Devocional Diario: "Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mí un espíritu...

"Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mí un espíritu recto. No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu Espíritu Santo" (Salmos 51:10–11).

Solamente cuando Dios derrama sobre nosotros el espíritu de amor y súplicas es que podemos adorarlo verdaderamente. El Señor es Espíritu, y solo quien lo busca con sinceridad y verdad puede ofrecer un culto que le agrada. Ese espíritu es el fuego divino encendido en el corazón del creyente — el mismo fuego que el Señor encendió en el altar de bronce y ordenó que jamás se apagara. Puede quedar cubierto por las cenizas de la debilidad o del cansancio, pero nunca se extingue, pues es sostenido por el propio Dios.

Ese fuego permanece vivo en aquellos que eligen andar en obediencia a los magníficos mandamientos del Altísimo. La fidelidad es el combustible que mantiene la llama ardiendo — la obediencia reaviva el fervor, purifica la adoración y renueva la comunión. El corazón fiel se convierte en un altar permanente, donde el amor a Dios no se apaga, sino que se fortalece con cada acto de entrega.

Así que, alimenta el fuego que el Señor encendió en ti. Retira las cenizas de la distracción y pon leña de oración y obediencia. El Padre no deja que Su fuego muera en el corazón de los que lo buscan, sino que lo mantiene encendido hasta el día en que seremos totalmente consumidos por Su luz eterna en Cristo. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque enciendes en mí el fuego de tu Espíritu. No permitas que esta llama se apague, sino haz que crezca día tras día.

Señor, ayúdame a vivir según tus magníficos mandamientos, ofreciéndote un corazón puro y una adoración sincera, que jamás se enfría ni se apaga.

Oh, Dios querido, te agradezco porque mantienes viva la llama de la fe en mi interior. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fuego santo que ilumina mi altar. Tus mandamientos son la leña que sostiene la llama de mi amor por Ti. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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