Devocional Diario: Yo te enseñaré el camino de la sabiduría y te guiaré por una senda...

“Yo te enseñaré el camino de la sabiduría y te guiaré por una senda recta” (Proverbios 4:11).

Es cierto: tenemos muy poco control sobre las circunstancias de esta vida. No sabemos lo que nos espera mañana, ni podemos impedir ciertos eventos que nos afectan sin previo aviso. Cosas como accidentes, pérdidas, injusticias, enfermedades o incluso los pecados de otras personas — todo esto puede, en un instante, poner nuestra vida patas arriba. Pero, a pesar de esa inestabilidad externa, existe algo que nadie puede controlar por nosotros: la dirección de nuestra alma. Esa decisión es nuestra, cada día.

No importa lo que el mundo nos arroje, tenemos total libertad para decidir obedecer a Dios. Y en este mundo caótico, donde todo cambia rápidamente, la poderosa Ley de Dios se convierte en nuestro refugio seguro. Es firme, inmutable, perfecta. Cuando dejamos de seguir a la multitud — que muchas veces desprecia los caminos del Señor — y elegimos obedecer los magníficos mandamientos del Creador, incluso si es en soledad, encontramos lo que todos buscan, pero pocos hallan: protección, paz verdadera y liberación real.

Y aún más: esta elección de obediencia no solo nos bendice en esta vida, sino que también nos conduce al mayor de todos los regalos — la salvación a través de Jesús, el Hijo de Dios. Él es el cumplimiento de la promesa hecha a los que obedecen con fe y sinceridad. El mundo puede desmoronarse a nuestro alrededor, pero si nuestra alma está firmemente anclada en la Ley del Señor, nada podrá destruirnos. Esa es la verdadera seguridad que viene de lo alto. -Adaptado de John Hamilton. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.

Ora conmigo: Padre amado, reconozco que hay muchas cosas en esta vida que están fuera de mi control. Pero te alabo porque la dirección de mi alma está en mis manos, y yo elijo entregártela a Ti con confianza. Incluso en medio del caos, quiero permanecer firme en Tus caminos.

Señor, fortalece mi corazón para no seguir a la mayoría, sino obedecerte con fidelidad. Que abrace Tu poderosa Ley con amor y reverencia, y que mi vida sea un testimonio de Tu paz en medio de las incertidumbres. Ayúdame a guardar Tus magníficos mandamientos, incluso cuando todos a mi alrededor elijan ignorarlos.

Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por ser el Dios inmutable en un mundo inestable. Tu amado Hijo es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es como una roca firme en medio de la tormenta, que sostiene los pies de los que te obedecen con fe. Tus mandamientos son como alas de protección que cubren el alma obediente con gracia, dirección y salvación. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



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