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Devocional Diario: Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán; nadie podrá arrebatarlas...

“Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán; nadie podrá arrebatarlas de mi mano” (Juan 10:28).

Si todo cristiano sincero entregara de verdad su voluntad al Señor, encontraría fuerzas más que suficientes para permanecer fiel hasta el final. Entonces, ¿por qué tantas veces fallamos en perseverar? La respuesta no está en la ausencia de fuerza, sino en la inestabilidad de nuestra voluntad. No nos falta poder — el Espíritu Santo habita en nosotros. Y cuando nos rendimos por completo a la voluntad de Dios, Él nunca nos abandona a mitad de camino. No es la fuerza de Dios la que falla; es nuestra disposición la que se debilita antes.

Obedecer la voluntad de Dios, expresada perfectamente en Su Ley, no depende de sentimientos ni de circunstancias. Es una cuestión de decisión y de perspectiva. Cuando vemos esta vida por lo que realmente es — pasajera y llena de trampas — nos damos cuenta de que nuestras elecciones tienen peso eterno. Y que la fidelidad aquí está moldeando nuestro destino eterno. La vida que vivimos hoy es la preparación para aquello que viviremos para siempre. Por eso la firmeza de corazón y el compromiso con Dios no pueden posponerse.

Si reconocemos que pronto dejaremos todo atrás, entonces no hay decisión más sabia que obedecer a Dios con todo el corazón. Todos Sus mandamientos son justos, santos y eternos. Y si fuimos creados por Él, nada más lógico que someternos a Su voluntad. La obediencia a la poderosa Ley de Dios no es solo un deber — es el único camino sensato para cualquier criatura que ha entendido el valor de la eternidad. Decide hoy obedecer, y descubrirás que el poder para permanecer ya está dentro de ti. -Adaptado de Henry Edward Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Señor, mi Dios, te agradezco porque nunca falta poder que viene de Ti. Tu fuerza es perfecta, constante y suficiente para sostenerme hasta el final. Si he flaqueado, no es porque Tú me hayas abandonado, sino porque mi voluntad vaciló ante las presiones y distracciones de este mundo. Hoy, con humildad, reconozco esto delante de Ti y te pido: fortalece mi decisión. Afirma mi corazón en obediencia. Que no dependa de sentimientos ni de circunstancias, sino de Tu Palabra, de Tu Ley — santa, justa y eterna.

Padre, ayúdame a vivir con los ojos puestos en la eternidad. Quita de mí toda ilusión de que esta vida es mi destino final. Hazme ver que cada elección aquí está moldeando mi lugar en Tu Reino. Enséñame a no posponer la fidelidad. Dame valor para obedecer ahora, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, con todo mi entendimiento. Que Tu poderosa Ley sea mi fundamento, mi guía y mi escudo.

Tú me creaste, Señor, y nada es más lógico, más correcto y más sabio que someterme a Tu voluntad. La obediencia a Ti no es solo mi deber — es el camino de la vida, de la paz y de la salvación. Sé que Tu Espíritu habita en mí, y por eso el poder para permanecer ya está presente. Que decida, hoy y todos los días, vivir para agradarte. Y que mi vida, moldeada por Tu Ley, te glorifique ahora y por toda la eternidad. En el nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Tened cuidado, no rechacéis al que habla (Hebreos 12...

“Tened cuidado, no rechacéis al que habla” (Hebreos 12:25).

Cuando incluso el más pequeño deseo en tu corazón te llama a acercarte más a Dios — no lo ignores. Puede ser una sensación leve, un pensamiento persistente, un anhelo de cambio. Esos momentos no son fruto del azar. Es el Espíritu de Dios tocando suavemente tu alma, invitándote a dejar atrás lo que es vacío y abrazar lo que es eterno. En esos momentos, aléjate de las distracciones. Permanece en silencio. Da tiempo al Espíritu para hablar contigo. No endurezcas tu corazón. La luz que comienza a brillar dentro de ti es la señal de que el cielo se está acercando.

Pero ese acercamiento no se completa con palabras bonitas, emociones pasajeras o gestos religiosos. Lo que Dios desea es obediencia. El fundamento de Su propósito para tu vida ya ha sido establecido: es la obediencia a Su poderosa Ley. Es sobre esa base sólida que el Señor comienza a revelar los detalles del plan que tiene para cada alma. Sin ese fundamento, no hay construcción posible. Dios no escribe los capítulos de una vida en rebeldía. Él solo revela, solo guía, solo envía cuando ve en el corazón el compromiso real con Sus mandamientos.

Muchos se engañan, pensando que pueden agradar a Dios de otras maneras — con actividades, con donaciones, con intenciones. Pero la Palabra es clara, y la verdad es simple: sin obediencia, no hay comunión con el Padre. Esa mentira antigua, difundida por la serpiente desde el Edén, sigue engañando a muchos. Pero quien tenga oídos, oiga: solo quien obedece es guiado. Solo quien obedece es aprobado. Y solo quien obedece es enviado al Hijo para la salvación. La obediencia a la Ley del Señor es el inicio de todo — de toda revelación, de toda dirección y de toda esperanza eterna. -Adaptado de William Law. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco por tocar mi alma con tanta ternura, despertando en mí un anhelo de dejar lo que es vacío y abrazar lo que es eterno. Enséñame a reconocer esos momentos santos, a callar ante las distracciones y a escuchar con atención cuando tu luz comienza a brillar dentro de mí. No quiero endurecer mi corazón, Señor — quiero responder con entrega y verdad.

Padre mío, hoy te pido que establezcas en mí el verdadero fundamento de la obediencia. Sé que el Señor no construye una vida sobre la rebeldía, y que tu voluntad solo es revelada a quienes deciden guardar tus mandamientos. Quita de mí toda ilusión de que puedo agradarte con acciones vacías o intenciones que no se traducen en fidelidad. Pon en mí un compromiso real con tu poderosa Ley, para que mi vida sea guiada por ti, paso a paso, hacia el propósito eterno que tienes para mí.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque la obediencia a tu santa Ley es el inicio de toda comunión verdadera contigo. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una raíz profunda que sostiene el árbol de la fe, firme contra las tormentas de este mundo. Tus mandamientos son como senderos de luz, que revelan el camino seguro de la salvación y me conducen, con esperanza y paz, a tu presencia eterna. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Y las semillas que cayeron en tierra fértil representan...

“Y las semillas que cayeron en tierra fértil representan a los que, con corazón bueno y receptivo, oyen el mensaje, lo aceptan y, con paciencia, producen una gran cosecha” (Lucas 8:15).

Todo lo que permitimos en nuestro corazón —sea un pensamiento, un deseo o una actitud— que vaya en contra de la voluntad de Dios ya revelada en las Escrituras, tiene el poder de alejarnos de nuestro propósito eterno. No importa cuán pequeño u oculto parezca, si está en desacuerdo con los mandamientos del Señor, es un paso hacia el error. La vida eterna es nuestro objetivo final, y no hay nada más importante en esta vida que asegurar que estamos caminando firmemente en esa dirección. Todos los demás logros pierden su valor ante la eternidad.

Obedecer a Dios no es complicado. Su voluntad fue revelada con claridad por los profetas y reafirmada por Jesús en los Evangelios. Cualquier persona puede obedecer, si realmente desea agradar al Creador. Lo que dificulta ese camino no es la complejidad de la Ley, sino la resistencia del corazón y las mentiras que el enemigo esparce. Desde el Edén, la serpiente repite la misma estrategia: hacer que el ser humano crea que obedecer es imposible, que Dios exige demasiado, que vivir en santidad es solo para unos pocos.

Pero Dios es justo y bueno. Jamás pediría algo que no pudiéramos cumplir. Cuando Él ordena, también capacita. No escuches al diablo. Escucha la voz de Dios, que habla por medio de Sus mandamientos santos, eternos y perfectos. La obediencia es el camino seguro hacia la vida eterna, y cada paso dado en fidelidad es un paso rumbo al cielo. No permitas que nada —absolutamente nada— se levante en tu corazón contra la voluntad de Dios. Guarda Su Ley con alegría, y experimentarás la paz, la dirección y la certeza de que estás en el camino de la salvación. -Adaptado de Hannah Whitall Smith. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco por mostrarme con tanta claridad que nada es más importante en esta vida que caminar firmemente hacia la vida eterna. Tú revelaste Tu voluntad por medio de los profetas y por las palabras de Tu amado Hijo, y sé que todo lo que permito en mi corazón que vaya en contra de ella puede alejarme de ese propósito. Quiero vivir enfocado en la eternidad, sin permitir que nada me desvíe de Tu voluntad.

Padre mío, hoy te pido que fortalezcas mi corazón contra toda resistencia a Tu Ley. Que no escuche las antiguas mentiras de la serpiente, que intentan hacer parecer imposible lo que Tú ya has hecho accesible. Enséñame a obedecer con alegría, con humildad y con perseverancia. Sé que Tú eres justo y bueno, y que nunca pides nada sin también capacitarme. Dame discernimiento para reconocer el error, valentía para rechazarlo, y celo para guardar Tu Palabra en lo más íntimo de mi ser.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque Tu voluntad es perfecta y el camino de la obediencia es seguro y lleno de paz. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un muro protector que guarda mi corazón de las trampas del enemigo. Tus mandamientos son como estrellas que iluminan mi jornada noche y día, guiándome con certeza hacia el cielo. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: ¿Buscas grandes cosas para ti mismo? No lo hagas...

“¿Buscas grandes cosas para ti mismo? ¡No lo hagas!” (Jeremías 45:5).

Es en los momentos tranquilos y silenciosos de la vida cuando Dios más trabaja en nosotros. Es allí, cuando nos aquietamos delante de Él y esperamos con paciencia, que somos fortalecidos por Su presencia. Mientras el mundo nos presiona a actuar, correr, decidir por nuestra cuenta y mantener el control de todo, el camino de Dios nos llama a la confianza, la entrega y la obediencia. Él no quiere que nos adelantemos a Él, sino que aprendamos a seguir Sus pasos, confiando en que Su luz nos guiará, incluso cuando aún no vemos claramente el siguiente paso.

Cuando tomamos la firme decisión de obedecer la maravillosa y poderosa Ley del Creador — con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, aunque el mundo entero se oponga — algo profundo sucede en nuestro interior. Nuestro deseo personal comienza a disminuir, y el deseo de Dios se convierte en el centro de todo. Así como Jesús, que no buscó su propia voluntad, sino la del Padre, pasamos a vivir con ese mismo espíritu de sumisión y amor. Y es solamente en ese lugar de obediencia donde el verdadero conocimiento espiritual y el crecimiento del alma suceden.

Cualquier intento de unirse a Dios sin esta base será en vano. La comunión con el Padre no se establece por sentimientos, palabras bonitas o buenas intenciones aisladas — nace y crece en la obediencia a Sus santos y perfectos mandamientos. Es por medio de la obediencia que caminamos lado a lado con Dios, siendo moldeados por Él, guiados por Él y, finalmente, recibiendo la promesa de la vida eterna en Cristo Jesús. Obedecer es el camino — y también es el destino, pues es donde encontramos al propio Dios. -Adaptado de Isaac Penington. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente me dejo llevar por la prisa y las presiones de este mundo. Cuando todo está tranquilo, creo que necesito hacer algo, decidir algo, mover algo — pero Tú me llamas al silencio, a la confianza y al descanso en Ti. Enséñame a detenerme ante Tu presencia y a esperar con paciencia, sabiendo que es en esos momentos de quietud cuando más operas dentro de mí. Cuando vuelvo mi corazón a Tu Ley y elijo andar a Tu ritmo, comienzo a sentir una paz que no depende de las circunstancias.

Padre mío, hoy te pido que plantes en mí el valor de obedecer con firmeza, incluso cuando eso me ponga en contracorriente del mundo. Dame un espíritu decidido a seguir Tus mandamientos con amor y reverencia, así como Tu Hijo siguió fielmente todo lo que Tú ordenaste. Quiero que Tu deseo se convierta en el centro de mi vida, y que mi corazón se regocije en agradarte por encima de todo. Guíame en este camino de madurez, para que no solo te conozca, sino que camine contigo en verdadera comunión.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque no te escondes de aquellos que te buscan con sinceridad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río de aguas puras que lava, renueva y conduce mi alma. Tus mandamientos son como estrellas en el cielo oscuro, mostrando fielmente la dirección que debo seguir. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Enséñame a vivir, Señor; guíame por el camino correcto...

“Enséñame a vivir, Señor; guíame por el camino correcto” (Salmos 27:11).

Dios es completamente santo, y como Padre amoroso y sabio, Él sabe exactamente cómo guiar a cada uno de Sus hijos en el camino de la santidad. Nada en ti es desconocido para Él — ni los pensamientos más profundos, ni las luchas más silenciosas. Él comprende perfectamente las barreras que enfrentas, los deseos que necesitan ser moldeados y las áreas de tu corazón que aún necesitan ser transformadas. Dios no obra de manera aleatoria; Él moldea con precisión, con amor y con propósito, usando cada situación, cada prueba y cada tentación como herramientas para perfeccionar el alma.

Tu parte en este proceso es clara: aceptar con alegría y reverencia la maravillosa y poderosa Ley de Dios. Es solamente a través de la obediencia a Sus santas instrucciones que la verdadera santidad puede ser alcanzada. No existe santidad sin obediencia — y esto debería ser evidente para todos. Sin embargo, muchos han sido engañados por enseñanzas que ofrecen una santidad sin sumisión, sin compromiso con la Ley del Señor. Pero esa santidad es ilusoria, vacía, y no conduce a la salvación.

Aquellos que eligen obedecer, por otro lado, entran en un camino real y vivo con Dios. Reciben discernimiento espiritual, liberación de los engaños del mundo, bendiciones que acompañan a los justos y, lo más precioso de todo: son guiados al Hijo por el mismo Padre. Esta es la promesa eterna — que los obedientes no solo caminan en santidad, sino que también son llevados al Salvador, Cristo Jesús, donde encuentran salvación, comunión y vida eterna. Obedecer es, por lo tanto, el inicio de todo lo que Dios desea realizar en ti. -Adaptado de Jean Nicolas Grou. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente olvido que Tú eres un Padre santo y sabio, que conoces cada detalle de mi alma. Nada en mí Te es oculto — ni los pensamientos que escondo, ni las luchas que apenas logro expresar. Y aun así, Tú me guías con amor y paciencia. Cada prueba, cada dificultad, forma parte de Tu plan para moldear mi corazón. Cuando recuerdo que Tu Ley es la base del camino de la santidad, entiendo que Tu obrar en mí no es confuso ni aleatorio, sino perfecto y lleno de propósito.

Padre mío, hoy Te pido que me des un corazón dispuesto a obedecer con alegría. No quiero buscar una santidad superficial, basada solo en sentimientos o apariencias. Enséñame a valorar y amar Tus santas instrucciones, pues sé que sin obediencia no hay verdadera transformación. Líbrame de los engaños de este mundo que intentan separar la santidad de la fidelidad a Tu Palabra. Guíame en rectitud, y moldea mi vida conforme a Tus estándares eternos, para que yo viva de manera que realmente Te agrade.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque Tu santidad es perfecta y Tus caminos son justos. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un fuego que purifica y como un espejo que revela quién realmente soy. Tus mandamientos son senderos seguros para los que Te temen y cimientos inquebrantables para los que Te buscan con sinceridad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Amados, si la conciencia no nos condena, podemos acercarnos a Dios...

“Amados, si la conciencia no nos condena, podemos acercarnos a Dios con total confianza” (1 Juan 3:21).

Nada calma más la mente en medio del caos y los desafíos de la vida que levantar los ojos por encima de las circunstancias y mirar más allá de ellas: hacia arriba, hacia la mano firme, fiel y soberana de Dios, que controla todas las cosas con sabiduría; y más allá, hacia el hermoso resultado que Él está preparando silenciosamente para aquellos que le aman. Cuando dejamos de enfocarnos en el problema y pasamos a confiar en la providencia divina, nuestro corazón comienza a descansar, incluso cuando todo a nuestro alrededor parece incierto.

Si deseas vivir con confianza, valentía y verdadera alegría, concéntrate en vivir una vida pura y santa delante del Señor. Enfócate en obedecer con celo cada uno de Sus mandamientos, aunque eso vaya en contra de lo que la mayoría hace o defiende. La obediencia nunca ha sido un camino popular, pero siempre ha sido el camino correcto. Cada alma dará cuentas por sí misma, y tu relación con Dios debe estar basada en la fidelidad a la poderosa Ley que Él mismo nos ha revelado. Esa fidelidad es lo que mantiene firme el puente entre el cielo y el corazón humano.

Y a medida que perseveras en ese camino de obediencia, notarás algo extraordinario: los problemas, por grandes que sean, comienzan a alinearse, a disiparse o a perder la fuerza que tenían. La paz de Dios —esa paz real, profunda y duradera— comienza a reinar en tu vida. Y esa paz solo la encuentran quienes están al día con el Padre, viviendo en alianza con Él mediante la obediencia a Su santa y eterna voluntad. -Adaptado de Robert Leighton. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente permito que las circunstancias de la vida hablen más fuerte que Tu soberanía. Cuando todo parece fuera de lugar, cuando los desafíos aprietan, mi mente se agita y el corazón se cansa. Pero hoy, una vez más, levanto mis ojos hacia Ti. Tú eres fiel, sabio y soberano sobre todo. Nada escapa a Tu control. Y cuando elijo confiar en Ti y recordar Tus mandamientos como ancla de mi alma, la paz comienza a regresar, aunque las situaciones a mi alrededor aún no hayan cambiado.

Padre mío, hoy te pido que fortalezcas mi espíritu para vivir con valentía, alegría y pureza delante de Ti. Dame coraje para obedecer con celo, incluso cuando esa obediencia me separe de la mayoría. Quiero que mi vida esté marcada por la fidelidad a Tus caminos, no por las opiniones de este mundo. Enséñame a perseverar con firmeza en lo que Tú ya has revelado, pues sé que solo así mi relación Contigo será sólida, verdadera y llena de paz. Tu Ley es el vínculo que me une a Ti —y no quiero aflojar ese lazo por nada.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque Tu presencia calma toda tormenta. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un cimiento invisible que sostiene mi alma en medio del vendaval. Tus mandamientos son como cuerdas de seguridad que me impiden caer, incluso en los días más difíciles. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: Vuélvete hacia mí y ten compasión de mí; concede tu fuerza a tu...

“Vuélvete hacia mí y ten compasión de mí; concede tu fuerza a tu siervo” (Salmos 86:16).

Cuando nuestro corazón es consumido por un deseo profundo e incesante de tener a Dios como el principio y el fin de todo —la razón detrás de cada palabra, cada acción, cada decisión desde el amanecer hasta el anochecer—, algo maravilloso sucede dentro de nosotros. Cuando nuestro mayor anhelo es agradar a Aquel que nos creó, y elegimos vivir con un enfoque constante en obedecer Su maravillosa Ley, así como los ángeles del cielo viven para cumplir prontamente Sus órdenes, entonces nos convertimos en una ofrenda viva al Espíritu Santo.

Esta entrega total nos lleva a una comunión real y constante con Dios. Y de esa comunión brota fuerza en los momentos de debilidad, consuelo en las horas de aflicción y protección a lo largo de toda la jornada en este mundo pasajero. El Espíritu de Dios pasa a guiar nuestros pasos con claridad, porque nuestro corazón ya no busca agradarse a sí mismo, sino al Padre. La obediencia a Su Ley se convierte en un placer —una expresión natural de nuestro amor y reverencia por Él.

Vivir así es atravesar este mundo transitorio con seguridad, incluso entre luchas y desafíos, rumbo a las riquezas eternas que el Señor ha preparado para los Suyos. Es experimentar un poco del cielo aquí en la Tierra, porque el alma obediente ya camina en dirección a la gloria. Y todo comienza con ese deseo ardiente: agradar a Dios en todo, viviendo en plena obediencia a Su santa, justa y poderosa Ley. -Adaptado de William Law. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente me distraigo con tantas cosas pasajeras y dejo de priorizar lo que realmente importa: vivir para agradarte. Muchas veces busco Tu presencia, pero no Te pongo como el centro de cada palabra, cada acción y cada decisión de mi día. Olvido que el verdadero propósito de mi existencia es ser una ofrenda viva para Ti —obediente, rendida y dedicada. Cuando me vuelvo a Tu maravillosa Ley con sinceridad, percibo que mi corazón comienza a alinearse con el Tuyo, y todo dentro de mí encuentra orden, paz y dirección.

Padre mío, hoy te pido que enciendas en mí ese deseo profundo de agradarte en todo. Que el enfoque de mi alma no sea agradarme a mí mismo, sino glorificar Tu nombre en cada paso de mi caminar. Quiero vivir en comunión real contigo, sintiendo Tu fuerza en mis debilidades y escuchando Tu voz incluso en los días más silenciosos. Enséñame a amar Tus caminos, a obedecer, porque mi corazón ha encontrado placer en Tu Palabra y en Tus mandamientos. Dame constancia, Señor, para que esta entrega sea diaria, sincera y completa.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque Tú eres todo para mí —el principio, el medio y el fin de mi existencia. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como miel para el alma y firmeza para mis pies vacilantes. Tus mandamientos son alegría para los que te aman y protección para los que te siguen con fidelidad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: La persona siempre cosechará aquello que siembre (Gálatas...

“La persona siempre cosechará aquello que siembre” (Gálatas 6:7).

Las actitudes, deseos e inclinaciones de nuestra alma que un día serán perfeccionados en el cielo no surgirán de repente como algo nuevo y desconocido. Deben ser desarrollados, alimentados y practicados a lo largo de toda nuestra vida aquí en la Tierra. Es fundamental que entendamos esta verdad: la perfección de los santos en la eternidad no significa una transformación mágica en otro ser, sino la conclusión de un proceso que ya comenzó aquí, cuando el alma eligió rendirse a Dios y obedecer Su santa y maravillosa Ley.

El punto de partida de esta transformación es la obediencia. Cuando un alma, antes desobediente, se humilla ante el Creador y decide vivir según Sus mandamientos, Dios comienza a obrar de manera profunda y continua. Él se acerca, enseña, fortalece y conduce esa alma en un camino de comunión y santidad creciente. La obediencia se convierte en el suelo fértil donde el Espíritu de Dios actúa con libertad, moldeando el carácter y afinando los afectos conforme a Su voluntad.

Así, cuando finalmente lleguemos al cielo, no estaremos comenzando algo nuevo, sino simplemente continuando un camino que fue iniciado aquí — un camino que comenzó en el momento en que decidimos obedecer la poderosa, tierna y eterna Ley de Dios. La santidad perfecta del cielo será, entonces, el glorioso despliegue de la fidelidad vivida en la Tierra. Por eso, no hay tiempo que perder: cada paso de obediencia hoy es un paso más cerca de la gloria eterna mañana. -Adaptado de Henry Edward Manning. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco porque me revelas que la perfección que me espera en el cielo no será algo extraño o distante, sino la continuidad de una vida de entrega que comienza ahora, en este mismo momento. Tú no esperas que me transforme en otro ser al final del camino, sino que permita que Tu Espíritu me transforme, paso a paso, mientras elijo obedecer Tu santa y maravillosa Ley. Gracias porque cada actitud fiel aquí en la Tierra es parte del proceso que prepara mi alma para la gloria eterna.

Padre mío, hoy te pido que plantes en mí el deseo constante de obedecerte. Que no posponga esa elección, ni desprecie el valor de los pequeños actos de fidelidad. Ayúdame a entender que es en la obediencia donde Tu Espíritu actúa con libertad, moldeando mi carácter y afinando mis afectos según Tu voluntad. Fortaléceme para que, aun en medio de las luchas, permanezca firme en el camino de Tu Ley, pues sé que es en ese suelo donde ocurre la verdadera transformación.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque me estás preparando desde ahora para lo que es eterno. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un camino de luz que me guía con ternura y firmeza hacia la santidad perfecta. Tus mandamientos son como semillas divinas plantadas en el corazón, que florecen aquí y se completan en la eternidad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: En todo, dad gracias, porque esta es la voluntad de Dios...

“En todo, dad gracias, porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para con vosotros” (1 Tesalonicenses 5:18).

Dios tiene un plan para tu vida — de eso no hay duda. Pero es importante recordar: el plan es Suyo, no tuyo. Y mientras intentes moldear ese plan a tus propios deseos, vivirás en constante conflicto con la voluntad del Creador. Por eso tantos cristianos viven frustrados: oran, ayunan, hacen planes, pero nada fluye. Porque, en el fondo, aún quieren que Dios bendiga las decisiones que tomaron sin consultarle. La paz solo llega cuando dejamos de resistirnos y aceptamos el plan de Dios exactamente como Él lo ha diseñado.

Quizás digas: "¡Pero yo aceptaría el plan de Dios si al menos supiera cuál es!" Y aquí está el punto que muchos ignoran: Dios no tiene interés en revelar detalles de Su plan a quienes no demuestran interés en obedecer. La voluntad de Dios no es un misterio inaccesible — el problema es que pocos están dispuestos a cumplir lo que ya ha sido revelado. Antes de querer dirección, misión o propósito, es necesario obedecer lo que ya está claro. ¿Y qué está claro? La poderosa, sabia y eterna Ley de Dios, registrada en el Antiguo Testamento y reafirmada por Jesús en los cuatro Evangelios.

La obediencia siempre viene antes de la revelación. Solo cuando nos rendimos a la voluntad del Padre y nos comprometemos con Sus mandamientos es que Él comienza a mostrar el siguiente paso. Y con la revelación, vienen también la misión, las bendiciones y, por fin, la salvación en Cristo. No hay atajos. El Padre no guía a los rebeldes. Él guía a los obedientes. ¿Quieres saber el plan de Dios para tu vida? Comienza hoy mismo a obedecer todo lo que Él ya ha mandado. El resto será añadido en el momento adecuado — con claridad, con dirección y con la presencia viva de Su Espíritu. -Adaptado de J. R. Miller. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente me frustro cuando no entiendo lo que estás haciendo en mi vida. Intento buscarte, pero aún quiero que las cosas sucedan en mi tiempo y a mi manera. Cuando los planes no salen bien, me siento tentado a pensar que Tú estás distante, cuando, en realidad, soy yo quien insisto en seguir caminos que no tienen Tu aprobación. Tú ya has dejado claro, por medio de Tus mandamientos, cómo debo vivir, pero muchas veces ignoro lo que está revelado y espero respuestas nuevas, cuando lo que necesito es obedecer lo que ya sé.

Padre mío, hoy te pido que quites de mí todo deseo de controlar el futuro y que plantes en mí un corazón obediente. Ya no quiero seguir buscando revelaciones mientras dejo de lado la base de la fe, que es la obediencia a lo que Tú ya has ordenado. Enséñame a valorar lo que está escrito, a amar Tus caminos y a practicar, sin demora, las enseñanzas que ya he recibido. Sé que Tú no guías a los rebeldes, sino a los que te honran con fidelidad. Dame discernimiento, Señor, para que mi vida sea moldeada por Tu verdad.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque nunca fallas en mostrar el camino correcto a quienes te buscan con sinceridad. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino firme que conduce a la vida, incluso cuando todo a mi alrededor parece incierto. Tus mandamientos son como antorchas vivas que brillan en medio de las tinieblas, revelando Tu carácter y dando dirección a mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

Devocional Diario: En vuestra paciencia, poseed vuestras almas (Lucas 21:19).

“En vuestra paciencia, poseed vuestras almas” (Lucas 21:19).

La impaciencia es un ladrón sutil. Cuando se instala, roba al alma el sentido de control, la tranquilidad e incluso la confianza. Nos volvemos ansiosos porque no podemos ver el mañana. Queremos respuestas rápidas, soluciones inmediatas, señales visibles de que todo saldrá bien. Pero Dios, en Su sabiduría, no nos revela el guion completo de la vida. Él nos invita a confiar. Y ahí está el desafío: ¿cómo descansar en paz cuando no sabemos lo que vendrá?

La respuesta no está en conocer el futuro, sino en acercarnos al Padre. La verdadera paz no nace de la previsión, sino de la presencia de Dios en nosotros. Y esa presencia no es automática — se manifiesta cuando tomamos una decisión firme: obedecer. Cuando elegimos vivir según la voluntad de Dios, algo extraordinario sucede. Él se acerca a nosotros. Y en lugar de darnos un mapa detallado de todo lo que va a suceder, nos da visión espiritual. Empezamos a ver con los ojos de la fe. Entendemos el presente con mayor claridad y percibimos señales de lo que está por venir, porque el Espíritu del Señor nos guía.

La obediencia a la maravillosa Ley de Dios produce una quietud que el mundo no comprende. Es una calma natural, un descanso profundo. No porque todo esté resuelto, sino porque el alma sabe que está en paz con el Creador. Esa paz no puede ser fabricada ni enseñada en libros y sermones. Es el fruto directo de una vida alineada con los mandamientos eternos del Altísimo. Quien obedece, descansa. Quien obedece, ve. Quien obedece, vive. -Adaptado de F. Fénelon. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente dejo que la impaciencia tome el control de mí. Cuando las respuestas tardan, cuando el mañana parece incierto, siento mi corazón apretarse y mi mente correr sin dirección. Intento controlar lo que no puedo y eso me roba la paz que solo Tú puedes ofrecer. En vez de descansar en Ti, busco señales, explicaciones y garantías, como si saber el futuro fuera lo que más necesito. Pero en el fondo, lo que mi alma desea es algo más profundo: Tu presencia.

Padre mío, hoy te pido que me enseñes a confiar, incluso sin entender. Quiero dejar de correr tras soluciones inmediatas y aprender a esperar en Ti con el corazón en paz. Dame valor para obedecer con alegría tus magníficos mandamientos, aun en el silencio, aun cuando todo parece detenido. Quiero la visión espiritual que solo viene cuando Tu Espíritu habita en mí. Acércate a mí, Señor. Muéstrame el valor de una vida en total sumisión a Tu voluntad. Que mi mayor seguridad no esté en respuestas rápidas, sino en Tu cuidado constante para con Tus hijos obedientes.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque Tu presencia es mejor que cualquier plan detallado. Tú eres mi descanso en medio de la espera. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un río tranquilo que atraviesa mi corazón, trayendo orden donde antes había confusión. Tus mandamientos son como luces encendidas en la oscuridad, mostrando el siguiente paso con claridad y bondad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.