"Despierta, y te resplandecerá el Señor" (Isaías 60:1).
Es importante distinguir entre contentamiento y satisfacción. El siervo fiel aprende a vivir contento en cualquier situación, sea en tiempos de abundancia o de escasez. Pero una satisfacción plena, ninguno de nosotros debe esperarla de este mundo. El alma aún siente la falta de lo eterno, aún percibe sus fallas, aún sabe que no ha llegado a su destino final. La verdadera satisfacción solo vendrá cuando despertemos a la semejanza de Cristo, en el día en que el Padre envíe a cada obediente al Hijo para heredar la vida que no termina.
Y es precisamente en ese intervalo —entre el contentamiento presente y la satisfacción futura— que entendemos la urgencia de seguir la magnífica Ley de Dios y Sus espléndidos mandamientos. Mientras caminamos aquí, somos llamados a obedecer, a crecer y a alinearnos con lo que el Señor ha ordenado. Dios solo revela Sus planes a los obedientes, y solo estos son conducidos al Hijo en el tiempo debido. La insatisfacción espiritual saludable nos impulsa a la fidelidad, al deseo de vivir como vivieron los profetas, apóstoles y discípulos.
Por eso, vive con contentamiento, pero nunca acomodado. Camina sabiendo que la satisfacción perfecta aún vendrá —y vendrá para aquellos que permanecen firmes en la obediencia. Que cada día revele tu compromiso con el Dios que conduce a los fieles al Salvador eterno. Adaptado de J.R. Miller. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Padre amado, enséñame a vivir contento sin jamás acomodarme. Que mi corazón siempre desee crecer y honrarte más.
Dios mío, guárdame de buscar satisfacción en las cosas de esta vida. Que mis ojos permanezcan enfocados en lo eterno y en los pasos de obediencia que el Señor espera de mí.
Oh, Señor amado, te agradezco porque la verdadera satisfacción espera a los que siguen tu voluntad. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el camino seguro que guía mi corazón. Tus mandamientos son alegría para mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.