Devocional Diario: "El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos...

"El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar, junto a aguas de reposo me conduce" (Salmos 23:1-2).

Hay un tipo de pasto que solo los ojos espirituales pueden ver: los cuidados de la providencia divina a lo largo de los años. Cuando nos detenemos a observar cómo el Señor nos ha guiado —en momentos buenos y difíciles— percibimos que incluso las bendiciones más simples, como un plato de comida o un refugio, se vuelven dulces y especiales cuando entendemos que vinieron de la mano de nuestro Buen Pastor. No es el tamaño de la provisión lo que importa, sino la certeza de que fue Él quien proveyó.

Esta profunda percepción de los cuidados de Dios nace en el corazón de quienes obedecen Su grandiosa Ley. Es a través de los espléndidos mandamientos que aprendemos a reconocer Su mano, incluso en las situaciones más cotidianas. La Ley entregada a los profetas del Antiguo Testamento y a Jesús nos entrena para vivir con gratitud y discernimiento, para ver propósito donde el mundo ve casualidad, y para cosechar paz incluso en los desiertos. Cada detalle de la providencia se vuelve más dulce cuando el corazón camina en obediencia.

Aprende a pastar en los campos de la providencia divina. El Padre bendice y envía a los obedientes al Hijo para perdón y salvación. Que los extraordinarios mandamientos del Señor sean el lente por el cual reconoces los cuidados diarios de Dios. Obedecer nos trae bendiciones, liberación y salvación —y transforma cada “bocado de heno” en un banquete de amor. -Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Pastor, abre mis ojos para ver tu cuidado incluso en las cosas más pequeñas. Que nunca menosprecie una bendición, por más simple que parezca.

Enséñame, por medio de tu magnífica Ley, a confiar en tu sustento diario. Que tus mandamientos me conduzcan a reconocer tu fidelidad en cada detalle.

Oh, Señor amado, te agradezco porque tu providencia me alcanza día tras día. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como el pasto verde donde mi alma descansa. Tus mandamientos son como alimento puro que fortalece mi espíritu. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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