"Pasamos por el fuego y por el agua, pero tú nos llevaste a un lugar de abundancia" (Salmos 66:12).
La verdadera paz a menudo solo viene después del conflicto. Parece un paradoxo, lo sé, pero es la más pura verdad. No es el frágil silencio antes de la tormenta el que trae reposo, sino la serena quietud que viene después. El hombre que nunca ha sufrido puede parecer fuerte, pero su fuerza nunca ha sido probada. En cambio, el marinero más seguro es aquel que ha enfrentado la tormenta, probado el barco y salido más fuerte. Dios permite tormentas no para destruirte, sino para enseñarte: sin Él, no hay verdadera paz.
Seamos prácticos. Dios te permite enfrentar tormentas para mostrarte que no hay alivio sin una relación íntima con Él. Y esa relación se construye viviendo alineado con el Creador. No te engañes: no encontrarás paz confiando solo en tus fuerzas o en el mundo. La verdadera fuerza viene de acercarte a Dios Padre y a Jesús, viviendo como Él manda. Así, las tormentas se convierten en oportunidades para crecer en fe y dependencia del Señor.
Y aquí está el punto principal: la paz, la fuerza y el socorro solo vienen para quien decide, con firmeza, obedecer a la poderosa Ley de Dios. No sirve de nada querer reposo sin conflicto, ni socorro sin obediencia. El hombre sabio se alinea con Dios, obedeciendo a Su Palabra, y encuentra la ayuda que necesita. Cuando tomas esta decisión, sin medias tintas, Dios te da paz, fuerza y socorro, sin importar la tormenta. Entonces, enfrenta los conflictos con Dios a tu lado, obedeciendo a Su voluntad. Así es como encuentras reposo. -Adaptado de Lettie B. Cowman. Hasta mañana, si el Señor nos permite.
Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo busco una paz fácil, sin lucha, sin darme cuenta de que la verdadera paz, la que viene de Ti, a menudo surge después del conflicto. Confieso que temo las tormentas de la vida, deseando una fuerza nunca probada, en lugar de abrazar las tormentas que me enseñan a depender de Ti. Hoy, reconozco que cada dificultad es una oportunidad para crecer en fe y encontrar Tu paz que excede todo entendimiento.
Mi Padre, hoy te pido que me des coraje para enfrentar las tormentas, sabiendo que ellas me acercan a Ti y construyen una relación íntima contigo. Enséñame a no confiar en mis fuerzas o en el mundo, sino a vivir alineado con Tu voluntad, buscando la fuerza que viene de Ti y de Jesús. Te pido que me guíes para obedecer a Tu Palabra, para que transforme cada desafío en una oportunidad de fe y alivio.
Oh, Santísimo Dios, te adoro y te alabo por prometer paz, fuerza y socorro a aquellos que viven en obediencia a Tu voluntad, enfrentando conflictos con la certeza de que estás conmigo. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el ancla que me mantiene firme, una luz que guía mi barco. Tus mandamientos son velas que me llevan a Tu reposo, un himno que resuena en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.