"Dios es nuestro refugio y fortaleza, ayuda siempre presente en la angustia" (Salmos 46:1).
Cobra ánimo. Incluso los dolores que parecen no tener remedio pueden convertirse en peldaños de progreso espiritual. No desperdicies la aflicción: transfórmala en comunión. Vuélvete con frecuencia al Señor, que observa cada detalle de tu lucha — incluso cuando te sientes débil, disperso o abrumado. Es Él quien envía ayuda y transforma tu aflicción en bendición. Saber que todo esto sucede bajo la atenta mirada del Padre debe traerte paz y firmeza para soportar cada prueba con mansedumbre y propósito.
Por eso la espléndida Ley de Dios es tan esencial para quien desea madurar espiritualmente. Los extraordinarios mandamientos que el Padre entregó a los profetas del Antiguo Testamento y a Jesús nos enseñan a ofrecer nuestro dolor como un acto de amor y fidelidad. La obediencia nos enseña a elevar el corazón continuamente, a buscar la ayuda de lo Alto, y a poner nuestra alegría no en las circunstancias, sino en el hecho de pertenecer a Dios. Esta conciencia transforma cada molestia en algo pequeño, comparado con la seguridad de tener un Amigo fiel y un Refugio eterno.
No permitas que las angustias dominen tu alma. El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que los magníficos mandamientos del Señor sean la base de tu consuelo. Obedecer nos trae bendiciones, liberación y salvación — y nos afirma sobre la Roca aun en medio de las tormentas de la vida. -Adaptado de Francisco de Sales. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Señor fiel y compasivo, enséñame a transformar mis dolores en ofrendas de amor delante de Ti. Que no huya de la lucha, sino que permanezca firme, sabiendo que estás conmigo.
Guíame con Tus espléndidos mandamientos. Que Tu gloriosa Ley me ayude a elevar el corazón a Ti incluso cuando esté cansado, y que aprenda a descansar en el hecho de ser Tuyo.
Oh, Señor amado, te agradezco porque Tú eres mi ayuda, mi consuelo y mi fortaleza. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un refugio firme en medio de la tormenta. Tus mandamientos son como brazos que me sostienen cuando todo parece derrumbarse. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.