
El merecimiento lo decide Dios, ya que Él sondea los corazones. Una cosa es segura: quien insiste en no merecer la salvación ciertamente cosechará lo que sembró. Dios no nos dejó sin orientación; nos entregó leyes específicas para que podamos ser enviados a Jesús y recibir perdón y salvación. La persona que piensa: “No merezco ser salvo, no seguiré las leyes de Dios, pero, incluso en desobediencia, Jesús me salvará” vive en una ilusión, sin ningún apoyo en lo que Jesús enseñó en los Evangelios. La salvación es individual. Ningún gentil ascenderá sin buscar seguir las mismas leyes entregadas a Israel, leyes que el propio Jesús y Sus apóstoles seguían. No sigas a la mayoría porque son muchos. Obedece mientras estás vivo. | “Esta es la voluntad de Dios: que no pierda ninguno de los que me dio, sino que los resucite en el último día.” (Juan 6:39)
Haz tu parte en la obra de Dios. ¡Comparte este mensaje!