Devocional Diario: Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad...

“Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad para los que guardan su pacto y sus testimonios” (Salmos 25:10).

Si Dios nos ha colocado en determinado lugar, con ciertos desafíos, es porque allí mismo Él quiere ser glorificado a través de nuestra vida. Nada es por casualidad. Muchas veces queremos huir, cambiar de escenario, esperar que todo se resuelva para entonces obedecer. Pero Dios nos llama a obedecer ahora, exactamente donde estamos. El lugar del dolor, de la frustración, de la lucha — allí es el altar donde podemos ofrecerle nuestra fidelidad. Y cuando elegimos obedecer en medio de la adversidad, es allí donde el reino de Dios se manifiesta con poder.

Hay personas que viven en constante desánimo, atrapadas en ciclos de sufrimiento, pensando que todo está perdido. Pero la verdad es simple y transformadora: lo que falta no es fuerza, dinero o reconocimiento. Falta obediencia. Obediencia a la poderosa Ley de Dios — ese es el secreto de los hombres y mujeres que marcaron la historia en la Biblia. No era ausencia de luchas, sino presencia de fidelidad. Cuando obedecemos, Dios actúa. Cuando obedecemos, Él cambia el curso de nuestra historia.

Puedes experimentar ese cambio hoy. No es necesario entender todo, ni tener todo resuelto. Basta decidir, en el corazón, obedecer los mandamientos del Señor. Así como sucedió con Abraham, Moisés, David, Juan el Bautista y María, Dios comenzará a obrar en tu vida. Él te liberará, te bendecirá y, sobre todo, te enviará a Jesús para perdón y salvación. Obedecer es el camino. -Adaptado de John Hamilton Thom. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor mi Dios, reconozco que no siempre entiendo Tus caminos, pero confío en que todo tiene un propósito. Sé que el lugar donde estoy hoy no es por casualidad. Por eso, te pido que me ayudes a ser fiel y obediente aun en las situaciones difíciles. Que no desperdicie las oportunidades que Tú me das para manifestar Tu reino a través de mi vida.

Padre amado, quita de mí todo desánimo, toda ceguera espiritual. Dame un corazón obediente, dispuesto a cumplir Tu voluntad aun cuando sea difícil. No quiero andar más en círculos ni vivir en la estancación. Quiero vivir Tu propósito y experimentar el cambio que solo Tu Palabra puede producir.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser un Padre tan sabio y misericordioso. Aun cuando no entiendo, Tú estás obrando por mí. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de justicia que purifica, fortalece y conduce a la vida. Tus mandamientos son senderos de luz en un mundo de tinieblas, guías perfectos para quien desea vivir en Ti. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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