"Yo te saqué de la sepultura y te haré subir de tus sepulcros, oh pueblo mío; y pondré en vosotros mi Espíritu, y viviréis" (Ezequiel 37:13–14).
Dios no despierta un alma para dejarla atrapada en la oscuridad de la duda y el miedo. Así como Cristo fue sacado del sepulcro, todo aquel que pertenece a Su cuerpo espiritual es llamado a resucitar con Él — libre de culpa, desesperación y de las cadenas de la incredulidad. El mismo poder que levantó al Hijo actúa también en Sus hijos, derramando perdón, paz y amor en el corazón. Esta liberación es parte inseparable de la nueva vida en Cristo, promesa segura para todos los que pertenecen al pacto eterno del Señor.
Pero esa libertad se fortalece en la obediencia a los magníficos mandamientos del Altísimo. Es en el caminar fiel donde el corazón experimenta la verdadera paz y la alegría del Espíritu. La obediencia nos saca de la prisión interior, aclara los pensamientos y nos hace percibir la presencia constante de Dios, transformando el miedo en confianza y la culpa en comunión.
Así que, no aceptes permanecer entre las sombras cuando el Señor ya te ha llamado a la luz. Levántate con Cristo, vive en libertad y anda de manera digna de la nueva vida que el Padre te ha concedido. Quien obedece a la voz divina experimenta la plena restauración y es conducido al Hijo para disfrutar de la verdadera paz. Adaptado de J.C. Philpot. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Padre amado, te alabo porque no me dejas atrapado en las tinieblas de la duda y el miedo. Tu poder me llama a la luz de la vida en Cristo.
Señor, enséñame a vivir según tus magníficos mandamientos, para que permanezca libre, en comunión contigo, lleno de la paz y el amor que vienen de tu Espíritu.
Oh, Dios querido, te agradezco porque me liberas del sepulcro de la culpa y me haces vivir en tu presencia. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino que me conduce a la libertad. Tus mandamientos son la luz que disipa el miedo y llena mi corazón de paz. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.
























