
La serpiente sembró una de sus mayores mentiras al afirmar que Dios, en su deseo de salvar a los gentiles en las iglesias, ya no exige la obediencia a sus leyes, como lo exigía en el pasado. Muchos aceptaron esta falsa idea de que el Padre reconoció la dificultad de seguir sus leyes y decidió facilitar para los gentiles al enviar a su Hijo al mundo. Esta idea engañosa no tiene base en las palabras de Jesús en los Evangelios. Todas las leyes que Dios nos entregó en el Antiguo Testamento son maravillosas y fáciles de seguir para aquellos que verdaderamente lo aman y lo temen. Dios no necesita a nadie, especialmente a aquellos que ignoran sus leyes descaradamente. Quien vive en esta ilusión descubrirá amargamente la verdad en el juicio final. | Bienaventurado el varón que no anda según el consejo de los impíos… Antes, tiene su deleite en la ley del Señor, y en su ley medita de día y de noche. Salmos 1:1-2
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