Devocional Diario: Sí, Padre, así te agradó hacerlo (Mateo 11:26)

“Sí, Padre, así te agradó hacerlo” (Mateo 11:26).

Si escuchamos a nuestro amor propio, rápidamente caemos en la trampa de enfocarnos más en lo que nos falta que en lo que ya hemos recibido. Empezamos a ver solo limitaciones, ignorando el potencial que Dios nos ha dado, y nos comparamos con vidas idealizadas que ni siquiera existen. Es fácil perdernos en fantasías reconfortantes sobre lo que haríamos si tuviéramos más poder, más recursos o menos tentaciones. Así, vamos usando nuestras dificultades como excusas, viéndonos como víctimas de una vida injusta —lo que solo alimenta una miseria interior que no trae ningún tipo de alivio real.

¿Pero qué hacer ante esto? La raíz de esa mentalidad está, casi siempre, en la resistencia a obedecer la poderosa Ley de Dios. Cuando resistimos las instrucciones claras del Creador, inevitablemente comenzamos a ver la vida de forma distorsionada. Surge una especie de ceguera espiritual, donde la realidad es reemplazada por fantasías y expectativas irreales. Y de esas ilusiones nacen las decepciones, los fracasos y el sentimiento constante de insatisfacción.

La única salida es volver al camino de la obediencia. Cuando decidimos alinear nuestra vida a la voluntad de Dios, nuestros ojos se abren. Pasamos a ver la realidad con más claridad, reconociendo tanto las bendiciones como las oportunidades de crecimiento que antes estaban ocultas. El alma se fortalece, la gratitud florece, y la vida comienza a ser vivida de forma plena —ya no basada en ilusiones, sino en la verdad eterna del amor y la fidelidad de Dios. -Adaptado de James Martineau. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Querido Dios, te agradezco porque me alertas contra el peligro de enfocarme en lo que me falta en vez de reconocer todo lo que ya he recibido de tus manos. Cuántas veces me he dejado engañar por el amor propio, cayendo en comparaciones inútiles y soñando con realidades que ni existen. Pero tú, con tu paciencia y bondad, me llamas de vuelta a la verdad: a la realidad firme y segura de tu voluntad.

Padre mío, hoy te pido que me ayudes a resistir la tentación de alimentar fantasías y excusas. Que no me pierda en la insatisfacción ni en la ceguera espiritual que nace de la resistencia a tu poderosa Ley. Abre mis ojos para ver con claridad el camino correcto —el camino de la obediencia y la verdad. Dame valor para alinearme plenamente a tu voluntad, para que mi alma sea fortalecida y la gratitud florezca en mi corazón, incluso en las pequeñas cosas del día a día.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo porque tu verdad libera y da sentido a la vida. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como un faro en la oscuridad, que disipa las ilusiones y guía mis pasos con seguridad. Tus mandamientos son como raíces profundas que me afirman en el suelo de la realidad eterna, donde el alma encuentra paz, fuerza y verdadera alegría. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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