La Ley de Dios: Devocional Diario: Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo...

“Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (Romanos 8:25).

Nuestro Padre Celestial desea algo grandioso para cada uno de nosotros: un alma hermosa, perfecta y llena de gloria, que un día habitará un cuerpo espiritual eterno. Si tuviéramos al menos un vislumbre de esa realidad futura, veríamos de forma diferente los desafíos y procesos que estamos enfrentando ahora. Lo que hoy parece esfuerzo, disciplina y renuncia, en realidad es el cuidado amoroso de un Padre que nos está preparando para algo infinitamente mayor de lo que podemos imaginar. Él tiene un ideal para nosotros — y es mucho más alto que los sueños que creamos por nuestra cuenta.

Sabemos que Dios no tiene prisa. Transformar un ser frágil y mortal en un hijo inmortal y glorioso es una obra profunda — y lleva tiempo. Pero hay algo que puede hacer este camino más ligero: escuchar y seguir las instrucciones que el Creador ya nos ha dado. Él habló claramente por los profetas y por Su Hijo, y dejó registrada la dirección segura en las Escrituras. Ignorar esto es como rechazar la brújula en medio de un largo viaje.

Cuando tomamos la firme decisión de seguir la poderosa Ley de Dios con fidelidad, algo maravilloso sucede: el cielo comienza a moverse a nuestro favor. Sentimos a Dios más cerca, Su mano guiándonos y bendiciéndonos. Comenzamos a aprender de Él de manera más clara, y los primeros rayos de la luz de la eternidad tocan nuestro camino. Es la señal de que estamos en el rumbo correcto — y que la gloria que nos espera ya ha comenzado a brillar. -Adaptado de Annie Keary. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, Te agradezco por soñar algo tan grandioso para mí. Aunque no vea toda esa realidad ahora, elijo confiar en Ti. Ayúdame a ver los desafíos del presente como parte de Tu cuidado amoroso, moldeando mi carácter para algo que está mucho más allá de mis sueños terrenales. Gracias por no desistir de mí y por continuar trabajando, incluso cuando no comprendo todo.

Mi Padre, hoy Te pido que me des paciencia para aceptar Tu tiempo y humildad para seguir las instrucciones que ya dejaste a través de los profetas y de Tu amado Hijo. No quiero rechazar Tu dirección, ni caminar en vano por esta vida. Enséñame a valorar cada enseñanza contenida en Tu poderosa Ley, pues sé que es la brújula segura que me conduce a la vida eterna. Que no me distraiga con mis propios planes, sino que permanezca atento a Tu voz, firme en la fe y constante en la obediencia.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque elegiste trabajar en mí con paciencia, como un alfarero que da forma a su obra con amor y perfección. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una escalera de luz, que me eleva día tras día hacia la gloria eterna. Tus mandamientos son como llamas purificadoras, que queman lo que es vano y revelan la belleza del alma que Te obedece. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



Compartir