Los profetas del Antiguo Testamento, como Abrahán, Moisés, Jeremías e Isaías, fueron los seres humanos con quienes Dios más se comunicó directamente. A través de estos siervos fieles, Él nos dio las instrucciones sobre cómo ser bendecidos y perdonados de nuestros pecados por el sacrificio del Cordero. Sin embargo, las iglesias enseñan que las leyes que Dios entregó a través de estos mensajeros ya no tienen valor, y afirman que quien insiste en obedecer estas leyes, ha rechazado a Cristo y irá al infierno. Jesús nunca enseñó tal cosa, pero las personas prefieren vivir en la ilusión de que, incluso desobedeciendo abiertamente a Dios, serán recibidas en el cielo con sonrisas y abrazos. La salvación es individual. No sigas a la mayoría solo porque son muchos. Obedece mientras estás vivo. | “Ciertamente el Señor Dios no hará cosa alguna, sin haber revelado su secreto a sus siervos, los profetas.” Amós 3:7

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