La Ley de Dios: Devocional Diario: La mentalidad del Espíritu es vida y paz (Romanos 8:...

“La mentalidad del Espíritu es vida y paz” (Romanos 8:6).

Mantente en paz. La verdadera paz no proviene del esfuerzo humano, sino del abandono de aquello que perturba. Es como un vaso con agua agitada: si lo dejamos quieto por un tiempo, todo comienza a asentarse y la claridad regresa. Como hijos de Dios, no necesitamos vivir preocupados — a menos que la raíz de esa inquietud esté en alguna área de pecado no resuelta. Si ese es el caso, ten valor: decide firmemente abandonar esa situación. La paz vendrá como consecuencia de esa decisión.

Esa paz no es algo que construimos con nuestro propio esfuerzo, sino un regalo que florece naturalmente cuando alineamos nuestra vida a la voluntad del Señor. Dios es un Padre de amor, y Él se complace en llenar de paz a aquellos que eligen vivir de acuerdo con Sus caminos.

Obedecer la poderosa Ley de Dios es la clave — no solo para la paz, sino para una vida llena de bendiciones. El Señor se deleita en recompensar a los obedientes, y ninguna de Sus promesas falla. El alma que vive en obediencia no necesita temer al mañana, ni cargar culpas del pasado. Camina con ligereza, porque sabe que está andando bajo la protección y el favor de su Padre. Y eso, sin duda, es la paz más profunda que alguien puede experimentar. -Adaptado de Jeanne Guyon. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Tú me enseñas que la paz florece cuando dejo de luchar con mis propias manos y simplemente abandono lo que me perturba. Como un vaso de agua agitada, el alma solo se calma cuando reposa en Ti. Gracias por recordarme que, si existe algo que quita mi paz, puede ser un llamado Tuyo para resolver aquello que aún no Te he entregado. Dame valor para hacer esto con sinceridad y firmeza.

Mi Padre, hoy Te pido que me ayudes a dejar de lado las preocupaciones que no vienen de Ti y a enfrentar cualquier pecado con honestidad. Que no esconda nada de Ti, sino que entregue todo, confiando en que Tu perdón es seguro y Tu paz es real. Llena mi corazón con esa paz que solo Tú puedes dar — no una paz pasajera, sino una paz que permanece, que crece, que transforma. Enséñame a vivir de acuerdo con Tu voluntad, sabiendo que esa es la única manera de experimentar verdadero descanso.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque Tu corazón se alegra en llenar de paz a Tus hijos obedientes. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río tranquilo que atraviesa mi ser, lavando toda inquietud y trayendo seguridad. Tus mandamientos son como raíces profundas que afianzan el alma en el suelo de Tu amor, haciendo cada paso ligero, seguro y lleno de esperanza. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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