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La Ley de Dios: Devocional Diario: “Mi pueblo me ha olvidado” (Jeremías...

“Mi pueblo me ha olvidado” (Jeremías 18:15).

Olvidar a alguien es la peor ofensa que podemos cometer, y sin embargo, es precisamente lo que Dios dice de nosotros en “Mi pueblo me ha olvidado”. Reflexiona: podemos oponernos a alguien, perjudicarlo, ignorarlo, pero ¿olvidarlo? Eso es el fondo del abismo. Y, sin embargo, lo hacemos con el Señor. Olvidamos Sus beneficios, vivimos como si Él no existiera, como si estuviera muerto. Es un peligro real, porque el olvido no ocurre de repente — viene gradualmente, cuando dejamos de estar atentos, cuando nos relajamos y nos dejamos llevar por la corriente de la vida.

Entonces, ¿cómo escapar de este desastre? La respuesta es simple, pero requiere acción: “¡Cuida de ti mismo!” Estar atento es mantener los ojos en el camino, las manos en el volante, sabiendo hacia dónde te diriges. No es que olvidemos a Dios a propósito, pero descuidadamente nos alejamos, hasta que Él se convierte en solo un recuerdo distante. Y aquí hay una poderosa protección contra este olvido: obedecer a Dios. Cuando decides, de corazón, vivir según Su Palabra, te colocas en un lugar donde el propio Dios cuida de ti, asegurando que no haya distanciamiento.

Y aquí está la increíble promesa: para los que obedecen a la poderosa Ley de Dios, el olvido simplemente no ocurre. ¿Por qué? Porque esa responsabilidad deja de ser tuya y pasa a ser del Creador, que nunca falla. Cuando vives en obediencia, Dios te mantiene cerca, manteniendo la llama de la relación encendida. Entonces, decide hoy: deja de vivir a la deriva, elige obedecer, y confía en que Dios te sostendrá firmemente, para que nunca Lo olvides y Él nunca te deje. -Adaptado de J. Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, frecuentemente caigo en el peligro del olvido, viviendo como si no existieras, como si Tus beneficios no fueran reales, ofendiéndote, como dice Tu Palabra: “Mi pueblo me ha olvidado”. Confieso que, muchas veces, este olvido viene gradualmente, cuando me relajo y me dejo llevar por la corriente de la vida, hasta que Te conviertes en un recuerdo distante.

Mi Padre, hoy Te pido que me des la gracia de estar atento, de cuidar de mí mismo, para que no me aleje de Ti y caiga en el desastre del olvido. Enséñame a vivir en obediencia a Tu increíble Ley, pues sé que esa es la única protección contra el distanciamiento. Te pido que me guíes a decidir vivir según Tu voluntad, confiando en que, al hacerlo, Tú mismo cuidarás de mí, asegurando que nuestra cercanía nunca se pierda.

Oh, Dios Santísimo, Te adoro y Te alabo por prometer que, para los que obedecen a Tu voluntad, el olvido no ocurre, pues Tú, que nunca fallas, tomas la responsabilidad de mantenernos cerca, con la llama de la relación encendida. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el faro que me guía de regreso a Ti, una luz que ilumina mi memoria. Tus mandamientos son cuerdas que me sostienen firmemente, un canto que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: “Todas las cosas son posibles para aquel que...

“Todas las cosas son posibles para aquel que cree" (Marcos 9:23).

Imagina lo que significa escuchar que “todas las cosas son posibles para aquel que cree”. Parece simple, pero no siempre se trata solo de pedir y recibir, porque Dios está más interesado en enseñarte el camino de la fe que en simplemente darte lo que deseas. Y en este entrenamiento de la fe, hay momentos de prueba, disciplina, paciencia y valentía, etapas que debes atravesar antes de ver la victoria de la fe. Dios usa cada etapa para moldearte, para fortalecerte, para mostrarte que la fe verdadera no se trata solo del resultado, sino del proceso de confiar en Él, incluso cuando todo parece imposible.

Piensa en los retrasos que enfrentas. A menudo, Dios retrasa a propósito, y ese retraso es tan respuesta a tu oración como la bendición cuando finalmente llega. Él te está enseñando a ser fiel, a confiar en Su Palabra, incluso cuando lo que ves o sientes intenta desviarte del camino. Es en estos momentos que necesitas aferrarte a los mandamientos del Señor, seguir firme, sin dejarte perturbar. Cada vez que eliges confiar, desarrollas más poder, más experiencia, más resistencia para enfrentar lo que venga.

Y aquí está la clave para vencer: mantente firme en la Palabra de Dios, obedeciendo Sus mandamientos, independientemente de las circunstancias. La victoria de la fe no viene para los que se rinden o buscan atajos, sino para los que persisten, confiando en que Dios está trabajando, incluso en el retraso. Entonces, no te desanimes con lo que parece tardar o ser difícil. Sigue creyendo, sigue obedeciendo, y verás que “todas las cosas” realmente son posibles, porque Dios nunca falla con aquellos que permanecen fieles a Él. -Adaptado de Lettie B. Cowman. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, confieso que, muchas veces, me frustro con los momentos de prueba, disciplina, paciencia y valentía, olvidando que cada etapa es parte de Tu entrenamiento para moldearme y fortalecerme. Hoy, reconozco que la fe verdadera no se trata solo del resultado, sino del proceso de confiar en Ti, incluso cuando todo parece imposible.

Mi Padre, hoy Te pido que me des fuerza para atravesar las etapas de Tu entrenamiento de la fe, especialmente en los retrasos que enfrento, entendiendo que cada demora es una respuesta a mi oración tanto como la bendición final. Enséñame a ser fiel, a confiar en Tu Palabra, incluso cuando lo que veo o siento intenta desviarme del camino, y a aferrarme a Tus mandamientos con firmeza, sin dejarme perturbar. Te pido que me ayudes a desarrollar más poder, más experiencia y más resistencia, eligiendo confiar en Ti en cada momento, sabiendo que estás trabajando, incluso en el silencio.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por prometer que “todas las cosas” son posibles para los que creen y permanecen fieles, obedeciendo Tu voluntad, confiando en que Tú nunca fallas con aquellos que persisten sin buscar atajos. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento que me sostiene en la espera, una luz brillante que guía mi fe. Tus mandamientos son anclas que me mantienen firme, un canto de victoria que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: “Lo que os digo en las tinieblas, decidlo a la luz; y lo que...

“Lo que os digo en las tinieblas, decidlo a la luz; y lo que escuchéis al oído, proclamadlo sobre los tejados” (Mateo 10:27).

Considere que a veces Dios usa la oscuridad para enseñarle a escucharlo de verdad. Es como los pájaros, que aprenden a cantar en la oscuridad, o como nosotros, que somos puestos a la sombra de la mano de Dios hasta que aprendamos a prestarle atención. Cuando se encuentre en la oscuridad —ya sea en las circunstancias de la vida o en su relación con Dios— lo mejor que puede hacer es quedarse quieto. No hable, no se queje, no murmure. La oscuridad no es el momento de hablar con la actitud equivocada; es el momento de escuchar lo que Dios tiene que decir.

Y sabe lo que Dios dice en esos momentos? Él tiene un mensaje claro para todos nosotros, especialmente cuando estamos en las tinieblas. Él nos llama a la obediencia, a vivir de acuerdo con Sus mandamientos. Es como si dijera: “Yo conozco tus dolores, te conozco, porque fui Yo quien te hizo. Si confías en Mí y caminas según Mi voluntad, te sacaré de las tinieblas, te guiaré por caminos seguros y te daré la paz que buscas.” Dios usa la oscuridad para enseñarte a depender de Él, para mostrarte que Él es suficiente, incluso cuando todo parece confuso.

Entonces, aquí está la invitación: cuando esté en la oscuridad, escuche la voz de Dios y obedezca. No se desespere, no intente resolver todo por sí mismo. Quédese quieto y confíe en que Dios está hablando, guiándolo y moldeándolo. Él promete sacarlo de las tinieblas y llevarlo a la luz, pero esto sucede cuando usted decide caminar según Su Ley, confiando en que Él sabe lo que es mejor para usted. Obedezca, escuche, y vea cómo Dios transforma la oscuridad en caminos de paz y seguridad. -Adaptado de O. Chambers. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro temiendo la oscuridad, ya sea en las circunstancias de la vida o en mi relación Contigo, sin darme cuenta de que Tú la usas para enseñarme a escucharte de verdad. Confieso que, muchas veces, en la oscuridad, mi primera reacción es hablar, quejarme o murmurar, en lugar de quedarme quieto y escuchar lo que tienes que decirme.

Mi Padre, hoy Te pido que me des un corazón quieto y obediente, para que pueda escuchar Tu mensaje claro, especialmente en las tinieblas, y vivir de acuerdo con Tus mandamientos. Enséñame a confiar en Ti, sabiendo que conoces mis dolores y me hiciste, y que, si camino según Tu voluntad, me sacarás de las tinieblas y me guiarás por caminos seguros, dándome la paz que busco. Te pido que uses estos momentos oscuros para enseñarme a depender de Ti, mostrándome que eres suficiente, incluso cuando todo parece confuso.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por prometer transformar la oscuridad en luz, guiándome y moldeándome, mientras confío en Ti y obedezco a Tu voluntad, sabiendo que Tú sabes lo que es mejor para mí. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es la brújula que me guía en las tinieblas, una llama brillante que ilumina mi camino. Tus mandamientos son estrellas que brillan en la oscuridad, un canto de paz que guía mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: “Y esta es la confianza que tenemos en él:...

“Y esta es la confianza que tenemos en él: que, si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).

¿Sabías que, cuando Dios dice “no” a algo que pedimos, hay tanto amor en eso como cuando Él dice “sí”? Es fácil pensar que el amor es solo dar lo que queremos, pero el verdadero amor también retiene lo que nos haría daño. Si, en nuestra ceguera, pedimos cosas que, en nuestras manos, se convertirían en tristeza y sufrimiento, ¿nuestro Padre, por Su amor, no nos lo negará? Reflexiona en esto: el mismo amor que da lo bueno también retiene lo malo. Dios nos conoce mejor que nosotros mismos, y Él siempre actúa para nuestro bien, incluso cuando no lo entendemos.

Aquí está lo que sucede cuando alcanzas una intimidad profunda con Dios a través de una vida de obediencia a Su Palabra: todo cambia. Dejas de pedir “esto o aquello” y comienzas a simplemente confiar en que Él cuidará de ti — ¡y lo hace, de verdad! Cuando vives como Dios manda, Él se encarga de cada detalle de tu vida. No se trata solo de recibir bendiciones, sino de experimentar una protección constante en todas las áreas, sabiendo que Dios está al control, guiando cada uno de tus pasos.

Y ahora la parte más increíble: quien obedece a la poderosa Ley de Dios no solo vive bajo esa protección, sino que también lleva una certeza inquebrantable de que ascenderá con Jesús a la eternidad. ¡No hay nada más importante que esto! Cuando decides obedecer, ya no necesitas vivir preocupado por lo que pedir o lo que recibir, porque Dios se ocupa de todo. Así que, deja de intentar controlar y comienza a confiar. Vive en obediencia, entrégate completamente, y verás cómo Dios transforma tu vida aquí y te garantiza la eternidad con Él. -Adaptado de H. E. Manning. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro pensando que Tu amor se manifiesta solo cuando dices “sí” a mis peticiones, sin darme cuenta de que hay tanto amor en Tu “no” como en Tu “sí”. Confieso que, muchas veces, en mi ceguera, pido cosas que podrían traerme tristeza y sufrimiento, pero hoy reconozco que, por Tu amor, Tú retienes lo que me haría daño, actuando siempre para mi bien, incluso cuando no lo entiendo. Ayúdame a confiar en que Tú me conoces mejor que yo mismo y que cada decisión Tuya está movida por amor y cuidado.

Mi Padre, hoy Te pido que me des un corazón obediente y confiado, para que pueda alcanzar una intimidad profunda Contigo, viviendo de acuerdo con Tu Palabra y dejando de pedir “esto o aquello”. Enséñame a simplemente confiar en que Tú cuidarás de mí, encargándote de cada detalle de mi vida, guiando mis pasos y protegiéndome en todas las áreas. Te pido que me ayudes a vivir como Tú mandas, para que pueda experimentar Tu protección constante y la paz de saber que estás al control de todo.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por prometer no solo cuidarme aquí, sino también darme la certeza inquebrantable de que ascenderé con Jesús a la eternidad, reservada para aquellos que obedecen a Tu voluntad. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el escudo que me guarda en seguridad, una luz firme que ilumina mi camino. Tus mandamientos son cadenas de amor que me atan a Ti, un himno de confianza que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: “Todo lo que hagan, háganlo de todo corazón,...

“Todo lo que hagan, háganlo de todo corazón, como para el Señor, y no para los hombres” (Colosenses 3:23).

¿Por qué las pequeñas cosas del día a día, aquellas que están a su alcance, son tan importantes como los grandes momentos para crecer en santidad? Es fácil pensar que solo las ocasiones significativas cuentan, pero la verdad es que la fidelidad en los pequeños detalles es una prueba poderosa de dedicación y amor a Dios. Haga de esto su meta: agradar al Señor perfectamente en las cosas simples, con un espíritu humilde, como el de un niño, dependiendo totalmente de Él. Cuando comienza a dejar de lado el amor propio y la autoconfianza, sometiendo su voluntad a la de Dios, los obstáculos que parecían gigantes comienzan a desaparecer, y usted experimenta una libertad que nunca imaginó.

Mire las Escrituras y vea la vida de los obedientes a Dios. Una cosa queda clara: Dios nunca retiene nada que sea bueno para Sus fieles. Él derrama bendiciones, liberación y, al final, nos lleva a Jesús para perdón y salvación. Pero todo esto viene para aquellos que deciden ser fieles, especialmente en las pequeñas cosas. No se engañe: agradar a Dios en los detalles diarios es lo que construye una vida de santidad y abre las puertas a Sus promesas. Entonces, ¿por qué no elegir hoy ser fiel a Su Palabra, vivir como Él manda, y ver lo que Él puede hacer por usted?

Y aquí está la invitación que no puede ignorar: decida ser fiel a la poderosa Ley de Dios, comenzando por las pequeñas cosas, y vea su vida transformarse. Cuando busca agradar a Dios con sinceridad, incluso en las tareas más simples, Él lo guía, lo fortalece y lo bendice de maneras que ni siquiera imagina. No espere por un momento grandioso para comenzar — comience ahora, con lo que tiene frente a usted, y confíe en que Dios honrará su fidelidad. Haga esto hoy y experimente la transformación que viene de un corazón totalmente entregado al Señor. -Adaptado de J. N. Grou. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro valorando solo los grandes momentos, pensando que son ellos los que definen mi santidad, mientras descuido las pequeñas cosas del día a día que están a mi alcance. Confieso que, muchas veces, dejo de lado la fidelidad en los detalles, olvidando que es en ellos donde pruebo mi amor y dedicación a Ti. Hoy, reconozco que agradarte perfectamente en las cosas simples, con un espíritu humilde como el de un niño, es el camino para superar obstáculos y experimentar la libertad que viene de someter mi voluntad a la Tuya.

Mi Padre, hoy Te pido que me des un corazón fiel y humilde para buscar agradarte en cada pequeño detalle de mi vida, dependiendo totalmente de Ti y dejando de lado el amor propio y la autoconfianza. Enséñame a ver las tareas simples como oportunidades de vivir en santidad y de construir una vida que refleje Tu gloria. Te pido que me guíes para ser fiel a Tu Palabra, viviendo como Tú mandas, especialmente en las cosas pequeñas, para que pueda abrir las puertas a Tus bendiciones, liberación y promesas, confiando en que Tú nunca retienes lo que es bueno para Tus fieles.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por prometer guiar, fortalecer y bendecir a aquellos que deciden ser fieles a Tu voluntad, comenzando por las pequeñas cosas, y por llevarme a Jesús para perdón y salvación. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento que sostiene cada paso humilde, una luz suave que ilumina los detalles de mi día. Tus mandamientos son semillas de santidad plantadas en mi corazón, un canto de fidelidad que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: "Al oír esto, el joven se fue triste, porque...

“Al oír esto, el joven se fue triste, porque tenía muchas riquezas” (Mateo 19:22).

¿Qué significa entregarse verdaderamente al Señor, como aquel joven rico que encontramos en la Biblia? Él estaba dispuesto a consagrar una parte, a santificar el centímetro, pero cuando Jesús pidió el metro entero, retrocedió. Y aquí está el peligro que acecha a cada uno de nosotros: pensamos que podemos darle a Dios casi todo, pero reservamos algunas áreas para nosotros mismos. Entregamos la casa, pero marcamos ciertos cuartos como “privados”. Es como el pastor que confesó que su vida cristiana fue perjudicada porque, del llavero que le dio al Señor, retuvo una llave. Una llave puede parecer poco, pero hace toda la diferencia.

Ahora, mira a los grandes nombres de las Escrituras — Abraham, David, María. ¿Qué tenían en común? No guardaron reservas. Obedecieron a Dios sin retener nada para sí mismos, sin decir “hasta aquí llego, pero no más allá”. Y eso es exactamente lo que Dios espera de nosotros. No te engañes: si quieres una relación íntima con Él, no puede ser a medias. Dios no acepta una entrega parcial, un corazón dividido. Él quiere todo — cada centímetro, cada cuarto, cada llave. Y esto puede costar caro, puede significar renunciar a lo que más amas, pero es el único camino para experimentar la plenitud de lo que Dios tiene para ti.

Y aquí está el punto que necesitas entender: una relación bendecida con Dios requiere obediencia firme y permanente. No hay espacio para reservas, para áreas secretas que escondes del Señor. Si quieres caminar verdaderamente con Dios, debes decidir hoy que Él tendrá el control total, cueste lo que cueste. Cuando haces esto, cuando entregas todas las llaves sin retener ninguna, abres la puerta a bendiciones, dirección e intimidad que no tienen precio. Entonces, deja de ofrecer solo una parte y comienza a ofrecer el todo. Así es como vivirás el plan completo que Dios tiene para tu vida. -Adaptado de J. Jowett. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro queriendo entregarte solo una parte de mí, como aquel joven rico que santificó el centímetro, pero retrocedió cuando Tú pediste el metro entero. Confieso que, muchas veces, marco cuartos de mi vida como “privados”, entregándote casi todo, pero reteniendo algunas llaves para mí mismo, pensando que una pequeña reserva no hará diferencia. Hoy, reconozco el peligro de una entrega parcial y cuánto esto perjudica mi relación Contigo, y te pido que me ayudes a renunciar a todo control, confiando que solo en Ti encuentro la plenitud.

Mi Padre, hoy te pido que me des valor para seguir el ejemplo de Abraham, David y María, que obedecieron sin reservas, sin retener nada para sí mismos. Enséñame a no dividir mi corazón, sino a entregar cada centímetro, cada cuarto, cada llave de mi vida a Ti, incluso si eso significa renunciar a lo que más amo. Te pido que me guíes para obedecer a Tu voluntad sin límites, para que pueda experimentar una relación íntima y verdadera Contigo, sin áreas secretas o reservas escondidas, confiando en que Tú quieres lo mejor para mí.

Oh, Dios Santísimo, te adoro y te alabo por prometer bendiciones, dirección e intimidad a aquellos que deciden, con firmeza, entregar todo a Ti, viviendo en obediencia firme y permanente, sin retener nada de vuelta. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es la luz que revela cada rincón oscuro de mi corazón, un fuego purificador que consume mis reservas. Tus mandamientos son puertas abiertas a Tu presencia, una canción de libertad que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: "Pasamos por el fuego y por el agua, pero tú nos...

"Pasamos por el fuego y por el agua, pero tú nos llevaste a un lugar de abundancia" (Salmos 66:12).

La verdadera paz a menudo solo viene después del conflicto. Parece un paradoxo, lo sé, pero es la más pura verdad. No es el frágil silencio antes de la tormenta el que trae reposo, sino la serena quietud que viene después. El hombre que nunca ha sufrido puede parecer fuerte, pero su fuerza nunca ha sido probada. En cambio, el marinero más seguro es aquel que ha enfrentado la tormenta, probado el barco y salido más fuerte. Dios permite tormentas no para destruirte, sino para enseñarte: sin Él, no hay verdadera paz.

Seamos prácticos. Dios te permite enfrentar tormentas para mostrarte que no hay alivio sin una relación íntima con Él. Y esa relación se construye viviendo alineado con el Creador. No te engañes: no encontrarás paz confiando solo en tus fuerzas o en el mundo. La verdadera fuerza viene de acercarte a Dios Padre y a Jesús, viviendo como Él manda. Así, las tormentas se convierten en oportunidades para crecer en fe y dependencia del Señor.

Y aquí está el punto principal: la paz, la fuerza y el socorro solo vienen para quien decide, con firmeza, obedecer a la poderosa Ley de Dios. No sirve de nada querer reposo sin conflicto, ni socorro sin obediencia. El hombre sabio se alinea con Dios, obedeciendo a Su Palabra, y encuentra la ayuda que necesita. Cuando tomas esta decisión, sin medias tintas, Dios te da paz, fuerza y socorro, sin importar la tormenta. Entonces, enfrenta los conflictos con Dios a tu lado, obedeciendo a Su voluntad. Así es como encuentras reposo. -Adaptado de Lettie B. Cowman. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo busco una paz fácil, sin lucha, sin darme cuenta de que la verdadera paz, la que viene de Ti, a menudo surge después del conflicto. Confieso que temo las tormentas de la vida, deseando una fuerza nunca probada, en lugar de abrazar las tormentas que me enseñan a depender de Ti. Hoy, reconozco que cada dificultad es una oportunidad para crecer en fe y encontrar Tu paz que excede todo entendimiento.

Mi Padre, hoy te pido que me des coraje para enfrentar las tormentas, sabiendo que ellas me acercan a Ti y construyen una relación íntima contigo. Enséñame a no confiar en mis fuerzas o en el mundo, sino a vivir alineado con Tu voluntad, buscando la fuerza que viene de Ti y de Jesús. Te pido que me guíes para obedecer a Tu Palabra, para que transforme cada desafío en una oportunidad de fe y alivio.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por prometer paz, fuerza y socorro a aquellos que viven en obediencia a Tu voluntad, enfrentando conflictos con la certeza de que estás conmigo. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el ancla que me mantiene firme, una luz que guía mi barco. Tus mandamientos son velas que me llevan a Tu reposo, un himno que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: "Me hace descansar en verdes prados, me guía...

“Me hace descansar en verdes prados, me guía mansamente a aguas tranquilas” (Salmos 23:2).

¿Qué significa ser guiado por el Señor? No se trata de una vida sin problemas, sino de una confianza tan profunda en Dios que, incluso en los momentos más difíciles, sabes que Él está en control. Esa confianza no surge de la nada — proviene de una fe habitual, construida día tras día, a través de la adoración y la entrega total a Él. Cuando decides vivir así, el Señor, aunque invisible, se vuelve real en cada detalle de tu vida. Él te guía por un camino seguro, aunque sea difícil, aunque haya sombras oscuras a lo largo del trayecto. Y, ¿sabes qué es lo más increíble? Él promete estar contigo en cada paso, hasta llevarte a casa, al descanso eterno.

Tal vez estés pasando por pruebas que te dejen agotado, por miedos que opriman tu corazón, por tristezas que nadie ve, o por cargas que ni siquiera los más cercanos imaginan. Pero aquí está la buena noticia: Dios es suficiente para todo esto. Él es el Pastor que nunca falla. Si eres sumiso y manso, Él te guiará con Sus ojos gentiles y Su voz suave. Pero si eres terco o rebelde, Él usará el cayado y la vara para traerte de vuelta al camino correcto. De una manera u otra, Él te llevará al descanso que prometió. Y el secreto para experimentar esa dirección constante de Dios, sin importar lo que estés enfrentando, está en vivir una vida de adoración y confianza, sabiendo que Él es mayor que cualquier dificultad.

Y aquí está el punto que no puedes ignorar: la dirección de Dios está garantizada para aquellos que deciden, con firmeza, obedecer a Su poderosa Ley. No sirve de nada querer la paz de los verdes prados o la seguridad de las aguas tranquilas si no estás dispuesto a vivir como Dios manda. Cuando tomas esa decisión — y estoy hablando de una decisión seria, sin medias tintas — la presencia del Señor se vuelve constante en tu vida, independientemente de lo que esté sucediendo a tu alrededor. No importa si el día es de sol o de tormenta, si estás enfrentando soledad o sufrimiento, Dios te guiará, te sostendrá y, al final, te llevará a casa. Así que, deja de resistirte y comienza a obedecer. Así es como experimentarás la dirección y el cuidado del Padre en cada momento de tu viaje. -Adaptado de H. E. Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro buscando una vida sin problemas, pensando que ser guiado por Ti significa ausencia de dificultades, cuando, en realidad, lo que me ofreces es una confianza tan profunda que me hace descansar en Ti, incluso en los momentos más oscuros. Confieso que, muchas veces, mi fe vacila, y trato de encontrar seguridad en cosas visibles, en lugar de construir una fe habitual, día tras día.

Mi Padre, hoy Te pido que me enseñes a vivir una vida de total confianza en Ti, para que pueda experimentar Tu dirección constante, sin importar lo que enfrente — pruebas que me agotan, miedos que oprimen mi corazón, tristezas ocultas o cargas invisibles. Te pido que me des un corazón manso y sumiso, para que pueda escuchar Tu voz suave y seguir Tus ojos gentiles. Sobre todo, ayúdame a obedecer a Tu poderosa Ley, con firmeza y sin medias tintas, para que pueda vivir bajo Tu cuidado y encontrar la paz de los verdes prados y la seguridad de las aguas tranquilas.

Oh, Dios Santísimo, Te adoro y Te alabo por ser el Pastor que nunca falla, por prometer estar conmigo en cada paso, sosteniéndome en días de sol o tormenta, guiándome a través de la soledad y el sufrimiento, hasta llevarme a casa, a Tu descanso eterno. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es la brújula que guía mi viaje, una luz serena que disipa las tinieblas. Tus mandamientos son cuerdas de amor que me sostienen firme, una canción de paz que acuna mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: “Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que por mí...

“Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que por mí todo lo ejecuta. Él desde los cielos me envía su auxilio y me libra” (Salmos 57:2-3).

Mira esta verdad: fue Dios quien te trajo hasta este preciso momento. No fuiste tú, no fue el azar, y ciertamente no fue el enemigo. Fue Él, el Señor, quien te puso aquí, en esta hora, en este tiempo. Y si no estás listo para enfrentar lo que Dios ha preparado para ti ahora, tampoco estarás listo para cualquier otra cosa que pienses que sería mejor. No sirve de nada querer retroceder, desear que el tiempo vuelva atrás, o soñar con días más fáciles. Dios te trajo a este momento para moldearte, para enseñarte a depender de Él, y no de ti mismo.

Vamos a hablar sobre lo que esto significa en la práctica. Si los tiempos fáciles se fueron, es porque Dios quiere usar los tiempos difíciles para hacerte más serio, más enfocado, más dependiente de Él. Pero aquí está la verdad que muchos intentan ignorar: no puedes vivir dentro del plan perfecto de Dios si no estás dispuesto a obedecer a Su Palabra. No se trata de lo que tú pienses que es correcto o conveniente; se trata de lo que Dios ya ha revelado en las Escrituras. Él dejó los mandamientos muy claros, pero la mayoría de nosotros simplemente los ignoramos, pensando que podemos crear nuestro propio camino. No te engañes: los tiempos difíciles son una oportunidad para que aprendas a confiar en Dios, pero esa confianza solo viene cuando decides vivir como Él manda.

Y aquí está el punto más importante: no hay comunión con Dios sin obediencia. No sirve de nada querer las bendiciones, la protección o la dirección de Dios si no estás dispuesto a seguir la Ley de Él exactamente como fue dada. Dios no negocia, no flexibiliza, no acepta términos medios. Si quieres vivir dentro del plan perfecto que Él tiene para ti, necesitas dejar de ignorar los mandamientos y empezar a obedecerlos, cueste lo que cueste. Cuando haces esto, no solo enfrentas los desafíos de este tiempo con valentía, sino que también experimentas una intimidad con Dios que el desobediente nunca conocerá. Entonces, decide hoy: deja de huir de lo que Dios te ha llamado a vivir y empieza a obedecer a Su Palabra. Así es como encontrarás fuerza, propósito y comunión verdadera con el Señor. -Adaptado de J. D. Maurice. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro cuestionando cómo llegué a este preciso momento, muchas veces pensando que fue por mi propia fuerza, por suerte o incluso por error. Pero hoy reconozco que fuiste Tú, y solo Tú, quien me trajiste hasta aquí, en esta hora, en este tiempo, para cumplir Tu propósito en mi vida. Confieso que, a veces, deseo retroceder, soñar con días más fáciles o imaginar que estaría más preparado para algo diferente, pero ahora entiendo que este momento es Tu regalo para moldearme, para enseñarme a depender de Ti y no de mí mismo.

Mi Padre, hoy Te pido que me des sabiduría y fuerza para abrazar los desafíos de este tiempo, entendiendo que los días difíciles son Tu instrumento para hacerme más serio, más enfocado y más dependiente de Ti. Enséñame a vivir dentro de Tu plan perfecto, reconociendo que esto requiere obediencia fiel a Tu Palabra, y no a mis propias ideas o conveniencias. Te pido que me muestres el valor de seguir Tus mandamientos tal como son, sin ignorarlos o intentar crear mi propio camino, para que pueda aprender a confiar en Ti de todo corazón.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por llamarme a una intimidad profunda Contigo, reservada para aquellos que eligen obedecer a Tu voluntad, enfrentando los desafíos con fuerza, propósito y comunión verdadera. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento que me sostiene, una luz eterna que guía mis pasos. Tus mandamientos son cadenas de amor que me atan a Ti, una melodía de justicia que canta en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

La Ley de Dios: Devocional Diario: “Alzo mis ojos hacia los montes y pregunto: de...

“Alzo mis ojos hacia los montes y pregunto: ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2).

¿Alguna vez te has sorprendido mirando hacia los "montes" de tu vida y preguntándote: "¿De dónde vendrá mi socorro?" Tal vez tus ojos estén fijos en algo que parece grande, fuerte, poderoso — ya sea el dinero, las personas influyentes, o tu propia fuerza. Sé que es natural querer buscar ayuda en lo que parece sólido. Pero aquí está la verdad: todos esos montes se derretirán como cera ante el Señor de toda la tierra. No sirve de nada confiar en lo que es efímero, en lo que hoy es un monte y mañana un valle. Dios te está diciendo: "Deja de mirar a los lados y mira hacia Mí! Yo soy tu verdadera fuente de socorro, tu fuerza inquebrantable."

Ahora, piensa en lo que esto significa en la práctica. Necesitamos ayuda, sí — para el alma, para el cuerpo, para los desafíos diarios. Pero, ¿de dónde vendrá? No de los grandes de la tierra, no de la riqueza, no de lo que parece impresionante. Todo esto es frágil, temporal. La verdadera ayuda, que nunca falla, viene del Señor, el Creador de los cielos y de la tierra. Y aquí está el detalle que marca la diferencia: esa ayuda, esas bendiciones y protección son seguras para los que son fieles a Él, que eligen vivir de acuerdo con Su voluntad. Confiar en Dios no es solo un sentimiento, es una posición, es decidir que Él es el único en quien depositarás tu esperanza.

Y sabes qué sucede cuando dejas de aferrarte a los "montes" y te apegas a Dios? Experimentas una paz que no se puede explicar, una seguridad que no depende de las circunstancias. Dios prometió suplir tus necesidades aquí en la tierra y llevarte al cielo a través de Jesús, nuestro Salvador. Pero esa promesa es para los siervos fieles, que se mantienen firmes en Su Palabra y obedecen Su Ley. No sirve de nada querer bendiciones sin vivir como Él manda. Entonces, hoy, haz una elección: deja de confiar en lo efímero y decide confiar únicamente en el Señor. Obedece Su Palabra, y verás que el socorro viene del Dios que es mayor que cualquier monte. -Adaptado de H. Müller. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente me pregunto: "¿De dónde vendrá mi socorro?" Confieso que, muchas veces, mis ojos se fijan en lo que parece grande y sólido, en lo que aparenta ser la solución para mis desafíos. Pero hoy reconozco que todos esos montes son frágiles y temporales, listos para derretirse como cera ante Ti, el Señor de toda la tierra. Enséñame a dejar de buscar ayuda en lo que es efímero y a mirar solo hacia Ti, mi verdadera fuente de socorro y mi fuerza inquebrantable.

Mi Padre, hoy te pido que me ayudes a redirigir mi confianza, a apartar mis ojos de lo que es frágil y temporal y a ponerlos en Ti. Dame sabiduría para entender que la verdadera ayuda — para mi alma, mi cuerpo y mis desafíos diarios — no viene de los grandes de este mundo, sino de Ti, que nunca fallas. Te pido que me fortalezcas para hacer la elección de vivir según Tu voluntad, posicionándome como Tu siervo fiel, para que pueda recibir Tus bendiciones y protección. Enséñame a confiar en Ti no solo con sentimientos, sino con acciones firmes de obediencia a Tu poderosa Ley.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por prometerme una paz que no se puede explicar y una seguridad que no depende de las circunstancias, supliendo mis necesidades aquí en la tierra y guiándome al cielo por medio de Jesús, mi esperanza. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento que sostiene mi esperanza, una llama viva que ilumina mi camino. Tus mandamientos son cuerdas de amor que me atraen hacia Ti, una sinfonía de gracia que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.