
La expresión “favor inmerecido” no existe en las Escrituras; se trata de un jargon teológico inventado después de la ascensión de Jesús, con el propósito de separar a los gentiles de Israel y crear una nueva religión, con nuevas doctrinas y tradiciones, además de excluir la necesidad de obedecer las leyes de Dios para la salvación. Este concepto no tiene respaldo en el Antiguo Testamento ni en las palabras de Jesús en los Evangelios. Afirmar que el ser humano no puede contribuir a su salvación fomenta el pecado y sugiere que Dios busca salvar a los desobedientes, razón por la cual muchos gentiles se aferan a esta falsa doctrina. Lo que Jesús realmente enseñó es que es el Padre quien nos envía al Hijo, y el Padre solo envía a aquellos que siguen las leyes dadas a la nación que Él separó para Sí con un pacto perpetuo. | El gentil que se una al Señor, para servirle, siendo de este modo su siervo... y que se mantenga firme en mi pacto, también lo llevaré a mi santo monte. (Isaías 56:6-7)
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