
Es imposible escapar de las contradicciones de la doctrina del “favor inmerecido”. Cuando se les confronta sobre si es necesario obedecer algún mandamiento para alcanzar la salvación, sus defensores no tienen salida. Si afirman que no es necesario, entonces cualquier cristiano podría robar, matar y aún así entrar al cielo. Si afirman que es necesario, entonces la salvación ya deja de ser inmerecida. Intentan escapar de la contradicción hablando de recompensas en el cielo, pero eso no tiene que ver con la salvación. La verdad es que Jesús nunca enseñó esto. Él enseñó que es el Padre quien nos conduce al Hijo, y el Padre solo envía a aquellos que siguen las leyes dadas a la nación que Él separó para sí con un pacto eterno. Dios no envía desobedientes declarados al Hijo. | “Tú ordenaste tus mandamientos, para que los cumplamos al pie de la letra.” Salmos 119:4
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