Devocional Diario: Levantaos, oh portones eternos, para que entre el Rey...

“Levantaos, oh portones eternos, para que entre el Rey de la Gloria” (Salmos 24:9).

Necesitas comprender que tu alma es, por naturaleza, un centro sagrado — una morada preparada por Dios, un reino en potencia donde el propio Rey desea habitar. Pero, para que el Soberano pueda verdaderamente ocupar ese trono, es esencial que cuides de ese espacio con esmero. Tu alma necesita estar limpia de culpas no confesadas, tranquila ante los miedos y firme durante las tentaciones y tribulaciones. Esta limpieza interior, esa paz constante, no proviene del mundo ni de esfuerzos humanos — viene de algo mucho más elevado y poderoso.

¿Y cómo podemos alcanzar esa paz en un mundo tan convulsionado, donde el enemigo domina tantos corazones? La respuesta es más simple de lo que muchos piensan, aunque exige fidelidad: basta con decidir obedecer la poderosa Ley de Dios. En ella está el secreto de la estabilidad espiritual. Hay un poder real y activo en los mandamientos del Señor — un poder que transforma, fortalece y protege. Pero ese poder solo es conocido por aquellos que verdaderamente se someten a la voluntad de Dios con sinceridad y constancia.

Es en la obediencia donde encontramos todo lo bueno que el Creador reservó para Sus criaturas: paz, dirección, consuelo, seguridad y, sobre todo, comunión con Él. Lamentablemente, muchos, engañados por las ilusiones del enemigo, rechazan ese camino y pierden las bendiciones maravillosas que están asociadas a la obediencia. Pero tú puedes elegir diferente. Puedes decidir hoy mismo hacer de tu alma un lugar digno de la presencia del Rey, simplemente obedeciendo Su Ley — firme, eterna y llena de vida. -Adaptado de Miguel Molinos. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco porque me revelas que mi alma es un lugar sagrado, creado para ser Tu morada. Pero para que eso suceda, necesito cuidar de ese espacio con esmero — limpiando las culpas, enfrentando los miedos con fe y permaneciendo firme en las tentaciones. Gracias porque no me dejas solo en esta tarea, sino que ofreces un camino claro y poderoso para que mi alma se vuelva digna de Tu presencia.

Padre mío, hoy te pido que plantes en mí un espíritu fiel y constante, que desee obedecer Tu poderosa Ley con todo el corazón. Enséñame a buscar esa paz verdadera que solo se encuentra en la obediencia, y ayúdame a rechazar las ilusiones de este mundo que intentan desviar mi enfoque de Ti. Que mi alma sea fortalecida por Tus mandamientos, purificada por Tu voluntad y sostenida por Tu presencia. Dame valor para andar firme en este camino, incluso cuando sea difícil, y transforma mi interior en un trono digno del Rey de reyes.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque creaste mi alma con propósito y me revelaste el secreto de la verdadera comunión Contigo. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de vida que lava, purifica y llena mi corazón de paz y dirección. Tus mandamientos son como murallas de luz, guardando mi alma y haciéndola firme, segura y llena de Tu presencia. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



Compartir