La misión dada a los apóstoles en las epístolas fue instruir a los judíos sobre cómo Jesús, a través de señales y maravillas, demostró ser el Mesías prometido en el Antiguo Testamento, y enseñar a los gentiles sobre la fe de Israel y su Mesías. Nada en las palabras de Cristo sugiere que los apóstoles fueron encargados de crear una nueva religión para los gentiles, separada de Israel, con nuevas doctrinas, tradiciones y con la promesa de salvación incluso para aquellos que desobedecen abiertamente las leyes de Su Padre. El gentil que desea ser salvado por Jesús necesita seguir las mismas leyes que el Padre entregó a la nación de la cual Jesús forma parte. El Padre ve nuestra fe y valentía, a pesar de toda la oposición, nos une a Israel y nos envía al Hijo. Ese es el plan de salvación que tiene sentido, porque es verdadero. | El gentil que se una al Señor, para servirle, siendo de este modo su siervo... y que se mantenga firme en mi pacto, también lo llevaré a mi santo monte. (Isaías 56:6-7)

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