La Ley de Dios: Devocional Diario: Se acostó y durmió Elías, y he aquí un ángel lo tocó...

“Se acostó y durmió Elías, y he aquí un ángel lo tocó y le dijo: Levántate y come” (1 Reyes 19:5).

Cuando Elías estaba desanimado, huyendo de las amenazas de Jezabel, el ángel no trajo visiones o explicaciones grandiosas — solo le dijo que se levantara y comiera, algo simple y común. Desánimo, ansiedad y depresión forman parte de la vida humana; las piedras y el agua no sienten esto, pero nosotros sí, porque estamos vivos. Si no pudiéramos desanimarnos, tampoco tendríamos la capacidad de alegrarnos. El pecado de este mundo nos arrastra hacia abajo, y es natural que sintamos ese peso al mirarnos a nosotros mismos.

La salida para ese desánimo está en acercarse a Dios. Cuanto más cerca de Él, más Su fuerza nos cubre, trayendo ánimo y paz. No hay truco o secreto complicado — es una cuestión de buscar al Padre y dejar que Él te levante, como hizo con Elías en aquellas pequeñas instrucciones.

Y aquí está lo que marca la diferencia: la obediencia a los mandamientos del Señor es el camino para esa cercanía. Solo el hijo obediente puede acercarse al Padre de verdad. Entonces, decide vivir según la Ley de Dios hoy, y sentirás que Él te sostiene, te llena de fuerza y te saca del desánimo hacia una vida renovada. -Adaptado de O. Chambers. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, hoy me veo como Elías, a veces desanimado y cargando el peso del pecado de este mundo, sintiendo la ansiedad y el desánimo. Confieso que, muchas veces, me miro a mí mismo y dejo que este peso me arrastre hacia abajo, olvidando que Tú me ofreces algo simple, como el pan que el ángel trajo a Elías, para levantarme. Te pido que me ayudes a levantar los ojos hacia Ti, confiando en que Tu presencia me cubre y renueva mi alegría.

Mi Padre, hoy Te pido que me des fuerza para acercarme a Ti, sabiendo que cuanto más cerca esté, más Tu fuerza me sostendrá, trayendo ánimo y paz a mi corazón. Enséñame a buscarte sin complicaciones, como Elías que escuchó Tus instrucciones simples, dejando que me levantes del desánimo con Tu amor y cuidado. Te pido que me guíes a vivir en obediencia a Tus mandamientos, pues sé que así encuentro verdadera cercanía Contigo.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por prometer sostenerme y llenarme de fuerza cuando decido vivir según Tu voluntad, sacándome del desánimo hacia una vida renovada como hijo obediente. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es la luz que disipa mi tristeza. Tus mandamientos son un llamado que me levanta. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.

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