"Clama a mí y yo te responderé, y te anunciaré cosas grandes y firmes que no conoces" (Jeremías 33:3).
Cuando estamos atrapados bajo el peso del pecado o en la oscuridad del pasado, podemos pensar que Dios no nos escuchará. Pero Él siempre se inclina hacia quien clama con sinceridad. El Señor no rechaza a quien desea regresar. Él escucha, acepta y responde a la oración del corazón que se rinde.
En ese regreso, necesitamos recordar que el Padre envía al Hijo solo a quienes abrazan la obediencia. Él llama a vivir según la poderosa Ley de Dios y Sus increíbles mandamientos — hermosos y sabios, entregados a los profetas y confirmados por Jesús. Es a través de ellos que conocemos el verdadero camino de libertad y bendición.
Hoy es tiempo de elegir obedecer. Quien guarda Su sublime Ley experimenta paz, liberación y salvación. El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y vida eterna. Decide andar en la luz de la obediencia y ser conducido a los brazos de Jesús. Adaptado de D. L. Moody. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Padre amado, me presento ante Ti reconociendo que sin el Señor no puedo vencer el mal. Pero sé que el Señor oye el clamor sincero y responde a los que Te buscan de corazón.
Señor, ayúdame a valorar Tu grandiosa Ley y a guardar Tus extraordinarios mandamientos. No quiero seguir atajos del mundo, sino andar en el camino estrecho que conduce a la vida.
Oh, Dios amado, Te agradezco porque Tú siempre escuchas a los que se vuelven a Ti. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es una luz que no se apaga. Tus mandamientos son joyas preciosas que guían mi vida. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.
























