Devocional Diario: "Guíame en Tu verdad y enséñame, porque Tú eres el Dios de mi...

"Guíame en Tu verdad y enséñame, porque Tú eres el Dios de mi salvación" (Salmos 25:5).

Muchos en las iglesias no logran ayudar a otras personas porque, en el fondo, no tienen certeza de su propia condición espiritual. Es difícil extender la mano a alguien cuando el corazón aún teme estar ahogándose. Nadie puede rescatar a otro si no tiene los pies firmes en tierra segura. Antes de sacar a alguien de las aguas turbulentas, es necesario estar anclado — seguro del camino, seguro de la verdad, seguro de la vida.

Y esa firmeza solo nace cuando alguien se rinde a la maravillosa Ley de Dios y a Sus magníficos mandamientos. La seguridad espiritual no proviene de emociones, ni de discursos; nace de la obediencia. Todos los siervos fieles — profetas, apóstoles y discípulos — tenían esa convicción porque vivían obedeciendo lo que el Padre ordenó. Dios solo revela Sus planes a los obedientes, y solo estos son enviados al Hijo para perdón y salvación. Cuando el alma camina en fidelidad, sabe dónde está y sabe hacia dónde va — y entonces puede ayudar a otros con autoridad y paz.

Por eso, afirma tus pasos en la obediencia. Cuando el corazón está establecido en la Ley del Señor, nada lo sacude, y te conviertes en un instrumento útil en las manos de Dios. Quien encuentra su fundamento en Dios puede, finalmente, extender la mano al prójimo con seguridad y propósito. Adaptado de D. L. Moody. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, afirma mis pies en Tu verdad para que viva sin miedo ni inseguridad. Enséñame a caminar con claridad delante de Ti.

Dios mío, ayúdame a obedecer fielmente Tus mandamientos, para que mi vida sea estable y mi fe inquebrantable. Que jamás intente ayudar a otros sin antes estar firme en Tu voluntad.

Oh, Señor amado, te agradezco porque la obediencia me da una base sólida para vivir y servir. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento seguro de mis pasos. Tus mandamientos son el cimiento que sostiene mi fe. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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