Devocional Diario: Dios es fiel y no permitirá que seáis probados más allá...

“Dios es fiel y no permitirá que seáis probados más allá de vuestras fuerzas” (1 Corintios 10:13).

Las tentaciones nunca son mayores de lo que podemos soportar. Dios, en Su sabiduría y compasión, conoce nuestras limitaciones y jamás permite que seamos probados más allá de nuestra capacidad. Si todas las pruebas de la vida vinieran de una sola vez, nos aplastarían. Pero el Señor, como un Padre amoroso, permite que vengan una por una —primero una, luego otra, y a veces cambia por una tercera, quizá más difícil, pero siempre dentro de lo que podemos soportar. Él mide cada prueba con precisión, y aun cuando somos heridos, no somos destruidos. Él nunca quiebra la caña cascada.

¿Pero acaso podemos hacer algo para enfrentar mejor estas tentaciones? Sí, podemos. Y la respuesta está en la obediencia. Cuanto más nos dedicamos a seguir la poderosa Ley de Dios, más el Señor nos capacita para resistir. La tentación comienza a perder su fuerza, y con el tiempo, se vuelve menos frecuente y menos intensa. Esto ocurre porque, al obedecer, abrimos espacio para que el Espíritu Santo habite continuamente en nosotros. Su presencia fortalece, protege y nos mantiene alerta.

La Ley de Dios no solo nos orienta, sino que también nos sostiene. Nos coloca en una posición espiritual firme, de comunión y paz con el Padre. Y es en ese lugar donde las tentaciones tienen menos espacio, menos voz, menos poder. La obediencia nos guarda. Nos transforma desde adentro hacia afuera y nos conduce a una vida de vigilancia, equilibrio y verdadera libertad en Dios. -Adaptado de H. E. Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco porque eres un Padre compasivo y sabio, que nunca permite que yo sea tentado más allá de mis fuerzas. Tú conoces mis limitaciones y mides cada prueba con precisión, permitiendo que vengan una por una, en el momento justo, con propósito y amor. Aun cuando soy herido, Tú me sostienes y no permites que sea destruido. Gracias por cuidarme con tanta paciencia, y por mostrarme que aun en las luchas me estás formando y fortaleciendo.

Padre mío, hoy te pido que me ayudes a enfrentar las tentaciones con más vigilancia y firmeza. Enséñame a buscar la fuerza que viene de la obediencia a Tu poderosa Ley. Que no ceda a la voz de la debilidad ni me acomode ante el pecado, sino que elija, cada día, vivir en fidelidad. Dame un corazón decidido, dispuesto a obedecer, para que Tu Espíritu Santo habite en mí continuamente y me mantenga alerta, protegido y fortalecido.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque me ofreces un camino seguro de victoria sobre el mal. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un escudo espiritual que me protege en las batallas del alma y me afirma sobre roca inamovible. Tus mandamientos son como murallas de luz que me rodean y me guían hacia una vida de equilibrio, vigilancia y verdadera libertad en Ti. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

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