Devocional Diario: Enséñame a vivir, Señor; guíame por el camino correcto...

“Enséñame a vivir, Señor; guíame por el camino correcto” (Salmos 27:11).

Dios es completamente santo, y como Padre amoroso y sabio, Él sabe exactamente cómo guiar a cada uno de Sus hijos en el camino de la santidad. Nada en ti es desconocido para Él — ni los pensamientos más profundos, ni las luchas más silenciosas. Él comprende perfectamente las barreras que enfrentas, los deseos que necesitan ser moldeados y las áreas de tu corazón que aún necesitan ser transformadas. Dios no obra de manera aleatoria; Él moldea con precisión, con amor y con propósito, usando cada situación, cada prueba y cada tentación como herramientas para perfeccionar el alma.

Tu parte en este proceso es clara: aceptar con alegría y reverencia la maravillosa y poderosa Ley de Dios. Es solamente a través de la obediencia a Sus santas instrucciones que la verdadera santidad puede ser alcanzada. No existe santidad sin obediencia — y esto debería ser evidente para todos. Sin embargo, muchos han sido engañados por enseñanzas que ofrecen una santidad sin sumisión, sin compromiso con la Ley del Señor. Pero esa santidad es ilusoria, vacía, y no conduce a la salvación.

Aquellos que eligen obedecer, por otro lado, entran en un camino real y vivo con Dios. Reciben discernimiento espiritual, liberación de los engaños del mundo, bendiciones que acompañan a los justos y, lo más precioso de todo: son guiados al Hijo por el mismo Padre. Esta es la promesa eterna — que los obedientes no solo caminan en santidad, sino que también son llevados al Salvador, Cristo Jesús, donde encuentran salvación, comunión y vida eterna. Obedecer es, por lo tanto, el inicio de todo lo que Dios desea realizar en ti. -Adaptado de Jean Nicolas Grou. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que frecuentemente olvido que Tú eres un Padre santo y sabio, que conoces cada detalle de mi alma. Nada en mí Te es oculto — ni los pensamientos que escondo, ni las luchas que apenas logro expresar. Y aun así, Tú me guías con amor y paciencia. Cada prueba, cada dificultad, forma parte de Tu plan para moldear mi corazón. Cuando recuerdo que Tu Ley es la base del camino de la santidad, entiendo que Tu obrar en mí no es confuso ni aleatorio, sino perfecto y lleno de propósito.

Padre mío, hoy Te pido que me des un corazón dispuesto a obedecer con alegría. No quiero buscar una santidad superficial, basada solo en sentimientos o apariencias. Enséñame a valorar y amar Tus santas instrucciones, pues sé que sin obediencia no hay verdadera transformación. Líbrame de los engaños de este mundo que intentan separar la santidad de la fidelidad a Tu Palabra. Guíame en rectitud, y moldea mi vida conforme a Tus estándares eternos, para que yo viva de manera que realmente Te agrade.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo porque Tu santidad es perfecta y Tus caminos son justos. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un fuego que purifica y como un espejo que revela quién realmente soy. Tus mandamientos son senderos seguros para los que Te temen y cimientos inquebrantables para los que Te buscan con sinceridad. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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