
Muchos en la iglesia les gusta decir que no merecen ser salvos, usando esa frase para proyectar una imagen de gran humildad. Actúan como si obedecieran a las leyes de Dios, pero aún así creen que podrían hacer más para agradarle. La verdad, sin embargo, es que casi siempre nunca siquiera intentaron obedecer a las santas y eternas leyes que Dios entregó a los profetas y a Jesús. Continúan ignorando los mandamientos de Dios, creyendo que su falsa humildad impresiona al Señor. Pero el Padre sondea los corazones y conoce la verdadera motivación de cada uno. Dios no envía desobedientes a Su Hijo. | “Tú ordenaste tus mandamientos, para que los cumplamos al pie de la letra.” Salmos 119:4
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