“Por lo tanto, si ustedes sufren porque cumplen la voluntad de Dios, sigan haciendo lo que es correcto y confíen su vida a aquel que los creó, pues él es fiel” (1 Pedro 4:19).
No te aferres a tu dolor. Por más real y pesado que parezca, no es mayor que Aquel que puede liberarte. La tristeza, el miedo y las aflicciones de este mundo intentan robarte la visión, haciendo que todo parezca perdido. Pero hay un camino mejor. En vez de enfocarte en el sufrimiento, levanta los ojos y mira más allá de él. Dios no solo ve tu lucha — Él sabe cómo usarla para tu bien. Tu Libertador tiene poder sobre todo lo que hoy parece imposible.
La respuesta a los problemas de la vida no está en teorías humanas ni en consejos de líderes que rechazan las instrucciones ya reveladas por Dios, que son sus santas y eternas leyes. Toda dificultad, sin excepción, encuentra solución cuando nos rendimos de todo corazón a la poderosa Ley del Creador. Hay un poder real, profundo y transformador en la obediencia que solo conoce quien ha decidido obedecer. El alma que se alinea con la voluntad de Dios descubre una fuerza nueva, una paz inesperada y una dirección que nadie en la tierra jamás podrá ofrecer.
Por eso, deja de sufrir innecesariamente. Rechazar la intervención del Creador es seguir caminando en tinieblas aun cuando la luz está encendida delante de ti. Decide hoy mismo rechazar a los falsos maestros que sutilmente predican contra los mandamientos del Señor y vuelve con sinceridad a la obediencia. Sigue cada mandamiento que Dios entregó a Sus profetas y a Jesús en los Evangelios. Ese es el camino de la sanidad, de la liberación y de la vida eterna. No hay otro. -Adaptado de Isaac Penington. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Señor, hoy te entrego todo mi dolor. Sé que es real, pero reconozco que tu poder es mucho mayor que cualquier sufrimiento que yo pueda sentir. No quiero seguir viviendo enfocado en las aflicciones, ni ser guiado por la tristeza o el miedo. Quiero levantar los ojos y ver tu mano extendida, lista para liberarme. Tú eres mi Libertador, y confío en que estás obrando incluso en las luchas que no entiendo.
Ayúdame, Padre, a rechazar los consejos del mundo y de los líderes que hablan en contra de tu Ley. Enséñame a confiar en tus instrucciones, ya reveladas por los profetas y Jesús, pues sé que en ellas está la respuesta para todo lo que enfrento. Quiero obedecer cada mandamiento que has revelado, con fe y sinceridad. Aun cuando sea difícil, aun cuando parezca solitario, que mi corazón permanezca firme en tus caminos.
Espíritu Santo, guíame con tu luz. Quita de mí toda resistencia, todo engaño y toda rebeldía. Que nunca más camine en tinieblas, ahora que conozco la verdad. Dame fuerzas para seguir con fidelidad, paso a paso, hasta el día en que vea tu rostro y te adore para siempre. En el nombre de Jesús, amén.