamientos revelados por Su santa Ley. No lo compliques. Simplemente obedece. Y cuando tu vida esté en armonía con la voluntad del Padre, verás: las respuestas vendrán con paz, con fuerza y con la certeza de que el cielo ya se ha movido a tu favor. -Adaptado de Lettie B. Cowman. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre Santo, qué alegría saber que Tú escuchas a Tus hijos fieles incluso antes de que las palabras terminen de salir de sus labios. Te agradezco porque Tu fidelidad nunca falla y porque mantienes Tus promesas a quienes se alinean con Tu voluntad. Enséñame a vivir de manera que te agrade, y que cada oración mía nazca de un corazón rendido y obediente.

Señor, ya no quiero vivir de manera incoherente, esperando Tus bendiciones mientras ignoro Tus increíbles mandamientos. Perdóname por las veces que pedí algo sin antes someterme a Tu poderosa Ley, revelada por los profetas y por Tu amado Hijo. Hoy decido vivir de manera santa, según todo lo que ya me ha sido revelado, porque sé que ese es el camino que te alegra y abre las puertas del cielo sobre mi vida.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por responder con amor y fidelidad a los que te obedecen. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de justicia que fluye directamente de Tu trono, trayendo vida a quienes caminan en rectitud. Tus mandamientos son como notas sagradas de una canción celestial, afinando el alma con el sonido de Tu perfecta voluntad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Confiamos en Dios, que resucita a los muertos (2 Corintios...

“Confiamos en Dios, que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:9).

Las situaciones difíciles tienen un poder especial: nos despiertan. La presión de las pruebas elimina el exceso, corta lo innecesario y nos hace ver la vida con más claridad. De repente, aquello que parecía garantizado se muestra frágil, y pasamos a valorar lo que realmente importa. Cada prueba se convierte en una oportunidad de comenzar de nuevo, una ocasión para acercarnos más a Dios y vivir con mayor propósito. Es como si Él nos dijera: “¡Despierta! El tiempo es corto. Tengo algo mejor para ti.”

Nada de lo que enfrentamos es por casualidad. Dios permite que pasemos por luchas no para destruirnos, sino para refinarnos y recordarnos que esta vida es solo un paso. Pero Él no nos dejó sin dirección. A través de Sus profetas y de Su Hijo, Jesús, nos entregó Su poderosa Ley — un manual perfecto de cómo vivir en esta tierra pasajera para que podamos vivir eternamente con Él. El problema es que muchos eligen seguir la presión del mundo, pero los que deciden obedecer los increíbles mandamientos del Padre experimentan algo extraordinario: la verdadera cercanía con el propio Dios.

Cuando elegimos vivir en obediencia, Dios se mueve en nuestra dirección. Él ve nuestra decisión firme, nuestra entrega verdadera, y responde con bendiciones, dirección y paz. Nos envía al Hijo — al único que puede perdonar y salvar. Ese es el plan: obediencia que lleva a la presencia, presencia que lleva a la salvación. Y todo comienza cuando, incluso en medio del dolor, elegimos decir: “Padre, seguiré Tu Ley. Cueste lo que cueste.” -Adaptado de A. B. Simpson. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Dios, te agradezco por las pruebas que me despiertan a lo que realmente importa. Cada dificultad me ha hecho ver la vida con más claridad y buscar más profundamente Tu presencia. No quiero desperdiciar los dolores con quejas, sino usarlos como peldaños hacia la madurez espiritual.

Padre, sé que la vida aquí es corta, y por eso decido vivir conforme a Tus instrucciones eternas, entregadas por Tus profetas y por Jesús, Tu amado Hijo. Quiero andar según Tu poderosa Ley, aunque eso vaya en contra de la opinión del mundo. Dame valor para obedecer Tus increíbles mandamientos con fidelidad, incluso cuando sea difícil, porque sé que eso atrae Tu favor y Tu presencia.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque eres fiel en todo tiempo, y bueno con los que te obedecen. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es una antorcha que nunca se apaga en la noche oscura, mostrando el camino seguro para quien desea la vida eterna. Tus mandamientos son como joyas incorruptibles, llenas de gloria y poder, que adornan el alma de los que te aman de verdad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.