La Ley de Dios: Devocional Diario: Y el siervo que recibió solo un talento dijo: Tuve...

“Y el siervo que recibió solo un talento dijo: Tuve miedo, salí y escondí tu talento en la tierra. Mira, aquí tienes lo que es tuyo” (Mateo 25:25).

Queridos, si un cristiano tropieza, no debe hundirse en la culpa. Con humildad, se levanta, sacude el polvo y sigue adelante con una alegría renovada en el corazón. Aunque caiga cien veces en un solo día, no hay lugar para la desesperación. Mira hacia arriba, llama a Dios y confía en la misericordia que nunca termina. Quien ama verdaderamente el camino del Señor odia el mal, sí, pero ama aún más lo que es bueno y justo. El enfoque está en vivir lo correcto, más que solo huir de lo incorrecto.

Amigos, presten atención: con valentía en el pecho, el cristiano no tiembla ante los riesgos de servir a Dios. Los mandamientos del Señor fueron dados para ser vividos, ¡todos ellos! Pero Dios, que nos conoce por dentro y por fuera, sabe que somos frágiles. Por eso envió a Jesús, el Cordero, cuya sangre preciosa nos limpia de todo pecado. ¿No es hermoso eso? Cuando caemos, tenemos un Salvador que nos levanta y nos limpia, listos para comenzar de nuevo.

Aquí está la clave: al decidir obedecer de corazón la poderosa Ley de Dios, Él nos llena de fuerza, entendimiento y una persistencia que no se rinde. No se trata de ser perfecto, sino de confiar en Él y seguir adelante. Entonces, si caíste hoy, ¡levántate! Dios está contigo, dándote todo lo que necesitas para llegar hasta el final con una sonrisa en el rostro. -Adaptado de Jean Grou. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, no quiero hundirme en la culpa, sino levantarme con humildad, sacudir el polvo y seguir con alegría renovada en el corazón. Confieso que, a veces me inclino al desespero, pero quiero mirar hacia Ti, llamar Tu nombre y confiar en Tu misericordia que nunca termina. Ayúdame a amar Tu camino, odiando el mal, pero amando aún más lo que es bueno y justo, enfocándome en vivir lo correcto con un corazón lleno de Ti.

Mi Padre, hoy te pido que me des valentía en el pecho para no temblar ante los riesgos de servirte, viviendo todos Tus mandamientos con osadía y fe. Enséñame a recordar que soy frágil, que Tú me conoces y enviaste a Jesús, el Cordero, cuya sangre preciosa me limpia de todo pecado, levantándome en cada caída. Te pido que me guíes a descansar en esta hermosa verdad, comenzando de nuevo con la certeza de que mi Salvador me limpia y me sostiene para seguir adelante.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por llenarme de fuerza, entendimiento y persistencia cuando decido obedecer a Tu voluntad, prometiendo estar conmigo en cada paso, incluso en mis fallas. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es la mano que me levanta. Tus mandamientos son delicias eternas. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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