
Isaías fue el mayor de los profetas mesiánicos del Antiguo Testamento. Describió en detalle la misión del Mesías, que vendría unos 700 años después de sus escritos. Quedó claro que Jesús llevaría sobre sí los pecados de aquellos que clamaban al Dios de Israel por liberación y salvación. En ningún momento Isaías dijo que el Mesías moriría para que las personas no necesitaran seguir la Ley de Dios. Esa idea fantasiosa forma parte de la falsa doctrina del “favor inmerecido”, que millones aceptan con alegría en las iglesias. La verdad es que, para salvarse, el gentil necesita ser enviado al Hijo por el Padre, y el Padre jamás enviará a alguien que conoce las leyes que Él nos entregó por Sus profetas, pero las desobedece descaradamente. | “Ciertamente el Señor Dios no hará nada, sin haber revelado su secreto a sus siervos, los profetas.” Amós 3:7
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