
El foco de Dios Padre y de Jesús siempre ha sido Israel, la nación que Dios separó para Su honor y gloria. Todas las promesas de bendiciones fueron destinadas a Israel. Las pocas veces que Dios bendijo a otros pueblos fue como recompensa por haber ayudado a Israel, como sucedió con las parteras en Egipto. Negar esto es negar los hechos claramente revelados en el Antiguo Testamento y en las palabras de Jesús en los Evangelios. Cualquier gentil puede unirse a Israel y ser bendecido por Dios, siempre que siga las mismas leyes que el Señor entregó a Israel. El Padre ve la fe y la valentía de este gentil, a pesar de las dificultades. Él derrama Su amor sobre él, lo une a Israel y lo conduce al Hijo para el perdón y la salvación. Este es el plan de salvación que tiene sentido porque es verdadero. | “Así como las leyes del sol, de la luna y de las estrellas son inmutables, así también la descendencia de Israel nunca dejará de ser la nación delante de Dios para siempre.” Jeremías 31:35-37
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