"Enséñame, Señor, Tu camino, y andaré en Tu verdad" (Salmos 86:11).
El alma viva no soporta la idea de estancamiento espiritual. Quien realmente conoce a Dios siente la inquietud de avanzar, de crecer, de profundizar el entendimiento. El siervo fiel se mira a sí mismo y percibe cuán poco sabe, cuán superficiales son aún sus conquistas espirituales y cuán limitada puede ser su visión. Lleva consigo la conciencia de lo que ya ha fallado, siente la fragilidad del presente y reconoce que, por sí solo, no sabe cómo caminar hacia el futuro.
Es precisamente ahí donde surge el llamado a volver a la grandiosa Ley de Dios y a Sus preciosos mandamientos. El alma que desea avanzar entiende que no hay progreso sin fidelidad, y que obedecer es el único camino para crecer con seguridad. Dios solo revela Sus planes a los obedientes; es esa obediencia la que abre puertas, fortalece los pasos y prepara el corazón para ser enviado al Hijo en el tiempo del Padre. Quien quiere avanzar necesita andar por la senda que todos los siervos fieles —profetas, apóstoles y discípulos— siguieron.
Por eso, afirme su corazón en vivir cada día en obediencia. Avance no por su propia fuerza, sino por la dirección de la Ley del Señor, que nunca cambia. El alma que decide caminar de esta manera no solo crece, sino que encuentra propósito, claridad y fuerza —y el Padre la conducirá al Hijo para heredar la vida que no pasa. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Padre amado, ayúdame a rechazar todo estancamiento espiritual y a buscar siempre avanzar hacia Tu voluntad. Que mi corazón permanezca sensible a lo que Tú deseas obrar en mí.
Dios mío, fortaléceme para caminar con humildad y fidelidad, reconociendo mis limitaciones, pero confiando en que Tú guías cada paso de aquellos que obedecen Tus mandamientos.
Oh, Señor amado, te agradezco por recordarme que solo avanzaré de verdad al seguir Tu Ley. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino firme para mi alma. Tus mandamientos son dirección segura para cada paso que doy. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.
























