La Ley de Dios: Devocional Diario: “Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que por mí...

“Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que por mí todo lo ejecuta. Él desde los cielos me envía su auxilio y me libra” (Salmos 57:2-3).

Mira esta verdad: fue Dios quien te trajo hasta este preciso momento. No fuiste tú, no fue el azar, y ciertamente no fue el enemigo. Fue Él, el Señor, quien te puso aquí, en esta hora, en este tiempo. Y si no estás listo para enfrentar lo que Dios ha preparado para ti ahora, tampoco estarás listo para cualquier otra cosa que pienses que sería mejor. No sirve de nada querer retroceder, desear que el tiempo vuelva atrás, o soñar con días más fáciles. Dios te trajo a este momento para moldearte, para enseñarte a depender de Él, y no de ti mismo.

Vamos a hablar sobre lo que esto significa en la práctica. Si los tiempos fáciles se fueron, es porque Dios quiere usar los tiempos difíciles para hacerte más serio, más enfocado, más dependiente de Él. Pero aquí está la verdad que muchos intentan ignorar: no puedes vivir dentro del plan perfecto de Dios si no estás dispuesto a obedecer a Su Palabra. No se trata de lo que tú pienses que es correcto o conveniente; se trata de lo que Dios ya ha revelado en las Escrituras. Él dejó los mandamientos muy claros, pero la mayoría de nosotros simplemente los ignoramos, pensando que podemos crear nuestro propio camino. No te engañes: los tiempos difíciles son una oportunidad para que aprendas a confiar en Dios, pero esa confianza solo viene cuando decides vivir como Él manda.

Y aquí está el punto más importante: no hay comunión con Dios sin obediencia. No sirve de nada querer las bendiciones, la protección o la dirección de Dios si no estás dispuesto a seguir la Ley de Él exactamente como fue dada. Dios no negocia, no flexibiliza, no acepta términos medios. Si quieres vivir dentro del plan perfecto que Él tiene para ti, necesitas dejar de ignorar los mandamientos y empezar a obedecerlos, cueste lo que cueste. Cuando haces esto, no solo enfrentas los desafíos de este tiempo con valentía, sino que también experimentas una intimidad con Dios que el desobediente nunca conocerá. Entonces, decide hoy: deja de huir de lo que Dios te ha llamado a vivir y empieza a obedecer a Su Palabra. Así es como encontrarás fuerza, propósito y comunión verdadera con el Señor. -Adaptado de J. D. Maurice. Hasta mañana, si el Señor nos permite.

Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me encuentro cuestionando cómo llegué a este preciso momento, muchas veces pensando que fue por mi propia fuerza, por suerte o incluso por error. Pero hoy reconozco que fuiste Tú, y solo Tú, quien me trajiste hasta aquí, en esta hora, en este tiempo, para cumplir Tu propósito en mi vida. Confieso que, a veces, deseo retroceder, soñar con días más fáciles o imaginar que estaría más preparado para algo diferente, pero ahora entiendo que este momento es Tu regalo para moldearme, para enseñarme a depender de Ti y no de mí mismo.

Mi Padre, hoy Te pido que me des sabiduría y fuerza para abrazar los desafíos de este tiempo, entendiendo que los días difíciles son Tu instrumento para hacerme más serio, más enfocado y más dependiente de Ti. Enséñame a vivir dentro de Tu plan perfecto, reconociendo que esto requiere obediencia fiel a Tu Palabra, y no a mis propias ideas o conveniencias. Te pido que me muestres el valor de seguir Tus mandamientos tal como son, sin ignorarlos o intentar crear mi propio camino, para que pueda aprender a confiar en Ti de todo corazón.

Oh, Santísimo Dios, Te adoro y Te alabo por llamarme a una intimidad profunda Contigo, reservada para aquellos que eligen obedecer a Tu voluntad, enfrentando los desafíos con fuerza, propósito y comunión verdadera. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el fundamento que me sostiene, una luz eterna que guía mis pasos. Tus mandamientos son cadenas de amor que me atan a Ti, una melodía de justicia que canta en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.



Compartir