"Basta a cada día su propio mal" (Mateo 6:34).
Ningún hombre se derrumba por el peso de un solo día. Es cuando intentamos cargar, además del hoy, las preocupaciones del mañana —que aún no ha llegado— cuando la carga se vuelve insoportable. El Señor nunca nos ordenó ese tipo de carga. Cuando nos encontramos oprimidos por ansiedades futuras, es señal de que hemos tomado sobre nosotros un peso que Él no nos dio. Dios nos invita a vivir el presente con fidelidad y a entregarle el futuro, pues Él ya está allí, cuidando de todo.
La gloriosa Ley de Dios nos enseña a vivir con equilibrio y confianza. Los sublimes mandamientos entregados a los profetas del Antiguo Testamento y a Jesús nos enseñan a hacer hoy el bien que está a nuestro alcance, sin desesperarnos por lo que aún no ha venido. La obediencia a la magnífica Ley del Señor nos conduce a la paz, pues nos mantiene anclados en la realidad del presente y confiados en el cuidado continuo del Padre.
No cargues el mañana antes de tiempo. El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que los extraordinarios mandamientos del Señor sean tu guía diaria, afirmando tu corazón en cada nuevo amanecer. Obedecer nos trae bendiciones, liberación y salvación —y nos libra del peso innecesario de las preocupaciones futuras. -Adaptado de George MacDonald. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Señor de cada día, ayúdame a vivir el presente con confianza y obediencia. Que no me deje afligir por un futuro que aún no ha llegado, sino que descanse en Ti.
Enséñame, por medio de Tu magnífica Ley, a enfocarme en lo que puedo hacer hoy, con fe y serenidad. Que Tus mandamientos me protejan de la ansiedad y me conduzcan en paz.
Oh, Señor amado, te agradezco porque no me pides que cargue el mañana. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una carga ligera que me orienta con sabiduría. Tus mandamientos son como rieles que me mantienen en el camino seguro, un paso a la vez. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.