"Sin la santificación nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14).
¿Qué significa realmente orar pidiendo santificación? A menudo, lanzamos esta palabra como si fuera algo ligero, algo fácil, pero la verdad es que la santificación tiene un costo elevado, y debemos estar dispuestos a pagarlo. Cuando oras para ser santificado, estás pidiendo a Dios que te separe, que te saque del mundo y te coloque en un lugar donde tus intereses personales, tus planes e incluso tus placeres terrenales disminuyan drásticamente. A cambio, Dios amplía el espacio que Él ocupa en tu vida, hasta que todo en ti —cuerpo, alma y espíritu— esté completamente enfocado en Él. Entonces, antes de hacer esta oración, pregúntate: "¿Estoy realmente listo para permitir que Dios haga esta obra en mí?"
¿Y qué exige realmente la santificación? No te engañes: la santificación no ocurre por arte de magia ni simplemente porque lo desees. Requiere una concentración intensa en la perspectiva de Dios, y esto significa que cada área de tu vida debe ser entregada a Él. Es como si Dios pusiera cadenas en todo lo que eres —tus pensamientos, tus deseos, tus acciones— y dijera: "Esto ahora es Mío, y solo será usado para Mi propósito." Y aquí está el detalle que muchos intentan ignorar: no hay santificación sin obediencia a la Palabra de Dios. ¡No puedes saltarte esta parte! Dios ya ha revelado en las Escrituras lo que espera de nosotros, y seguir estas instrucciones es el camino para ser separados para Él. La santificación es un proceso serio, y Dios no juega con esto.
¿Y sabes cuál es el resultado de vivir así, de pagar el precio de la santificación? Intimidad con Dios. Cuando obedeces la Ley de Dios, no solo estás cumpliendo reglas; te estás convirtiendo en un hijo fiel, alguien que camina tan cerca del Padre que experimenta bendiciones, liberaciones y, al final, la promesa de la vida eterna en Cristo Jesús. No te engañes pensando que puedes tener santificación sin obediencia —eso es una ilusión. Obedecer lo que Dios ya ha revelado es la clave para vivir una vida separada, una vida que agrada a Dios y que recibe todo lo que Él tiene para dar. -Adaptado de O. Chambers. Hasta mañana, si el Señor nos lo permite.
Ora conmigo: Querido Dios, es verdad que a menudo me sorprendo pidiendo santificación como si fuera algo simple, sin reflexionar en el costo real de ser separado para Ti, de ser sacado del mundo y colocado donde mis planes, deseos y placeres terrenales disminuyan. Hoy, reconozco que esta oración no es ligera, y al pedirla, Te doy permiso para ampliar Tu espacio en mi vida, hasta que todo en mí —cuerpo, alma y espíritu— esté enfocado en Ti. Ayúdame, Señor, a abrazar este proceso con seriedad y a no huir de Tu llamado a una vida santa.
Mi Padre, hoy Te pido que coloques Tus cadenas de amor sobre cada área de mi vida —mis pensamientos, deseos, acciones— y declares: "Esto ahora es Mío, y será usado para Mi propósito." Enséñame a concentrarme en Tu perspectiva, entregando todo lo que soy a Ti. Pido fuerza para obedecer Tu Palabra, pues sé que no hay santificación sin obediencia, y el camino para ser separado para Ti está en las Escrituras. Guíame, corrígeme y transfórmame, para que viva una vida que Te agrade.
Oh, Dios Santísimo, Te adoro y Te alabo por llamarme a una intimidad profunda Contigo, por darme la oportunidad de ser un hijo fiel, experimentando Tus bendiciones, liberaciones y la promesa de la vida eterna en Cristo Jesús. Tu Hijo amado es mi eterno Príncipe y Salvador. Tu poderosa Ley es el faro que ilumina mis pasos, un río de justicia que purifica mi corazón. Tus mandamientos son estrellas que guían mi jornada, un canto de amor en mi alma. Oro en el precioso nombre de Jesús, amén.